LABIOS HELADOS, LENGUA CALIENTE - CAPITULO 1
RESUMEN:
La humanidad ha caído,
quienes dominan el mundo son los seres sobrenaturales; vampiros. Después de
años de pelear contra ellos, los pocos grupos de resistencia comienzan a caer y
con ellos, la esperanza de la humanidad por su supervivencia.
Los gobiernos
derrocados, han sido levantados gracias a los vampiros, quienes dictan y hacen
las leyes sobre un nuevo mundo. Sus dos objetivos más importantes; los humanos,
o como ellos los llaman “comida”, y los WERES, cambia formas animales.
Jasón fue uno de los
sobrevivientes de su escuadrón, por alguna razón no murió como el resto de los
demás. Sin embargo esto solo lo pone en la lista negra, un lugar en el que
nadie desearía estar. Cuando está siendo transportado a lo que sería su nuevo
hogar en las instalaciones de CrossingDNA Corp. Su vehículo es atacado, pero
¿Quién y porque?
A merced del miedo y no
deseando ser tomado por los vampiros decide aceptar huir con sus rescatadores,
pero ¿será esa la decisión correcta?
Seres que se ocultan en
la oscuridad caminando bajo la luz del Sol, humanos siendo cazados como
animales y animales convirtiéndose en humanos. Dentro de este torbellino de
desgracias y derramamiento de sangre, una luz brilla.
La llama de la pasión
arde más fuerte que nunca y Jason ha logrado, no solo conquistar un corazón,
sino dos de ellos.
¿Durará para toda la
eternidad?
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PREFACIO
[ -Hace mucho tiempo el Sol los contuvo, pero después de permanecer demasiado
tiempo en las sombras lograron evolucionar a una raza más poderosa, sedientos
de sangre.
Primero
destruyeron nuestras ciudades, nuestras familias, nuestras esperanzas. Lentamente
fueron apoderándose de toda a su paso y se hicieron con el poder que alguna vez
creímos nuestro. Condenados a vagar en terreno perdido, los humanos fueron
desplazados por dos razas completamente poderosas.
Aún
recuerdo las viejas anécdotas del abuelo, diciendo; “Alguna vez fuimos libres, y veíamos al Sol como el objeto más bello
del mundo, no como un ARMA”.
A pesar
del enorme esfuerzo de la humanidad por sobrevivir, ellos eran más fuertes y
tenían habilidades increíbles; súper fuerza, regeneración, sentidos agudos e
inmortalidad.
Después
de 130 años huyendo, e intentando destruirlos, por fin nos han derrotado. Ante
toda la masacre de mis amigos, hermanos y compañeros, puedo decir que esto no
significa que nos hemos rendido, solo tomaremos un descanso -]
[Jason Snyder]
*******************
[Capítulo 1 — Reconocimiento —Parte 1]
Abrí los ojos, sintiendo un dolor punzante a un costado de mi
cadera, llevando mi mano hasta el lugar donde pude sentir como un objeto de
metal estaba incrustado dentro. Lo tomé y jalé de él, sacándolo de mi cuerpo,
el dolor disminuyo. Rasgué un pedazo de tela de mi camisa e hice presión en la
zona afectada.
Miré a mí alrededor, ¿Qué pasaba? ¿Dónde estaba? Había demasiada
sangre y el aroma a humo estaba impregnado en mi ropa.
“LA EMBOSCADA” “TRENT NOS ENTREGÓ”
Los recuerdos volvieron a mí, como imágenes fugaces.
Habíamos ido a la ciudad por alimentos. Todo había ido bien, sin
ningún problema. Hasta que… tres autos negros y 2 motocicletas aparecieron de
la nada cuando íbamos de regreso. Tratamos de perderlos, pero luego aparecieron
esos tipos Fledermaus[1] que nos llevaron hasta
donde terminaba la carretera y terminamos dentro del bosque de los Azules.
No tuvimos oportunidad contra ellos en territorio salvaje, nos
superaban en número y eran más fuertes. Rápidamente cada uno de mis compañeros
había sido asesinado, masacrado brutalmente frente a mis ojos. Mientras veía
como Trent bajaba su arma y reverenciaba a uno de los sujetos, colocándole un
collar en el cuello.
Siempre había sabido que Trent no era alguien de confianza,
siempre haciendo tonterías y molestando a la gente, pero jamás lo creí un
traidor. Lo único que pude hacer en ese entonces fue pensar en la Colonia,
debía advertirles si Trent les había dado la ubicación de su paradero.
Presionando el botón rojo que estaba oculto en mi reloj, la señal fue enviada
en segundos.
Varios de los sujetos, no, VAMPIROS vieron mi movimiento y se
apresuraron a llegar hasta donde estaba, blandiendo mi delgada y larga arma,
logré derribar a los 4 rebanándoles desde la garganta al mentón. Cortando su
cabeza que salía volando al sufrir la ira de mi espada.
Rápidamente, todo mi grupo comenzó a disminuir en número, podía
escuchar los alaridos de dolor por parte de algunos que estaban siendo
masacrados, traté de correr a su auxilio, pero dos figuras me tomaron de los
brazos, desarmándome. Quedé inmóvil, la presión que ejercían sobre mis brazos
era insoportable, casi podía sentir mis huesos salirse de lugar, mientras el
músculo era estrujado con gran presión.
Chillé de dolor, cosa que los hizo reír de euforia, así que mordí
mi labio para acallarlo, no escucharían quejidos míos. No les daría ese placer.
Tomé el borde de la chaqueta que traía puesta y presioné el botón debajo de
esta, una enorme llamarada les flameó el rostro a los tipos que me sujetaban,
soltándome de su agarre comenzaron a frotarse la cara intentando apagar el
fuego.
Tomé la espada del suelo, agitándola en el aire, y corté a ambas
criaturas por la cintura. La sangre salpicó parte de mi ropa y los cuerpos
quedaron en el suelo, manando el líquido carmesí. Los ruidos guturales se
hicieron oír detrás de mí.
Una fila enorme de más de esas cosas comenzó a acercarse, no podía
con todos ellos, tal vez con unos 5 o 6, pero eran más de 15 y seguían saliendo
más de entre las sombras del bosque. Rebuscando entre mi cabeza una solución,
el pequeño destello de un objeto apareció; LA BOLA DISCO. Un invento mío que aún
seguía siendo prototipo y que, por ende, nadie más tenía.
Llevé mi mano al cinturón que llevaba puesto, algunos envases con
líquidos de gas pimienta y humo instantáneo, la pequeña pelotita apareció entre
mis manos. La desenganché y presioné con el dedo pulgar haciendo un movimiento
en O, activando el dispositivo por medio táctil.
Lancé la pequeña esfera dentro de su pequeño círculo, cuando el
pitido sonó no me dio tiempo de protegerme y también me vi afectado por mi
invento. Pequeñas luces de colores salieron disparadas por todos lados y los
sujetos comenzaron a desaparecer cuando éstas los tocaban y los volvían
cenizas.
El estallido dejó mis sentidos perdidos, solo escuchaba un zumbido
en mis oídos y pequeños destellos cada vez que abría los ojos. Dejándome
caer sobre el húmedo y barroso suelo, dejé que mi cuerpo volviera a tener un segundo
aire. Podía sentir un dolor en mi pecho, varias de las luces me habían quemado
y estaba herido, la sangre empapaba mi ropa. Mía y de ellos.
La Bola Disco tenía varios mecanismos, pero hacerla más fuerte,
incluso que lastimara un humano era un riesgo si estabas cerca, y una ventaja
mayor en caso de ser acorralado por un gran número de esas COSAS.
Sintiendo mis ojos cerrarse, la escena se desvaneció y la luz de
la luna me acarició gentilmente, clamando por mí al mundo de los sueños.
Así que todo eso había pasado, revisé mi pecho, no había marca de
quemadura, ni dolor agudo, más que el de mi cadera, que empezaba a hacerse
menos. Jamás había cuestionado mi naturaleza humana, pero siempre me había
considerado diferente a los demás. Mi
abuelo me llamaba especial.
La herida se cerró y el dolor se esfumó.
Apoyándome en el frondoso árbol, logré ponerme de pie. Mis ojos se
dirigieron hacia donde se veía lo que era una escena devastadora. Los cuerpos
de todos mis compañeros en el suelo, partidos por la mitad o destrozados en
pedazos, tanto era así que no podía identificar a ninguno. Su sangre pintando
el paisaje de un campo que alguna vez se había visto inmaculado más que por el
color verdoso de la flora silvestre.
El sonido de voces y pasos entre las hierbas me hizo reaccionar,
algo se acercaba. Me escondí detrás de un árbol. No era momento para llorar por
los compañeros caídos, aunque siempre permanecerían en mi mente, en mis recuerdos,
como muchos otros.
―
¡Quiero saber qué pasó aquí! —demandó el hombre con impaciencia
hacia alguien en especial, uno de sus subordinados quizás, con un tono de voz
que reflejaba su estado de ánimo claramente. Me atreví, mirando por el borde,
temeroso de ser descubierto.
―
Fue… tratamos de atrapar a unos rebeldes, pero nos atacaron.
―
Se defendieron, querrás decir. —corrigió.
―
… —el sujeto no respondió, avergonzado. Sin embargo el hombre se
impacientó aún más al ver la falta de cooperación de su subordinado por darle
todos los detalles.
―
¡Qué más!
―
Habíamos neutralizado a casi todos, cuando… - el sujeto se mordió
el labio, nervioso. Hubo un momento de total silencio, en el que solo se escuchó
el casqueó de boca de alguien. No fue sino hasta que alguien gritó que entendí
lo que sucedía. Le había tomado del cuello y ahora mismo lo levantaba del
suelo, obligándole a mirar.
―
¡Cuando qué! ¡Quiero toda la información, nada de juegos de
palabras! Claro y conciso.
―
Uno de ellos tenía unos artefactos extraños. Mató a 4 de nuestros
compañeros de una sola tajada con su espada.
Nuevamente, silencio.
―
¿Lo dices en serio?
―
Sí. Al parecer fue el que los alertó de que habían sido
traicionados y que teníamos su ubicación.
―
¿Lograron rastrear la señal? —esta vez pareció dirigirse a alguien
más, puesto que quien respondió era una voz diferente.
―
No. El aparato y el chico desaparecieron después de la explosión
de una misteriosa granada que él traía consigo.
―
¿Qué tipo de granada?
―
Aun no lo sabemos, pero el artefacto disparaba pequeñas bengalas.
Estaban modificadas para funcionar como luz artificial.
―
¿Alguna idea de dónde puede estar?
―
Los que sobrevivieron dijeron que fue herido por su propia arma y
que lo perdieron de vista después de que se metió en el bosque.
―
Entendido. Envíen un equipo de búsqueda. Si sobrevivió quiero
algunas respuestas. Su pequeña resistencia debe caer.
―
Sí, señor McGraw. —tras decir esto el sonido de pasos se hizo
mayor, se estaban movilizando.
―
Por cierto, el doctor Bateman quería hablar con usted.
―
Diablos. ¿Te dijo sobre qué?
―
No, señor. Es un tema que
debe ser atendido rápidamente, máxima prioridad, dijo.
―
Entiendo. Llámalo y dile que me contactaré con él, tan pronto
lleguemos a la ciudad. Estoy en una misión de reconocimiento.
―
Sí, señor. Permiso. – dijo, alejándose del lugar por lo que oí en
sus pasos desapareciendo más y más.
Por el rabillo, aferrándome a la corteza del árbol, le di una
pequeña mirada al sujeto. Era un hombre alto, con un cabello castaño y vestía
ropa oscura, una camiseta sin mangas y un pantalón con demasiados bolsillos y
cierres. Se agachó, doblando su rodilla contra el suelo, sus ojos fijos en el
terreno, como si tratara de buscar alguna pista. Inhalando profundamente sus
aletas se expandieron, dejando entrar el aroma del aire, sus ojos se abrieron
de golpe y la tonalidad del verde esmeralda en ellos desapareció, volviéndose
más claro.
Caminó a través del lugar, deambulando, parecía más un sabueso
siguiendo el… el rastro.
Maldición,
mi aroma.
Lo había olvidado completamente. Intentando no hacer ruido alguno, fui
retrocediendo lentamente, queriendo pasar inadvertido. Tenía que salir de ahí,
de inmediato.
El ruido de una rama siendo rota detrás de mí me hizo sobresaltar,
dándome cuenta que solo había sido una rama cayendo. Suspiré, sin darme cuenta
donde estaba pisando, resbalé y caí a un pequeño charco.
Al igual que caí me levante, saliendo en una huida a paso veloz,
lo único que pude ver antes de correr había sido la divertida sonrisa del buscador mientras comenzaba a correr
tras de mí. Podía sentir sus movimientos sobre las copas de los árboles,
balanceándose de uno a otro. Era más veloz que yo, pero no más listo, eso podía
asegurarlo.
Adentrándome más en el bosque, el terreno se tornó más inestable y
lleno de baches, casi había jurado de no ser porque continuaba corriendo me
había dislocado algo. Los helechos se hacían más grandes y las ramas se
atravesaban en mi camino, obstáculos y más obstáculos.
Iba corriendo a más no poder, cuando una de las largas y tramposas
raíces de uno de los arboles atrapó mi pie derecho. Haciéndome caer fuertemente
contra el lodo.
El golpe me dolió demasiado porque ni siquiera había podido meter
las manos, había sido un golpe seco. Sacándome el aire de los pulmones, el
dolor en mi estómago indicó que había chocado contra algo sólido: una raíz
enterrada, que solo se dejaba ver una pequeña parte de ella. Me levanté del
suelo, sacudiéndome la suciedad de encima. Una risa grave me hizo girarme,
desde la copa de uno de los arboles el hombre se sujetaba con una sola mano,
balanceándose como un mono.
―
Te tengo, bocadillo. —saltó, como si fuera una pantera, enseñando
las garras y colmillos.
― Lástima que yo no formo parte del menú —dije dándome la vuelta,
justo cuando esté saltaba sobre mí, presioné el botón de la chaqueta y una
enorme bola de fuego salió disparada, entrando dentro de su boca, haciéndolo
perder el equilibrio, cayó al suelo. Humo y sangre salían de su cavidad bucal,
mientras se retorcía de dolor, aprovechando la situación continué corriendo,
sin mirar atrás.
Pasaron varios minutos para que pudiera ver algo más que pura naturaleza,
había una zona donde terminaba la larga hilera de árboles y la luz del sol
dominaba el terreno. Dando zancadas logré salir del lugar, recibiendo los rayos
de sol en la cara, podía sentir el aire de la carretera y la calidez del
terreno seco quemando mis mejillas.
Sin embargo, poco me duro el momento de regocijo. Me di la vuelta,
tomando la espada entre mis manos, logrando bloquear el ataque del sujeto
detrás de mí. Ambas armas chocaron, haciendo un ruido metálico. El sujeto era
un fledermaus, y sostenía una larga vara de metal, de la que saltaban pequeñas
chispas.
―
No podrás electrocutarme con esa cosa. —dije, aplicando más
fuerza, sin ceder.
―
No será necesario.
―
¿Qué? —su mirada fue detrás de mí, un sujeto más apareció y
antes de reaccionar sentí como clavaban algo en mi hombro, haciéndome
espabilar ante el impulso eléctrico en mi cuerpo. Solté mi arma y caí al suelo,
aun sacudiéndome.
―
Lo tenemos. Estamos en la zona de la segunda entrada, a un lado
del bosque de los Azules. —dijo el segundo sujeto por el comunicador, guardando
el pequeño taser en su bolsillo.
―
Entendido. Ya hay algunos miembros cerca del área, se encontraran
con el doctor Bateman y algunos otros miembros enseguida.
―
¿La zona está limpia?
―
McGraw no aparece, ¿alguna idea?
―
No.
―
Bien. Nos vemos en 3 minutos. ¿El objetivo ha sido neutralizado?
―
Como lo ordenaron.
―
Comprendido. Fuera.
―
Fuera.
A pesar de estar inmóvil, aun podía verlos, sin decir ninguna
palabra, me quedé en el suelo como una piedra. El primer sujeto me levantó del
suelo, aun no podía mover mi cuerpo así que no protesté, tomando mis muñecas
las ató juntas con una pequeña cinta y luego fueron mis tobillos. No se molestó
en poner una mordaza en mi boca, puesto que no podía decir palabra alguna de
qué serviría.
Rápidamente dos vehículos llegaron hasta donde estábamos, al igual
que unas motos se les unieron. Traté de zafarme, pero era imposible sin que mi
cuerpo se engarrotara como si estuviera congelado. Mis músculos estaban
rígidos.
―
Bien hecho, chicos. Ahora, veamos al nuevo. – dijo un sujeto de
cabello rizado y color amarillo limón, y con un traje de color purpura,
mientras se acercaba hacia donde estaba yo. Claramente estaba fuera de
lugar. — ¿Cómo se llama?
―
Aún no hemos iniciado el interrogatorio.
―
¿Por qué?
―
Nuestras órdenes fueron capturar y neutralizar al objetivo.
―
Ya veo. A ver, jovencito, levántate y dime tu nombre.
―
… —no respondí, dejando la cabeza gacha mirando mis pies.
―
¿Por qué no me contesta?
―
¿Amo? —la familiaridad de la voz me hizo levantar la vista, era
Trent.
―
¿Te dije que podías hablar, mascota? —frunciéndole el ceño, podía
sentir la autoridad que le concedía el humano al vampiro.
―
Yo… lo conozco. – dijo tímidamente, esperando ser abofeteado o
golpeado por hablar sin su permiso, pero esto no pasó.
―
¿Entonces sabes quién es?
―
Sí. Se llama Jasón.
―
¿Y por qué no me contesta?
―
Él… no lo hará. Pero no lo lastime, podemos necesitarlo.
―
Silencio. Si él no me responde entonces no puede sernos de
utilidad. Ahora tú —señalando con su largo y huesudo dedo hacia mí — ¿Cómo te
llamas humano?
―
¿Por qué debería decírtelo?
―
Así que puedes hablar, que bien. Me gusta tu voz y tienes una cara
muy linda. Tal vez tenga espacio para un espécimen salvaje como tú en mi
modesto establecimiento del entretenimiento. —dijo, relamiéndose los labios.
―
¡Quita tus sucias manos de mi vista! —sacudiendo mi cuerpo en
protesta, los perros guardianes me sujetaron más fuerte y me sometieron.
―
Me gusta. Sujétenlo bien y avísenle al doctor Bateman que me lo
quedo.
―
Pero señor Dale, tenemos ordenes de…
―
¿De qué? Te he dado una nueva orden, obedécela.
―
Sí, señor.
Unos hombres me tomaron de las manos de los Fledermaus que me
sostenían y comenzaron a arrastrarme hacía el vehículo del sujeto de cabellos
fluorescentes. Trent apareció a un lado del vehículo, dirigiéndome una tonta
sonrisa, que solo hizo hervir mis ganas de golpearlo hasta dejarlo
inconsciente.
―
Bienvenido, hermano. —acercándose a mí, con los brazos extendidos
en una abrazo.
―
No me toques, infeliz. ¡Eres un traidor! —dije apartando su mano
lejos de mí. Trent retrocedió, desviando la mirada.
―
¡SILENCIO! ¿Qué pasa aquí?
—el hombre había regresado, pero su expresión era diferente, severa.
―
Él no hizo nada. —intervinó Trent, pero rápidamente fue reprimido
por el vampiro.
―
No te pregunté a ti. ¿Cómo te atreves a levantar la voz a mi
mascota? —se dirigió a mí, pero mis ojos fueron hacia Trent, quien se agachó
ante el regaño de su “amo”. Eso solo
pudo darme más risa que lastima. Bufé.
―
¿Así que en eso te has
convertido? Una mascota. De un chupasangre de ceja depilada. —una bofetada en
el rostro me hizo callar, sintiendo el dolor palpitante en la mejilla.
―
Quería conservarte y evitarte todo ese sufrimiento, pero veo que
no eres agradecido. Espero que te destrocen. Me aseguraré de que abran
lentamente cada parte de tu cuerpo, y que no te pongan nada de anestesia para
que sientas cada segundo el dolor.
―
Eso suena estupendo. —respondí, fingiendo una media sonrisa. Él me
tomó del mentón, obligándome a mirarle directamente.
―
Oh, ya lo verás.
―
Prefiero eso antes que ser tu mascota. Dime ¿eso te hace sentir
más importante? ¿Es para ocultar un complejo de inferioridad?
―
Insolente. Eres un maldito humano sin educación, por eso mismo
están al borde de su extinción. Deberían ser como tu amigo.
―
¿Y someter nuestra voluntad a ustedes? ¡Jamás! Te crees superior,
pero no lo eres. Amenazas, torturas y matas a gente inocente, ¿en dónde está la
educación en todo eso? ¿Cómo le llamarías entonces?
―
… —no respondió, viéndose confundido, una sonrisa de victoria se
dibujó en mi rostro.
―
Se le llama barbarismo. —le espeté.
―
Te equivocas, es selección natural. El más fuerte se come al más
débil – dijo una cuarta voz.
El sujeto entró en el lugar, vistiendo una bata blanca, con un
peinado a la mitad, y unos lentes que dejaban ver unos ojos grisáceos, que
podían ser pasados por plateados. Por un momento pareció que mi cerebro se
había detenido, pero la sangre hirviendo dentro de mí me hizo recobrar el
sentido.
―
¿Y ustedes son los más fuertes? —pregunté, con un tono de repudio.
―
Eso parece. Nosotros evolucionamos y logramos volvernos los más
fuertes en la cadena alimenticia. ¿O me equivoco? —en eso tenía razón, por eso
mismo habían logrado apoderarse de nuestras ciudades y hogares.
―
… —no podía responder a ello, solo hice una mueca, desviando la
mirada hacia otro lado.
―
Señor, este tipo esta armado hasta los dientes. Bombas de humo, de
gas, la chaqueta está conectada a un pequeño tanque portátil de gas. Y su
espada, es algo difícil de creer que esta cosa haya matado a tantos de los
nuestros. —dijo uno de los que se encontraba revisando mis cosas, no me había
dado cuenta al momento en el que me habían despojado de ellas. Así que solo
vestía un pantalón de mezclilla y una camisa de color café. El sujeto de bata
tomó mi espada, sosteniéndola unos segundos. Estaba examinándola minuciosamente.
―
No te fijes en el peso y la forma, el que la utiliza es el que
importa. —esta vez girándose hacia mí. —Eres
toda una caja de sorpresas, ¿Quién te enseñó a usar la espada?
―
… —no respondí, desafiándole con la mirada.
―
¡RESPÓNDELE AL DOCTOR! —un tipo se adelantó, levantando su mano en
señal de golpearme, pero el doctor lo detuvo.
―
Déjenlo, sino quiere hablar ahora está bien. Cuando estemos en
casa querrás haber tenido esa opción. —dijo, entregándole la espada a uno de
los vampiros.
―
¿Me torturará, doctor? ¿A eso se refiere? —el tono gracioso en mi
voz no pudo ser ignorado, puesto que todos comenzaron a murmurar.
―
Yo no usaría el término tortura, sino más bien “te daré un
incentivo para hacerte hablar”
―
Que tiene que ver con usar la fuerza. —remarqué.
―
Si gustas verlo de esa forma más bárbara. Descuida, te divertirás.
Todos lo hacen… —pronunció al final la última oración casi susurrándola para sí
mismo, pero de igual manera había podido escucharla.
**********************
Ambos vampiros se alejaron del humano, caminando al lado del otro,
era difícil creer que semejantes sujetos fueran amigos cercanos siendo
completamente diferentes, tanto dentro como por fuera. Mientras continuaban la
caminata hacia el vehículo que los transportaría, Thomas se atrevió a romper el
silencio.
―
¿Te lo llevarás al laboratorio?
―
Quiero saber algo.
―
¿Qué cosa? Solo ábrelo y ya.
―
Según el reporte de los sobrevivientes, recibió varios ataques e
incluso fue herido por su propia arma.
―
¡¿Y qué?!
―
¿Y qué? ¿Viste alguna herida o marca en su cuerpo?
―
…—Dale no respondió, pensó un segundo, tratando de hacer memoria.
Bateman se adelantó.
―
No. Solo la ropa llena de agujeros y bañada de sangre.
―
¿Crees que…?
―
No creo, lo sé. Habría muerto horas atrás. Él es algo más… algo diferente.
—dijo, y por el tono que Bateman utilizaba, la curiosidad de Dale despertó.
Bateman era bueno manteniendo secretos y Dale era bueno descubriendo secretos.
―
Doctor Bateman, Señor Dale, estamos listos para irnos. —llamó su
atención uno de los oficiales que hasta entonces había estado al pendiente de
ellos.
―
Ahora vamos. —respondió Bateman, sin mirarle. El oficial se retiró
y los dejó solos, nuevamente.
―
Espero que tengas razón.
―
Descuida, incluso si me equivoco, sabemos cuál será su destino.
―
“El Carnaval” siempre tiene sus puertas abiertas para nuevos
especímenes. —Dale no pudo evitar sonreír de solo imaginar poner sus manos en
el pequeño revoltoso y moldearlo a su gusto.
―
Eso he oído. Haré algunas pruebas y luego veremos qué será de él.
Ambos sonrieron, mirando en dirección hacia donde el humano
protestaba mientras lo metían dentro del enorme vehículo blindado. Su voz
apagándose al ingresar tras las gruesas paredes.
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