LABIOS HELADOS, LENGUA CALIENTE - CAPITULO 2
[RECONOCIMIENTO
parte 2]
El
vehículo comenzó a moverse, el sonido del motor y las llantas funcionando me
indico eso. Estábamos usando la carretera y podía ver cómo nos alejábamos del
bosque de los Azules, al quedar la única gran hectárea de matas verdes a un
lado, siendo sustituida por la gran zona desértica de los alrededores. Que al
igual que los humanos comenzaba a desaparecer lentamente. Los vampiros no
plantaban, ni mucho menos se preocupaban por mantener con vida la naturaleza,
como a nosotros. Lo que llevaba a que estuviera al borde de la desaparición
ciertas plantas especiales. Aun habían pinos y grandes robles, pero ya no
existían los arbustos, ni las margaritas.
La
tierra perecía y lo único que les importaba era la sangre. Prueba irrefutable
de su egoísta naturaleza. Preferían que todo lo que tuviera vida fuera
consumido a que ellos se extinguieran.
“La supervivencia del más fuerte”
Ser
fuerte no significaba ser un asesino, también conllevaba ser apto para poder
proteger a los más débiles e indefensos de tipos peligrosos. Ellos no eran
fuertes, solo eran asesinos, barbaros, egoístas criaturas inhumanas que no
podían concebir la idea de que los humanos, a pesar de ser seres imperfectos
habían logrado sobrevivir a ellos, haciéndoles frente como nadie lo había
hecho. Sentían la impotencia de no poder controlarlos, y que jamás lo harían.
Mire
mis muñecas, sujetas a las esposas magnéticas contra el asiento, al igual que
mis piernas. Al menos no me habían colocado un collar, porque de hacerlo
hubiera matado al que lo hiciera.
Dos
sujetos con uniforme de la policía de ciudad Zwielicht (Crepúsculo en Alemán)
al otro lado en los asientos contiguos me mantenían vigilado. Había una pequeña
malla de metal que bloqueaba y dividía la cabina de conductores y la nuestra.
Todo el lugar parecía demasiado para llevar a una persona, ¿lo usarían para
transportar otras cosas? ¿Cuerpos? ¿Esclavos? ¿O alimentos?
-
Salvaje.
No hay otra palabra para describirlo. Aun viendo que están al borde de la
extinción no pueden comportarse. Puff… - dijo uno de los policías, quitándose
su casco, su cabello rubio peinado en punta seguía sin desarreglarse, sus ojos
color azul metálico, una sonrisa se dibujó en su rostro y luego bufo,
evidenciando unos largos y blancos colmillos.
-
Increíble que ellos
hayan estado tanto tiempo arriba, disfrutando de la vida. – el otro policía
también se quitó el casco, colocándolo a un lado de él, peino su cabello hacia
atrás con sus dedos, sus ojos más grandes y saltones eran de un color café claro,
su piel de una tonalidad más oscura.
-
UNA VIDA QUE POR
DERECHO DEBÍA SER NUESTRA. – remarco el primer policía a su compañero elevando
su tono de voz en protesta, como si en realidad importara algo a quien le
pertenecía dicha vida, sin embargo mi atención seguía en sus llaves colgando de
su cinturón.
-
¿Qué es la vida sino
una sola fase que todos pasamos antes de despertar como lo que somos ahora? –
una voz más gruesa y profunda me hizo girarme hacia la cabina, un sujeto grande
y de aspecto más atemorizante estaba tras el volante, sin dejar de mirar el
camino, mantenía un ojo sobre mí. Vigilándome -
Ahora somos inmortales, la vida y la muerte no existen para nosotros.
-
A menos que les
corten la cabeza – dije, en tono seco, tanto que parecía demasiado frio.
-
Quisiera ver eso. –
el primer policía ahora sonreía, mirándome con curiosidad como un niño al que
le acababan de retar a hacer algo.
-
Puedo hacerlo, solo
dame algo con filo y te lo demostrare. – eleve una ceja al aire, mirándolos a
ambos sujetos al otro lado del vehículo, aun podía sentir la mirada del
grandulón sobre mí.
-
Tiene agallas el
gusano. – el tono del segundo policía me molesto, en especial al decir la
última palabra, refiriéndose a mí.
-
Yo tengo una
pregunta, humano Jasón. – el primer policía, saco una pequeña navaja de su
bolsillo, jugándola entre sus dedos, la movió a pocos centímetros de mi
mejilla, detallando un largo camino hasta mi mentón.
-
Oh, no, ahí vas con
eso. – su compañero se dejó caer sobre el asiento y luego se dio la vuelta,
ignorando completamente al hombre junto a él.
-
¿Qué le paso a
McGraw? – pregunto, tomándome del cuello, su mano se cerró sobre mi garganta.
En un fuerte agarre que oprimía e impedía respirar.
-
¿Quién es ese?
-
Ya sabes el tipo que
te persiguió por todo el bosque. Nuestro compañero que no apareció. ¿lo
mataste?
-
Quiso jugar con fuego
y se quemó.
-
¿es un sí o un no?
-
…
-
Respóndeme gusano. –
empuñando la navaja mas cerca de mi cuello, podía sentir el filo del frio metal
sobre mi piel.
-
No tengo porque.
-
Claro que tienes o
aquí mismo te cortare.
-
Eres tan patético. –
bufe, sonriendo - Ustedes nunca ganaran esta guerra.
-
¿guerra? Esto no es
una guerra, ustedes no son rivales para nosotros. Huyendo y escondiéndose como
cobardes. Somos cazadores en busca de comida. Solo para eso sirven, por eso los
mantenemos con vida, dejándolos jugar a su pequeña Resistencia.
-
… - no dije nada, me
sacudí y me líbero de su agarre, baje la mirada a mis pies, sin prestarle mucha
atención a todo. Escuchándolo emitir un suspiro de auto suficiencia, regreso a su
lugar.
-
¿Por qué? – la voz
del conductor, me hizo levantar la mirada.
-
¿Qué? – pregunte
hacia él.
-
¿Por qué pelean?
Después de tantos años, ¿no han tenido suficiente?
-
Ese es el problema.
Aun no es suficiente como para derrotar nuestra perseverancia. Si nos rendimos,
todos estos años habrán sido en vano, las muertes de muchos y las pocas
batallas ganadas. No podemos solo tirar la toalla y ver nuestro mundo ser
devastado.
-
Este mundo no les
pertenece. Solo desearon verlo así, porque les convenía. – el rubio exploto,
haciendo una mueca de repulsión.
-
Ustedes se mataban,
unos a otros. Con sus armas nucleares y su arrogante sentido de la superioridad
sobre su mundo. Eso no fue nuestra culpa, de una u otra manera habrían sido
destruidos por su propia mano. - ¿Qué quería probar este sujeto? ¿acaso creía
que yo no sabía los problemas de la humanidad? Si, éramos seres imperfectos,
pero esas mismas imperfecciones eran las que nos hacían humanos.
-
¿Cómo lo sabes?
-
¿Cómo no lo sabes tú?
– regresando la pregunta hacia mí, sus ojos viéndome por el retrovisor, me
aleje de su penetrante mirada.
-
Porque… creo que los
humanos pueden cambiar. – admití.
-
¿esperanza? Eso es
una ilusión. Debes entender que tu especie esta en extinción y pronto no
quedara ninguno de ustedes. ¿Por qué no bajar las armas y aceptarlo?
-
Porque me niego a
hacerlo. Aun puedo luchar, y mientras eso sea posible no me rendiré tan
fácilmente
-
Los humanos son tan… extraños.
¿esperanza? ¿amor? ¿felicidad? Al final, en el campo de batalla ¿de qué sirven?
-
No lo entenderías. –
jamás lo harían, incluso yo tenía una tonta esperanza de que las dos especies
pudieran convivir en un acuerdo mutuo, sin tener que llegar a apuntar un arma,
unos contra otros, sin más derramamientos de sangre pero ¿de que serviría decir
eso? Ellos no lo entenderían y si lo hiciera, se reirían de mi falsa
credibilidad. Baje la cabeza, colocando mis manos sobre mis rodillas. Tanto
esfuerzo, y años de entrenamiento, al menos había podido mantener a más de 500
personas con vida y no me había rendido durante todos estos años desde la
partida de mi abuelo. Jamás me había considerado un líder al cual deberían de
seguir los demás, cuando mucho podía ser catalogado como un guardián.
Mirando
a través de la pequeña ventana detrás de mí, comencé a visualizar que estábamos
a pocos kilómetros de salir de la zona del bosque de los Azules. Aquel lugar en
donde la vida y la muerte se encontraban, el bosque y el desierto eran
divididos por la larga carretera de asfalto de la Segunda Entrada a la ciudad Zwielicht.
En pocos minutos más estaríamos en el muro y al atravesar las grandes puertas
de acero jamás volvería a salir de ese lugar.
Suspire
profundamente, regresando a mi asiento, apretando las manos en puños. ¿Esto era
todo? ¿No pelearía? Sintiendo el impulso de rabia fluyendo por mi cuerpo, sabía
que esta no sería la excepción. No me
llevarían tan fácilmente, después de todo, había peleado para sobrevivir y no
para terminar dentro de una sala de laboratorio para ser usado como conejillo
de indias. Tan pronto como llegáramos al muro atacaría a ambos policías,
contando con que el tiempo en el que los vehículos tuvieran que ser registrados
antes de entrar fuera suficiente para ello.
Una
fuerza movió mi muñeca izquierda hacia arriba, chocando contra el techo. Y la
otra contra el suelo, quedando con ambos brazos extendidos en diferentes
direcciones.
-
¿Qué…? – pregunte,
totalmente sorprendido. Hasta que una risita frente a mí me hizo girarme.
-
Divertido ¿no? – dijo
el rubio, sosteniendo un pequeño control que parpadeaba una luz roja. Un
control para las esposas magnéticas.
-
¿quieres dejarlo ya?
Pareces un maldito mocoso. – lo regaño su compañero, quitándole el control de
las manos, dándole un golpe en la cabeza.
-
Solo quiero jugar.
-
Pues juega con tu
mano.
-
¿Por qué estás tan gruñón?
-
Porque estoy cansado.
He estado de vigilante dos días enteros y…
-
No me digas que no
has…
-
Exacto. No me he
alimentado. Estoy al borde del colapso, si es lo que querías saber. – llevando
una mano sobre su frente, parecía débil y cansado. Sus pupilas estaban
ensombrecidas y sus labios fruncidos en una mueca.
-
¿quieres beber un
poco de mi sangre? – ofreció su compañero, descubriendo un poco su cuello de la
chamarra con lo cubría.
-
Nunca bebo de otro
vampiro, es extraño hacerlo. – dijo alejándose un poco de él, su expresión de
repulsión reflejada en las comisuras de sus labios curvados.
-
Mimado. ¿entonces qué?
¿esperaras hasta llegar a casa?
-
Si es la única
opción.
-
Ya sé. El Salvaje, él
tiene sangre. – señalándome con su dedo índice.
-
Duh, está vivo. –
creo que no fue el único que rodo los ojos, porque también sentí que el
conductor y yo hicimos lo mismo.
-
Me refiero a que ¿Por
qué no pruebas un poco de su sangre? - ¿probarme? La simple palabra me causaba
escalofríos y el pensar en el vampiro bebiendo de mí, era aún peor. Forcejee
sobre las malditas esposas, no haciendo gran cambio a mi situación de quedar
inmóvil.
-
Dejare una marca.
Podrían matarme por ello, el doctor Bateman lo quiere sin ningún rasguño y no
quiero enfrentarme contra él.
-
Espera aquí. – dijo,
levantándose de su asiento hacia mí, volvió a sacar la navaja de su pantalón y
tomo mi muñeca que estaba levantada.
-
¿Qué estás haciendo?
– pregunte alarmado de lo que iba a hacer, trate de alejarme de él, pero las
malditas esposas estaban magnetizadas contra el metal del vehículo.
Inmovilizándome por completo.
-
Silencio. Haremos que
tu vida tenga un nuevo propósito. Solo será un pequeño corte en la muñeca.
-
Espera, no. ¿no sabes
lo que pasa cuando cortas la muñeca de un humano? Ah… – chille cuando el arma
rasgo mi piel, abriéndose paso hasta cortar lo que eran mis venas, un líquido
carmesí comenzó a fluir del corte que había hecho el rubio.
-
Pues sangra, es
obvio. – dijo, no podía mover la muñeca, porque si la forzaba demasiado, la
sangre brotaría más rápido y eso significaría que me desangraría y perdería el
conocimiento en el pequeño lapso. – bebe.
-
Pero…
-
Bebe. O se
desangrara.
-
¿así que sabias? –
pregunte molesto, aguantando las ganas de golpearlo hasta que me sangraran los
nudillos.
-
Tal vez sabía algo,
no lo sé. – dijo, sonriéndome cínicamente.
-
Solo tomare un poco.
Nada más. – se levantó de su asiento y camino hasta estar parado frente a mí.
-
No lo hagas. Por
favor.
A
pesar de mis protestas, el sujeto acerco su boca hacia mi muñeca, doblándola
con su dedo pulgar hasta hacer para atrás la muñeca, la sangre que manaba
comenzó a brotar más, y un leve piquete en mi extremidad me hizo gemir al
sentir el dolor.
Paso
su lengua lentamente por toda la herida, delineando cada centímetro de la
abertura, lamio la sangre que se escurría hasta mi codo, trazando una línea con
su propia saliva, eso me hizo estremecer al sentir la humedad de su lengua y su
fría respiración contra mi desnuda piel.
Sus labios se posaron en el corte y comenzó a succionar, sin tener que clavar
sus colmillos como normalmente lo hacían, la incisión estaba hecha, solo que no
había tenido que morderme, solo cortarme la muñeca.
Su
mirada fija en mí, mientras yo trataba de alejarla de mí, era como la de
alguien sintiendo el más placentero sabor entre su boca, aunque a mí me
revolvía el estómago el sentir su boca tomando mi líquido vital. Mi cuerpo
estaba más frio que lo normal, a excepción de mi muñeca donde sentía un ardor
extremo, y todo daba vueltas a mí alrededor, estaba a punto de desmayarme.
-
Es suficiente, detenlo,
Marko. – le indico el conductor al rubio, en tono de advertencia.
-
Pero aún le falta un
poco.
-
Se desmayara y si eso
pasa, el doctor Bateman hará preguntas. No todos los humanos tienen demasiada
sangre en sus cuerpos.
-
Tienes razón, es muy
escuálido. Está bien, Eliot, suéltalo. – dijo, pero el vampiro lo ignoro,
succionando más fuerte gemí al sentir el dolor desgarrador. El rubio, Marko, lo
envolvió en una llave por detrás de la nuca, pero este no soltó, sino que se
aferraba más. Presionando su nariz con ambos dedos, el vampiro abrió la boca,
llena de sangre, desde la lengua hasta los dientes. Unas pequeñas gotas
escurriéndose por la comisura de su labio hasta llegar a su barbilla. - ¿te
sientes mejor?
-
S… sí. Su… su sangre
es muy deliciosa. No podía parar.
-
Diablos. Revisa al
humano, ¿está él bien?
-
Que importa.
-
Puede enfermar antes
de su ingreso. Debemos ver que no está en agonía o que le pueda dar anemia por
la falta de sangre.
-
Mierda. Déjame ver tu
muñeca. – dijo jalando mi mano hacia él, forcejee y el dolor se intensifico al
sentir la piel separándose.
-
DEJAME.
-
Necesito revisarte.
Estate quieto.
-
DEJA, QUIERO QUE TU
JEFE VEA LO QUE ME HICISTE.
-
Maldición. Solo
quiero ayudarte.
-
¿no será para
ayudarte a ti mismo? Suéltame, no soy tan débil como parezco. – liberándome de
su agarre, al sacudirme. Un sonido magnético hizo que las esposas se
desmagnetizaran y regresaran a estar juntas.
-
Lo lamento, déjame
curarte. Tengo un poco de esterilizante y vendas. – Eliot se acercó, aun con
rastros de mi sangre en su boca, me parte lejos de él, envolviéndome a mí mismo
en una pequeño ovillo.
-
No me toques,
manténganse lejos de mí, ambos.
-
Pero tenemos que
curar tus heridas o perderás más sangre. – dijo el conductor en tono molesto
hacia mí, dándoles leves vistazos de reojo por el retrovisor.
-
No… es necesario
hacer eso. Ya casi no siento el dolor en la muñeca.
-
Pero…
-
DEJALO. Es tan terco,
típico de los humanos. – bramo el rubio.
-
Así es, típico de los
humanos, como también es típico de los vampiros tomar lo que no les perteneces
sin consentimiento.
-
Yo… - iba a decir algo Eliot, pero no pudo
completar la oración cuando la voz del conductor nos hizo girar.
-
MALDICION – grito el
conductor al otro lado de la cabina, tensando su cuerpo, hundió su pie en los
pedales del vehículo fuertemente.
El
auto freno de golpe, haciéndonos tambalear en nuestros asientos, casi habían
ido a chocar contra la malla de la cabina del conductor los dos policías.
Haciendo sonidos en señal de protesta por el dolor, me di cuenta que mis manos
no estaban magnetizadas al suelo, y que las llaves estaban a pocos centímetros
de mi mis pies. Las alcance con la punta de mi calzado y las escondí detrás de
ellas, colocando ambos talones juntos. Me incorpore. Los dos policías hicieron
lo mismo, reacomodándose su equipo. La puerta trasera se abrió, haciendo un
sonido mecánico, el vehículo crujió, y ambos sujetos salieron.
-
Vigílalo, nosotros
nos haremos cargo. – advirtió Marko antes de ir al exterior hacia el conductor,
seguido de su compañero. Este solo asintió.
-
¿Qué sucede? –
pregunte al conductor tan pronto la gruesa puerta se cerró.
-
Guarda silencio. –
susurro, bajando el volumen de su voz.
-
¿Por qué? Dime que
está pasando. – le imite, hablando por lo bajo, me acerque hacia la malla
protectora que nos separaba.
-
Nos pueden escuchar.
-
¿Quiénes?
-
Shuu… eres muy
ruidoso. – me hizo una seña con su dedo sobre sus labios, en señal de que
cerrara la boca y no hablara, pero obviamente la ignore.
-
Respóndeme.
-
Las bestias. Están
aquí y nos tienes rodeados.
-
¿Cómo lo sabes?
-
La atmosfera. Puedo
olerlos en el aire, sus ojos están vigilándonos.
-
¿Por qué no arrancas
entonces?
-
Son demasiados. Nos
tienes totalmente rodeados.
-
Si atacan, esto se
volverá un caos. ¿quieres estar en medio de todo esto? Yo no, y no creo que tú
lo quieras.
-
Shuu… hay movimiento
afuera.
-
¿Dónde?
-
Ahí – señalo hacia
donde la pareja de policías estaban parados, inspeccionando la zona, podía ver
toda la escena a través del parabrisas, a pesar de tener la malla frente. Aunque
no podía escuchar nada, solo ver sus movimientos precavidos, acercándose hacia
donde estaba un arbusto.
++++++++++++++++++++
Los
arbustos de un lado de ellos comenzaron a moverse, ambos se giraron hacia el
movimiento extraño y uno se acercó, cuidando cada uno de sus pasos al caminar,
su compañero lo vigilaba por detrás. Mientras mantenía su delgada arma Paralyse
(parálisis en alemán) apuntando hacia la pequeña mata verde.
-
Salga ahora mismo o
dispararemos. Es una advertencia. – no hubo respuesta a su llamado. – creo que
no fue nada.
-
¿estás seguro? –
pregunto su compañero, aun apuntando hacia el arbusto.
-
Si, debió haber sido
un animalito. Se asustó y huyo. Créeme – palmeo el hombro de Eliot, riendo por lo bajo al ver su
expresión.
-
Está bien – bajando
su arma. Un poco más tranquilo, dejo salir un suspiro aliviado.
Le
hizo una seña al conductor del vehículo, Cale, diciéndole que todo estaba bien,
y que encendiera el vehículo. Al parecer los dos vehículos que estaban frente a
ellos estaban comenzando a movilizarse, y debían de permanecer juntos si eran
acechados por Weres. Aún quedaban algunos Fledermaus inspeccionando la zona,
esos tipos siempre estaban alerta.
Se
giró hacia su compañero. Cargando su arma en el hombro.
-
Vámonos, Eliot. Los
demás ya están rodando.
-
Ok, ya voy, solo
necesitaba… - dejo incompleta su oración, los ojos de Marko se abrieron de par
en par al ver una enorme figura saliendo de entre los árboles, saltando sobre
su compañero.
-
ELIOT – grito,
apuntando su arma hacia la bestia, está mostrando sus largos y filosos
colmillos, Marko quedo en un trance, del que no podía moverse, jamás había
estado tan cerca de un were en su inmortal vida y el miedo, terror, pánico, le
impedían moverse.
-
MARKO, AYUDAME.
DISPARALE. – la voz de su amigo le hizo regresar a la realidad, dándose cuenta
que aún estaba sobre su pecho contra el suelo bajo las patas del enorme animal,
que presionaban cada vez más su cuerpo. El sonido de sus huesos rompiéndose
como si se tratara de una ramita seca.
-
MALDITO. DEJALO. –
levanto el arma y presiono el gatillo. Una pequeña chispa salió disparada,
dándole al were un toque eléctrico en la pata, este retrocedió, liberando a su
compañero. Volvió a repetir la acción mientras la bestia se lamia la herida,
presionando el botón de MAXIMO, la chispa salió más grande y lanzo al animal
varios metros lejos de ellos. Sonrió tontamente, casi saltando de emoción – NO ERES
TAN FUERTE, ¿VERDAD? – vio a su amigo en el suelo, retorciéndose de dolor. –
Eliot, ¿estás bien?
-
Si, solo me lastimo
un poco… me duelen las costillas. – haciendo una mueca de dolor. Marko presiono
su mano sobre el costado izquierdo, haciendo que su compañero gruñera por el
dolor.
-
Creo que te ha roto
la costilla. Tenemos que revisarte.
-
En… entiendo.
-
Sujétate de mí. –
pasando su brazo por encima de su cabeza, le ayudo a incorporarse del suelo -
¿listo? – pregunto a su amigo para poder avanzar hacia el vehículo, este asintió.
Varios
de los Fledermaus se acercaban hacia ellos, pero ninguno ofreció su ayuda, sino
que solo se dedicaron a pasarlos de alto y dirigirse hacia donde el were hacia
ido a caer. Malditos, dijo para sí
mismo.
-
Gracias por ayudarme.
-
Tú habrías hecho lo
mismo.
-
¿estás seguro? – en
tono de broma.
-
¿quieres que te deje
aquí tirado?
-
No, la tierra en mi
boca una segunda vez no es tan agradable.
-
No entiendo que haces
aquí, tu lugar es dentro de la ciudad. No eres un chico de campo. ¿Por qué
aceptaste venir?
-
Tú me necesitabas
aquí. Debo cubrir tu espalda, ¿recuerdas? – sonriendo, aun con el corte en su
ceja izquierda sangrando y su labio hinchado.
-
Y yo la tuya. Hay que
apurarnos para curar esas heridas. – poniendo fin a la conversación, porque no
estaba seguro de cuanto más pudiera resistir su amigo el dolor en las
costillas. Necesitaban reacomodarlas y darle una buena dosis de sangre salvaje para que se curara.
Un
rugido desgarrador los hizo girarse, no podían creer lo que veían. Era la más
maldita enorme bestia. Casi irreal, pero ahí estaba parada frente a sus
compañeros, luchando contra ellos, los hacia como muñecos de trapo entre sus
patas. Todos se pusieron en una línea defensiva, con sus armas apuntando hacia
él.
Otros
más animales comenzaron a salir de entre los árboles, el mismo lobo al que le
había disparado los veía desde lejos, la ira en sus ojos era evidente. Lamiendo
su hocico paso su lengua por sus dientes, su bajo gruñido se podía escuchar
desde la distancia. Eran más de una docena de lobos los que los rodeaban y
ellos solo eran 7, 9 contando al humano y al conductor que aún se mantenían en
el vehículo, pero esos eran solo estorbos. Lo que importaba era que los superaban
en número.
Sosteniendo
más fuerte a su compañero contra su cuerpo, comenzó a retroceder, lentamente y
con cuidado de no darle a alguno de los lobos una señal para perseguirlos. Los
Fledermaus estaban entrenados para pelear y que mejor ocasión para poner en
práctica sus habilidades.
-
Tenemos que llegar al
vehículo, sin hacer demasiado ruido, ¿entendiste, Eliot? – susurro por lo bajo,
casi sin mover los labios, que esperaba su amigo entendiera sus palabras
distorsionadas.
-
Sí. – asintió, apretando los dientes, ante el
gruñido de dolor que quería salir de su boca.
Contando
sus pasos, ambos retrocedieron, aun atentos al movimiento de alguno de los
lobos que cercaban la frontera hacia el oscuro bosque. Se detuvo un momento al
sentir a su amigo tensarse y luego volvió a caminar, al sentir la presión
desaparecer. El lobo mayor soltó un aullido que les hizo estremecerse al
escuchar el sonido bestial que se agudizo más dentro del profundo bosque
oscuro. Dando con ello la señal para que todos los lobos avanzaran al ataque,
el lobo con el que habían peleado, empujo a sus compañeros, adelantándose a
ellos con movimientos veloces, de un cazador y ellos sus débiles presas.
Libero
a su compañero, dejándolo caer y se abalanzo contra el animal. Ambos chocaron,
un impacto duro y seco. Su compañero no podía pelear estando herido, pero él aún
seguía bien y lo protegería.
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La
lucha había comenzado y todos se estaban dando con todo. Lobos y vampiros, como
perros y gatos callejeros, cosa que no estaba lejos de ser realidad. Marko
estaba peleando con un lobo de pelaje marrón, golpeándolo en los costados
tratando de hacerlo ceder. Eliot estaba en el suelo, retorciéndose de dolor,
parecía herido.
El
rubio policía tomo al lobo por la mitad del cuerpo y lo levanto del suelo,
haciéndole una llave de candado lo estrecho contra el suelo. El animal gruño,
quedándose quieto. Marko se reacomodo la ropa, escupiendo a un lado un poco de
sangre, se dirigió a su amigo.
-
Dios, Marko, detrás
de ti – grito Eliot, señalando al gran were que se aventaba sobre él, tomándolo
entre sus colmillos del brazo derecho. El vampiro grito de dolor, maldiciendo
de mil maneras diferentes al cambia formas que no le soltaba ni por un segundo.
-
MALDITO ANIMAL, TE
VOY A MATAR – bramo, golpeándolo en la cabeza, pero al hacerlo, el were aplico más
presión a sus mandíbulas sobre su carne.
Marko
cayó al suelo, sangrando del costado donde solía estar su brazo, el cual
descansaba sobre el hocico de la bestia.
Se
giró a ver a su compañero, extendiendo su brazo izquierdo hacia él, tratando de
alcanzarlo. Pero no podía. Estaban demasiado cerca y lejos al mismo tiempo.
Sintiendo
la ausencia de su miembro, el dolor de ser destrozado término al sentir los
colmillos del animal en su cuello, cerrándose sobre él, sus ojos también lo
hicieron. ¿Inmortal? Eso era una ilusión que terminaba rápidamente. La única
cosa que no había hecho había sido proteger a ese que siempre le había apoyado,
jamás lo había hecho.
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