LABIOS HELADOS, LENGUA CALIENTE - CAPITULO 3

[RECOCIMIENTO Parte 3]
Partiéndolo por la mitad, el Fledermaus grito de dolor al sentir las garras y colmillos romper su cuerpo como un mondadientes. Aun no podía creer la brutalidad con la que los estaban destrozando. Todos los vampiros en el terreno estaban siendo masacrados por esos lobos de tamaño descomunal. Cayendo uno por uno.
-         Enciende el motor. – le dije al conductor al ver al último de los vampiros ser asesinado. Marko y Eliot descansando en el suelo, Marko estaba muerto, con solo mirar el enorme charco de sangre manando de su cuello era evidente. Y Eliot estaba siendo desgarrado, por otros dos lobos que lo peleaban entre sí, como si fuera un trozo de carne.
-         Pero… ellos… se encargaran… - aun con sus ojos totalmente abiertos, fijos en el parabrisas. Golpee la malla con las esposas, haciéndolo reaccionar y mirarme a los ojos.
-         ¿aun sigues creyendo eso? Míralos. Los están matando.
-         Tienes razón, debo ayudarlos. – deshaciéndose de su cinturón de seguridad.
-         No me refería a eso, idiota. Enciende el motor y demos vuelta. Aun podemos alcanzar a los otros dos vehículos.
-         Están muy lejos.
-         ¿no tienes algo con que llamarlos? Los necesitamos.
-         LA RADIO. Tienes razón. – dijo tomando el pequeño artefacto, una luz azul brillo en una pantalla que descendió del techo. El escudo de la ciudad apareció cuando la encendió, tomo el pequeño comunicador y el rostro de uno de los guardias apareció en la imagen.
-         ¿Qué sucede unidad 045? Se supone que deberían ir detrás de nosotros.
-         Estamos bajo ataque. Una emboscada por una manada de weres. Necesitamos ayuda.
-         ¿Qué? ¿Cuántos son?
-         No lo sé, creo que una docena. No tengo idea.
-         ¿Qué paso con los Fledermaus que los estaban cuidando?
-         … - enmudeció, sin poder decir palabra alguna, balbuceando nada.
-         Están muertos – dije, ya que el conductor no parecía poder articular palabra, presa del pánico.
-         ¿el humano? ¿Qué estás haciendo?
-         Escúchenme bien, idiotas. Todos han sido masacrados, solo quedamos nosotros dos. Así que dense prisa y vengan a ayudarnos. RAPIDO.
-         Vamos de regreso en 25 minutos estamos ahí.
-         ¿Qué? No, no tenemos 25 minutos. – proteste, pero la imagen en la pantalla había desaparecido. El conductor aun temblando sobre su asiento.
Las hambrientas miradas de los lobos mientras nos rodeaban, habían abandonado los cuerpos de los vampiros en el suelo. Dejándolos desangrarse. Totalmente desmembrados.
Trague en seco, al sentir la amenaza acercándose hacia nosotros. Uno de los lobos se paró frente al vehículo, subiendo las patas en la caja donde estaba el motor. Todo el  vehículo crujió al recibir el enorme peso del animal. Mierda, estoy más que muerto, dije para mí mismo al ver como 5 de los lobos, incluido el que estaba sobre el coche y el más grande de ellos, que parecía ser el Alfa, comenzaron a cambiar.
Su pelaje volvió a ocultarse, exponiendo una piel más oscura, sus patas se volvieron piernas y manos, cubiertas por grandes músculos. Los cinco hombres estaban completamente desnudos, el tipo frente a nosotros con su miembro colgando entre sus piernas no era una buena vista, pero al parecer para ellos no existía el sentido del pudor al mostrarse sin ropas.
El lobo más grande, ahora convertido en un alto hombre de gran complexión y bonito cuerpo, se acercó hacia la puerta del conductor y toco el vidrio de la ventana, dándole pequeños golpecitos con su dedo índice. Le indico que abriera la puerta y saliera del vehículo.
-         No lo hagas, puede ser una trampa. – advertí, susurrándole demasiado cerca que podía saborear el metal de la rendija.
-         No creo que importe si es o no es una trampa. Debo hacerlo. – colocando su mano sobre la manija, abrió la puerta y salió, con los brazos extendidos. Podía verlo temblar.
-         ¿Quién eres? – pronuncio el Alfa, su voz grave y fuerte, tan varonil que casi me hizo encogerme y agachar la cabeza ante su presencia. Su autoridad emanaba a brotes, era un alfa de nacimiento. Parándose frente al conductor, su tamaño era mayor e incluso se veía más fuerte.
-         Wilson, Cale Wilson. ¿Quiénes son ustedes?
-         Nosotros haremos las preguntas aquí. Solo concéntrate en responder las mías brevemente. ¿Qué estaban haciendo aquí en el bosque de los Azules? Estas son mis tierras.
-         De hecho no existe ningún título de propiedad dentro de los terrenos del bosque, este lugar es tierra salvaje.
-         ¿en serio? Pues si yo digo que esta es MI tierra, es porque es MI tierra. Tal vez ustedes los vampiros disfrutan haciendo todas esas cosas de papeleos y dueños, pero la tierra es de quien la habita, quien la cuida y la mantiene viva. – dos de los 5 grandes hombres were flanquearon ambos lados del conductor y lo mantuvieron vigilado, cuidando sus movimientos y tratando de ponerlo nervioso. Cosa que parecía estar funcionando muy bien, el jugueteo con sus dedos sobre la tela de su pantalón era prueba de ello.
-         No respondiste mi pregunta, ¿Qué estaban haciendo en MIS tierras, vampiro? – su tono de voz sonaba más grave y amenazador, podía sentir su estado de humor más pesado y el peligro en él. Los dos hombres lo tomaron de los brazos y lo sometieron, trato de resistirse, pero cuando estaba a punto de levantarse y defenderse el Alfa le surco un golpe en el estómago, escuche el ruido que hizo al impactar, no fue nada suave. Casi podía sentir el golpee sobre mí. – RESPONDE – grito, tan fuerte que me hizo estremecer, todo mi cuerpo tembló ante el sonido vibrante de su agresiva voz. El tipo era mucho más que peligroso y su humor no era el más tranquilo, era tan impulsivo.
Tome las llaves que estaban debajo de mi planta y las lleve a mis tobillos. Tocando levemente donde el escáner brillaba, una luz azul se encendió y las esposas se abrieron. Lo siguiente fue, las muñecas, pero las llaves no alcanzaban a tocar el pequeño brillo y aun me dolía la herida, no demasiado, pero seguía cerrándose. Usando mi boca, las tome entre mis dientes y acerque la punta de la llave al panel del escáner, se abrieron de ambos lados, liberando cada una de mis muñecas y cayeron al suelo del vehículo. Era libre, pero ¿Por cuánto tiempo? Aún seguían los weres fuera del vehículo, interrogando, no, torturando al conductor para que les dijera todo. Y si me veían a mí, era más probable que terminara acompañándole a un lado.
-         ¿Qué llevas dentro del vehículo?
-         Es… un humano.
-         ¿un humano? – su ceja se elevó y le dirigió una mirada de sorpresa y enojo.
-         A lo mejor quería decir comida fresca. – los 4 lobos dejaron salir un sonrisa, inundando el lugar con sus carcajadas que inflaban sus pechos al reír.
-         Sáquenlo de ahí. Quiero verlo. – ordeno hacia sus hombres, la sonrisa en su rostro expuso unos grandes dientes. Al igual que las dentadas de los otros hombres a su alrededor.
-         YO LO HARE – grito el tipo frente al vehículo, saltando desde el capo aterrizo sobre sus pies, su miembro aun colgaba entre sus piernas ¿no le molestaría siquiera? El bosque estaba lleno de insectos y plantas peligrosas para traer la piel expuesta.
Moviéndose detrás del conductor, le arrebato las llaves que estaban colgando en su cintura. Presiono el botón rojo hacia la puerta del piloto, donde había estado el conductor, y esta se abrió. El hombre subió al vehículo y metiendo sus manos debajo del volante, jalo una palanca, la puerta trasera del compartimiento en donde estaba yo crujió, como si los seguros se retiraran  de ella.
-         DATE PRISA Y SACALO DE AHÍ. – grito uno de los hombres al chico que parecía tener mi edad o un poco ser mayor que yo, no como los otros que parecían doblarme la edad.
-         CALLENSE, ESTAS COSAS NO SON JUGUETES PARA ANCIANOS. – respondió, su voz más joven, no era como la de los otros weres, pero aun así mantenía un tono grave y ronco. Se giró, mirándome a través de la malla de metal, yo retrocedí un poco, pero aun podía verlo. – hola. Mi alfa quiere conocerte, así que se bueno y compórtate.
No hubo respuesta por parte mía, solo me limite a seguirle con la mirada. Sonrió, y después de esto, salto fuera del vehículo. Le hizo señas a uno de los hombres para que se acercara, y le ayudara.
No había nada con que defenderme, todo eran sogas y algunas cosas inofensivas. Incluso con una roca hubiera estado agradecido, pero no, nada.
La puerta chirrió, ante el movimiento del seguro de afuera siendo removido. Tome la soga que estaba colgada en uno de los costados, tenía una red de acompañante. Comencé a desenredar la inmarañable red y la extendí, al menos cabía uno de ellos.
Cuando la puerta se abrió de par en par, el rostro del chico estaba en el medio de la visión. Lance la red sobre él, pero este se agacho y cayó encima de su compañero. Quien comenzó a luchar por liberarse de esta. La red lo envolvió más y más, de seguro estaba programada para aprisionar a su víctima. Los vampiros odiaban acercarse demasiado a sus presas y preferían inmovilizarlas por cualquier método.
Me apresure a salir de vehículo, utilizando la cara del joven were como escalón para saltar a través de ellos. Di una vuelta en el aire, haciendo que todo mi cuerpo girara unos 360°. Aterrice sobre mis pies, aun tambaleándome, el polvo del suelo se levantó y mis zapatos derraparon, sin hacerme resbalar y perder el equilibrio.
Al otro lado del lugar, 6 pares de ojos animales se mantenían sobre mí, incluso los de los mismos hombres. El chico se giró hacia mí, molesto trato de alcanzarme con pasos veloces, sus  manos cerradas en puños tratando de darme un buen golpe. A pesar de que sus movimientos de pelea eran rápidos, no tenía intención de dejarme golpear.
Retrocedí en el momento que el avanzaba, esquivando dos de sus golpes. Esto le enfureció más y se abalanzó sobre mí, tratando de derribarme con una improvisada y nada coordinada tacleada. Sin embargo cuando lo hizo, di un salto, colocando ambas manos sobre sus hombros, logre volver a saltarlo, utilizándolo como perca.
-         DEMONIOS, ¿POR QUÉ NO TE QUEDAS QUIETO?
-         ¿PROBLEMAS CON EL HUMANO?  - pregunto uno de los hombres detrás de él, emitiendo una pequeña risilla molesta.
-         DEJA DE JUGAR Y DATE PRISA. – el de junto le replico. Este traía el cabello inmensamente largo hasta la cintura y era oscuro.
-         MALDITOS. Ven acá. – bramo contra mí, enfurecido, lleno de rabia.
-         No puedes obligarme.
-         Ya lo veras.
-         Sigue diciéndote eso. Si logras ponerme un dedo encima, será lo último que hagas.
Se abalanzo sobre mí, de nuevo, esta vez respondí al movimiento. Apartándome lo suficiente, dejando un espacio libre, cuando estaba más cerca levante la pierna y le di una patada directo en el pecho. El golpe fue hecho a la perfección y el chico se retiró, llevando su mano hacia donde había golpeado, sin embargo el golpe también me había afectado a mí. ¿De que estaban hechos estos sujetos? ¿De piedra? ¿De acero?
Mi pierna dolía, pero no podía mostrar el dolor. El chico se reincorporo, tratando de respirar con más tranquilidad. Volviendo a derrumbarse, parecía tener problemas para respirar adecuadamente.
Estaba a punto de acercarme a él, cuando los otros dos sujetos, que parecían idénticos, gemelos supuse, aparecieron en lados opuestos, tratando de rodearme. Uno se adelantó por la parte trasera y el otro le  imito solo que de frente.
Salte sobre ellos, haciéndolos chocar uno contra otro. El impacto fue duro, rostro con rostro. Ambos gimieron de dolor y cayeron al suelo, inconscientes. Habían sido más rápidos de derrotar que el chico were. La vejez les afectaba como a los humanos, volviéndolos mas lentos y débiles. Eso parecía.
-         ¡¡YA BASTA!! – grito una estridente voz desde atrás de mí.
Incluso aunque me había girado rápidamente hacia la estridente voz y que sabía a quién pertenecía, no pude detener el movimiento del tipo. Trate de defenderme con un golpe de codo, pero este me bloqueo el movimiento y tomo mi brazo fuertemente. La presión de su gran agarre sobre mi muñeca me impresiono, en especial cuando me dio la vuelta, en una extraña llave que me impidió moverme. Mi mano estaba en la parte de atrás de mi espalda, en una torcedura que cuanto más me resistía más jalaba  y sentía el brazo siendo arrancado, como una hierba cuando la desarraigas del suelo.
-         ASI ES COMO SE HACEN LAS COSAS. BOLA DE NIÑOS.
-         DEJAME. ME LASTIMAS. – proteste, el dolor era intenso y no podía pensar en otra cosa que liberarme del enorme hombre detrás de mí.
-         Silencio, humano.
-         Es cierto. Lo estas lastimando. – se acercó el conductor, liberándose del agarre del otro were hasta llegar hacia donde estábamos. Tratando de ayudarme a liberarme del Alfa. Pero en su lugar solo recibió un golpe, que lo mando a chocar contra el vehículo.
-         Tú cállate. Maldita sanguijuela.
Chille al sentir forzar más el agarre en mi brazo. El alfa pareció notarlo y trato de suavizarlo un poco, pero aún seguía doliendo. En especial mi muñeca, que sentía estaba separándose de su lugar.
-         Su muñeca esta lastimada. No aprietes tanto. – logro decir, casi murmurándolo, con mucha dificultad, rastros de sangre saliendo por su boca.
Los ojos del enorme hombre fueron hacia mi muñeca, donde una pequeña línea de sangre comenzaba a notarse brotar. Manchando también la palma del Alfa. Me libero de la llave, aun apresando mi mano con su enorme palma. Las proporciones entre nuestros cuerpos eran evidentes. Él era grande y yo era la mitad de uno de sus brazos. Me sentía en desventaja, pero no débil, ni mucho menos intimidado.
-         Déjame revisar. Casi no tienes nada, pero aún se ve fresca. ¿Qué te paso?
-         Nada – trate de evitar su penetrante mirada, en especial esos dos ojos color avellana. Eran demasiado potentes, que me sentía expuesto; transparente.
-         No te creo. ¿fue él? – señalándolo con su mentón, el conductor aún estaba en el suelo, un pequeño charco de sangre a un lado de él.
-         No, fueron otros vampiros. – nuestras miradas se encontraron, por un segundo me quede inmóvil, mi respiración se detuvo.
Su mano no ejercía la misma fuerza sobre mi brazo, incluso había cedido un poco más. Sin embargo una ola de calor me inundo, subiendo por toda mi columna hasta llegar a mi pecho, como una chispa eléctrica moviéndose a través de los cables de tensión. El hormigueo en mis manos por querer alcanzar a tocar esa gruesa piel bronceada era extraño, pero lo era más el querer probar, tocar y lamer esos labios.
Despertando de mí sueño, gracias a que el dolor de mi muñeca me trajo de vuelta a la realidad. Hice una mueca de dolor, pero me recompuse. Aun podía sentir la herida palpitando.
-         ¿estarás bien? tengo que revisar a mi manada. – parecía distraído, su tono de voz había perdido ese intimidante volumen, pero seguía siendo serio.
-         No soy una chica. Y tampoco soy tan débil como parezco.
-         Como quieras.
Me dejo ir, soltándome, por un segundo tuve la impresión que no lo había querido hacer. Y una parte de mí tampoco había querido abandonar el ser tocado por esas manos. ¿Qué pasaba conmigo? ¿Desde cuándo había comenzado a tener esa clase de pensamientos estúpidos? No había tiempo.
El sonido del seguro de un arma siendo accionado llamo mi atención, frente al conductor estaba el mismo tipo de largo cabello oscuro, apuntando hacia su cabeza con el revólver. Corrí hacia ellos, aun sintiendo el dolor en mi pie, algo estaba roto. No importo demasiado. Mis pies reaccionaron por si solos y comencé a correr.
-         ¡Espera! – grite, aun corriendo, mi voz parecía quebrarse por la falta aire, el hombre giro la mirada hacia mí, ira fue lo único que recibí.
-         ¿Qué? – pregunto, dando un paso a un lado del hombre.
-         No lo mates.
-         ¿Por qué no? Es un vampiro. Además trato de ponerte en una celda. ¿no estas molesto por eso?
-         Aun así, no lo mates. No lo hagas.
-         Bien, como quieras. Humanos, son tan complicados de entender. Vámonos. – al parecer los vampiros no eran los únicos que pensaban eso de nosotros. Al menos eso tenían en común esos dos.
El hombre were se alejó, protestando como nunca en mi vida hubiera visto a alguien hacerlo. Me acerque hacia donde estaba el conductor, una mancha de sangre caía por el costado izquierdo y su ojo se mantenía entrecerrado por el dolor.  Le ayude a levantarse, colocando su espalda contra la llanta del vehículo, aun se podía ver el lugar en el que había sido estrellado por el Alfa. Una abolladura grande y que no desaparecería, tanto del vehículo como del cuerpo de Cale.
-         ¿Por qué me salvaste? – su voz se oía débil, y forzada, tenía problemas para pronunciar bien las palabras, pero podía entenderlas.
-         No lo sé.  – respondí honestamente, a lo que incluso yo mismo me había sorprendido por haberlo hecho.
-         ¿sabes que él tiene razón?
-         Sí, pero no seré el responsable de la muerte de un inocente. – la arranque un trozo de tela de su camisa y comencé a limpiar la sangre que salía de su cuerpo por las heridas.
-         ¿Cómo sabes eso? – hizo una mueca de dolor cuando la tela toco su carne abierta. Su piel era más pálida, pero aun así no despedía un aroma pútrido como muchos relataban anteriormente durante las noches de vigilancia. Imaginándonos como serian, solo muy pocos lo sabíamos con certeza sin tener que hacer suposiciones.
-         Porque pudiste haberme tratado como los demás vampiros tratan a los humanos y no lo hiciste, me trataste como a un igual. Y me defendiste. Pudiste solo voltear la mirada, pero no lo hiciste.
-         … - parecía querer decir algo, pero no lo dijo, sus labios se apretaron y solo se limitó a escuchar. Sus ojos recorriendo mi rostro, era extraño, pero parecía como si me hubiera visto antes.
-         ¿conociste a mi abuelo? – pregunte, al darme cuenta que no paraba de mirar mis ojos. La única explicación de mirar mis ojos, era esa.
-         … si… Adam fue un viejo amigo mío. Uno de los mejores.
-         ¿Cómo supiste que era mi abuelo?
-         Lo intuí.
-         ¿Cómo?
-         El dije en tu cuello. Lo vi cuando te quitaron la chaqueta. Adam siempre llevaba ese dije en su cuello. – señalo con su dedo hacia la pequeña S en mi cuello que se encontraba dentro de un aro. Lleve mi mano hacia el y lo apreté, metiéndolo dentro de mi camisa.
-         Me lo dio después de morir, para que lo recordara.
-         ¿hace cuánto que murió?
-         5 años. Yo tenía 16 en ese entonces.
-         ¿lo… lo mataron los de nuestra especie?
-         No. Fue algo más poderoso; el tiempo. Como a cualquier humano llega  un momento en el que ya no se puede más. Y simplemente dejas este mundo, solo tu cuerpo permanece en la tierra, pero tu alma no.
-         Jamás imagine que Adam había muerto. Lo siento mucho.
-         Lo sé. Todos lo sentimos en ese momento, pero no podía quedarme a lamentar su muerte eternamente, la colonia me necesitaba.
-         Eres un chico muy fuerte, igual a él. Se parecen mucho.
-         Jamás podría ser como el, pero al menos puedo intentarlo.
-         Lo lograras.
-         Eso espero.
Hubo una enorme y prolongada pausa, que se volvió en un incómodo vacío silencioso. El suspiro fuertemente y luego regreso la mirada hacia mí. Tragando en seco, su manzana de Adán subió y volvió a bajar.
-         ¿sabes que aun así tendré que entregarte al doctor Bateman?
-         Si-i… esperaba que hicieras una excepción y me dejaras ir, con 5 minutos de ventaja.
-         ¿lo dices en serio?
-         No, solo aprovechare que estas débil y desapareceré dentro del bosque después de ir detrás de ese arbusto. – señale hacia detrás de nosotros donde una mata de hierba comenzaba, y bloqueaba la vista. Soltó una pequeña sonrisa, algo cansada, sus parpados casi cerrándose.
-         Vete.
-         ¿seguro?
-         Conocía a tu abuelo, y no era un hombre malo. Todo lo contrario, un gran hombre admirable. Y si algo sé muy bien es que no era alguien fácil de detener cuando tenía algo en la cabeza, nada ni nadie. Vuelve con tus amigos, antes de que lleguen esos vampiros.
-         Nos vemos, Cale.
-         Nos vemos, Jason.
Estaba poniéndome de pie, mientras le entregaba el pedazo de tela para que cubriera la herida, cuando dos fuertes manos me tomaron de los hombros y me levantaron en el aire, arrojándome contra el sucio suelo. Trate de levantarme, pero cuando lo intente, recibí un fuerte golpe en el estómago.
-         Te tengo BOCADILLO.
-         ¿McGraw?
-         Al parecer me recuerdas. Pero, yo no te dije mi nombre. Debieron de haberme presentado sin mi autorización.
Escuche los pasos de los hombres acercándose, deteniéndose a pocos metros de nosotros.
-         Otro vampiro, ¿Cómo? – pregunto el más joven. - Hay que matarlo.
-         No, esto es entre esa cosa y el humano. – dijo el melenudo, colocando su brazo frente al were más joven. Los gemelos seguían en el suelo, pero parecían estar recobrando el sentido.
-         Pero… - trato de protestar, pero rápidamente calló cuando su Alfa asintió al melenudo.
-         Déjenlo. Es su pelea. – declaro, dando por sentado que no se meterían.
No era como si esperara alguna ayuda, jamás la habría pedido y tan rápido como se hubieran involucrado en ella, los golpearía por igual.
-         Parece que tus perritos no te ayudaran esta vez, bocadillo.
-         Mi nombre NO ES BOCADILLO – dando una vuelta sobre mi espalda, atrape su pierna izquierda entre las mías y lo hice caer al suelo. Saltando encima de él, lo tome por la nuca, aun traía la soga enredada en mi cintura, así que la apreté por todo su cuello. – NO ME VUELVAS A LLAMAR ASI.
-         Mal… maldito… to… - sus maldiciones no podían ser escuchadas, mientras mi soga continuaba apretándose alrededor de todo su cuello.
Me incorpore, sin dejar de ejercer fuerza. Empuje mi pierna contra su espalda, como si estuviera doblando una cuchara, su espina dorsal parecía levantarse como una onda. El manoteo y pataleo, tratando de liberarse. Hasta que simplemente dejo de moverse y su cuerpo cayo inmóvil. Lo solté, respirando fuertemente, mi cuerpo estaba agitado y el maldito me había golpeado en el estómago. Comencé a sobar el lugar donde estaba el dolor, pero no disminuía.
Mirando hacia el cuerpo inmóvil de McGraw, este se levantó del suelo. Llevando su mano hacia donde estaba la gran hematoma por todo su cuello. ¿Pero qué…? NO RESPIRAN, IDIOTA. Casi quería golpearme a mí mismo, ¿Cómo olvidar algo tan básico en los vampiros?
Deje de sobarme, y corrí hacia él, tomando impulso en el trayecto, salte directamente dándole una patada en la cara. Utilice mis manos para sostenerme en ellas, y gire las piernas en el aire, golpeándolo repetidas veces.
Me levante del suelo, poniéndome en posición defensiva con los brazos enfrente, McGraw también lo hizo, ambos comenzamos a soltar golpes y patadas, tratando de lastimar al otro. Golpea, bloquea, ataca y retrocede, seguían en mí las palabras de mi abuelo. Cada una de ellas, del tiempo que tuve que aprender a como coordinarlas para mi defensa personal.
Le di un puñetazo en el rostro, el me lo regreso y le patee en el costado. Me abofeteo, y yo le detuve el segundo golpe, deje caer todo mi peso sobre su brazo extendido, el sonido de su hueso rompiéndose fue estruendoso. Pero sirvió para que me tomara entre sus brazos. Envolviendo su brazo alrededor de mi cuello.
Me atrapo en un agarre por detrás, aprisionándome en una llave entre su brazo y mi cuello. Sentí mis pies levantarse del suelo, clavándole las uñas en sus brazos, gemía de dolor, pero no cedía. El aire comenzaba a faltarme y mis fuerzas me abandonaban, deje de presionar sus brazos y golpee sus costados con mis codos, haciendo mi cabeza hacia atrás bruscamente que golpee su barbilla. El dolor fue compartido, pero sirvió para que me liberara.
-         VUELVE AQUÍ. MALDITO MOCOSO, TE DIJE QUE ME LAS PAGARÍAS. – tomándome de los cabellos. Jalo fuertemente de ellos. Grite por el tirón, y respondí, golpeándole en las costillas.
-         Nunca dijes nada. Tenías la lengua en llamas, ¿lo recuerdas? – las risas de los hombres al otro lado le hicieron enfurecer más y se abalanzo sobre mí, estrellándome contra la corteza del árbol.
Trato de golpearme con su puño, pero lo esquive, agachándome. Cuando estaba por encima de mí, levante la cabeza, dándole justo debajo del mentón, sus dientes tronaron cuando chocaron entre sí. Se tambaleo y retrocedió. Una marca había quedado en el árbol, pero no importo, mientras no hubiera sido mi rostro, todo estaba perfecto.
Aproveche el momento e intente salir del lugar, apostando por meterme dentro del bosque una segunda vez. Al menos tendría mayor ventaja con él y sus sentidos todos mal funcionando. Estaba por dar el salto dentro de la hierba, cuando sentí que alguien me seguía el paso, era McGraw. Su boca parecía una fuente de sangre, chorreando por todos lados, iba dejando un camino detrás de él.
-         VUELVE AQUÍ ENANO. – bramo, corriendo a la par de mí. Me agarro por detrás de la camisa.
-         NO. DÉJAME. – le dio un tirón a la prenda, desgarrando la mayoría, casi me hizo caer por la fuerza con la que me jalo. Me gire hacia él, quedando frente a frente, estaba harto y le pondría fin a todo esto. Suspire profundamente, él estaba posicionándose para detener algún movimiento mío, pero no lo detendría. Me acerque unos centímetros más, dando un pequeño paso y le solté una patada en la entrepierna.
-         Aunque seas un vampiro aun sigues siendo un hombre. Idiota. – declare, al ver como cubría sus “joyas”, mientras caía al suelo, en posición fetal.
-         Mal… maldito. Te hare pagar por esto.
-         Esperare hasta entonces.
Limpie mi labio, que tenía una poco de sangre y me di la vuelta, dándole la espalda al vampiro. Pase mi mano sobre mi cabello, medio peinándolo, tratando de quitar el polvo en él, lo sacudí un poco. La herida en mi muñeca ya no estaba, y el dolor se había ido, parecía estar bien e incluso mejor. Y mi estómago parecía como nuevo, a excepción de que me pedía alimento urgentemente, o eso significaban esos gruñidos o estaba molesto conmigo por dejar que lo golpearan. Optaría por la primera opción.
-         ¡HUMANO! – una voz llamando, la reconocí inmediatamente, antes de darme la vuelta.
-         ¿Qué cosa, Alfa? – girando sobre mis talones, suspire cansadamente. No necesitaba más de esto, solo quería regresar a casa lo más pronto posible.
-         VENDRAS CON NOSOTROS. – dijo, ignorando las miradas desaprobatorias de sus colegas.
-         Siento tener que contradecirte “Señor Alfa”, pero yo no iré a ningún lado con ustedes.
-         No te está preguntando si quieres ir, tu irás y punto. Así lo ordena el Alfa – dijo uno de los gemelos, que tenía una enorme cicatriz en el brazo izquierdo, que comenzaba desde el hombro hasta el codo. Pareció notar que miraba su mara y la cubrió con su palma, emitiendo un gruñido molesto.
-         No lo hare.
-         Claro que si
-         Ummm… no.
-         Humano tonto, te voy a enseñar… – grito el melenudo esta vez, tratando de golpearme, el brazo del Alfa le detuvo.
-         No, déjalo. Le di una invitación, sino quiere ir está bien.
-         ¿estás seguro, Alfa?
-         Por supuesto. Revisa a Kaden y a Kadar, tengo que hablar con él a solas.
A regañadientes, accedió y dio media vuelta, encaminándose hacia donde estaban los gemelos, reviso al otro gemelo que aun seguía medio adormecido y que apenas podía pararse. El Alfa se acercó hacia mí, solo pareció dar dos pasos para alcanzar donde estaba yo.
-         Estas entrenado para pelear contra cualquier cosa.
-         No contra ti, si quieres regodearte de eso.
-         Soy un Alfa, no un aficionado como todos ellos. Estoy en una categoría PREMIUM.
-         ¿me dejaras ir?
-         Si es lo que quieres.
-         Necesito regresar a casa.
-         ¿alguien te espera?
-         Si, - su postura rígida cambio, y su boca hizo una mueca extraña, lamí mis labios al sentir que estaban resecos y me gire – mi colonia me necesita, no puedo abandonarlos.
-         Ya veo, - sus hombros parecieron perder un poco de tensión y relajo sus brazos, colocando ambas manos alrededor de su cintura. Fue entonces que me di cuenta de un pequeño detalle que había olvidado en los 5 hombres; estaban desnudos. Trate de apartar la mirada, lejos, pero era difícil hacerlo con él frente a mí - ¿Qué sucede? ¿te incomoda que no use ropa?
-         No. Solo no estoy acostumbrado a ver las partes de otro hombre. Eso es todo.
-         Los humanos son tan pulcros. – esbozando una sonrisa burlona y picara.
-         Somos humanos, tú lo has dicho. Aunque eso no hace una gran diferencia entre nuestras especies.  – dije metiendo ambos pulgares dentro de mis bolsillos, hundiendo mi cabeza y levantando mis hombros.
-         ¿ustedes se transforman en animales también? – levanto una ceja, nada sorprendido, solo pareciendo divertido para él.
-         No me refería a eso. Ambos peleamos por la vida, de nuestro planeta, de nuestra especie.
-         Tal vez tengas razón. Pero aún seguimos siendo diferentes. Hasta la próxima humano…
-         Jason. Jason Snyder. – no pude evitar sonreír, al ver su cara de confusión, arregle un pequeño mechón de mi cabello detrás de mí oreja.
-         Jason. Genial.
-         ¿y tú eres el Alfa…?
-         Randolph. Llámame Randolph.  – su sonrisa se hizo más grande, tanto que creí que llegaría a sus orejas, las voces de sus colegas le llamaban y tuvo que girarse para acallarles con un “Ya voy”  - Me tengo que ir, revisare mi grupo y nos iremos de aquí. ¿quieres que te llevemos?
-         Caminare. Pero gracias.
El momento de decir adiós fue largo, no queríamos separarnos, pero teníamos responsabilidades. Me agradaba, por un segundo habría pensado que sería alguien arrogante y molesto, que se sintiera superior, pero jamás lo demostró frente a mí.
Se giró hacia su grupo de weres, algunos en su forma humana y otros en su forma animal. Ninguno mostrando atención por mí, algo que agradecí.
El chico were estaba a unos metros lejos de ellos, sosteniéndose de uno de los árboles. Parecía lastimado, así que decidí ayudarle. Caminando precavidamente llegue hasta donde estaba, quedándome a un metro de distancia. Podía estar perdiendo el control y no quería volverme su cena.
-         ¿estás bien?
-         ¿Qué…? ¿Qué haces tú aquí? – gruñéndome. Retrocedí otro paso más.
-         Guau. Solo trato de ayudar y recibo esto. Genial.
-         Espera, lo siento. Me sorprendiste, eso es todo.
-         No hay problema, ¿estás bien?
-         Si… no… - gimiendo de dolor, se agacho más, doblándose de rodillas.
-         ¿Qué te paso?
-         Bueno, tú me golpeaste. Eso paso.
-         Maldición. ¿te rompí algo?
-         Creo que la costilla, no tengo idea.
-         Déjame verte. – dije, removiendo su mano donde apretaba. Una hematoma se mostraba de color purpura. Tocando levemente en el área, pude sentir como una protuberancia se levantaba desde adentro hacia afuera.  – tienes rota una costilla.
-         ¿es muy grave? Se supone que debería estar sanando tiene ratos. – dijo, haciendo una mueca de dolor, cerró los ojos, apretando los labios y los parpados.
-         No se cómo funciona el cuerpo de los weres, pero si te sirve de consuelo también me lastimaste.
-         ¿en serio? ¿Dónde? – revisando con su mirada todo mi cuerpo, le dio un rápido recorrido que no me pareció agradable.
-         Mi pie. Pero esta mejor.
-         ¿Cómo? – sus cejas se fruncieron, arrugando su frente.
-         Sano rápido. – declare, nada dispuesto a revelar el por qué a un extraño, lo mire - Creo que sé que debemos hacer.
-         ¿Qué cosa?
-         Reacomodar tu hueso.
-         Imposible. Dolerá demasiado.
-         No seas nena. – al ver su cara de que no cedería, tome una rama pequeña, pero que se veía resistente y se la entregue – muerde esto.
-         Pero…
-         Muérdelo. Y soporta el dolor.
-         Está bien – tomo la rama y la metió entre sus dientes. Apretándola fuertemente. Sus caninos se amoldaron a la forma. Asentí cuando vi que estaba listo y presione sobre el hueso. El chico grito, casi chillando por el dolor, agito su mano contra el suelo fuertemente.
-         Ya casi… esta – dije, ejerciendo más presión, hasta que el hueso hizo un crujido. Y el bulto desapareció, al parecer el hueso había vuelto a su lugar, el chico dejo de gritar y se quitó la rama de la boca.
-         Ya… me siento mejor.
-         ¿no duele más?
-         No. Gracias.
-         Fue mi culpa.
-         Era una pelea. Todo se vale.
-         Si tú lo dices.
-         ¿te iras ahora?
-         Sí. Debo regresar con mi gente.
-         Entiendo. Cuídate. Entonces.
-         Lo mismo.
Antes de que pudiéramos terminar la despedida, note que alguien se movía detrás del were, apuntando un arma, lo tome del brazo y lo puse detrás de mí, atravesándome en su camino. El arma disparo y yo recibí el ataque. Algo se clavó en mi pecho, fue doloroso porque se sintió como un piquete de mosquito aumentado 10 veces su dolor. Mire mi pecho, pero antes de poder darme cuenta si sangraba o si la bala había atravesado mi cuerpo, todo comenzó a desaparecer y mi cuerpo cayó al suelo. Aun podía escuchar la voz del chico, pánico en su tono era lo único que había en el.
Lo último que pude ver fue el rostro de McGraw sonriendo, triunfante al otro lado, aun seguía sosteniendo el arma apuntando hacia mí.
Oscuridad, todo desapareció.

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