LABIOS HELADOS, LENGUA CALIENTE - capitulo 14


[CACERIA: BATALLA MIXTA: FINAL 1]

Bosque de los Azules. – Ethan.

Los Cazadores eran veloces y solo necesitaban cinco minutos en el terreno para volverlo suyo, rápidos movimientos corriendo a través del bosque, no tan rápido como él, pero aun así, eran veloces a comparación de los humanos normales. Entrenamiento y supervivencia eran lo único que necesitaban para aprender eso. Ethan recordaba eso. Sus primeras cacerías atrapando humanos y había matado a más de 15 de ellos  usando solo su mano derecha, los odiaba porque toda esta guerra era su culpa. Si ellos no hubieran…
Sus pensamientos se interrumpieron cuando  el sonido del reloj en su muñeca comenzó a sonar, revisando entre los indicadores parpadeantes, uno de los collares que estaba siendo monitoreado se apagó, no mostraba pulso. Alertando a los Cazadores, cuando una luz comenzó a parpadear en sus collares. Rápidamente, los demás cazadores se acercaron hacia él, Renzo se abrió pasó sobre todos.
-         ¿Qué pasa? ¿Por qué suena el control? ¿Qué hiciste? – alarmado, sus manos en el collar.
-         Yo no hice nada. Cuida tu boca, humano. Algo está mal, un collar no está funcionando. – le molestaba la simple idea de estar ahí con Renzo, Ethan podía hacerse cargo de ello, pero Bateman era tan paranoico de dejarlo solo en terreno salvaje.
-         ¿a qué te refieres?
-         Se supone que sus collares funcionan mientras su pulso lo haga, a menos que… - sintiendo la respuesta correcta emerger de sus labios, Renzo pareció comprenderlo y negó con la cabeza.
-         No, imposible. Jamás he tenido una baja en todas mis excursiones, ¿Cómo es eso posible? Por eso somos los Cazadores, nosotros somos quienes matamos, no quienes mueren. – negando con la cabea, haciendo que su mechón de color rubio se desalineara de su lugar, hizo una mueca y después se giró hacia Ethan. - ¿de quién es el collar? ¿a quién pertenecía?
-         No lo sé, déjame revisar. – presiono la pantalla y mostrando todos los números de los collares, volvió a presionar el punto rojo que estaba apagado. El nombre Lionel Simons aparecía en letras cuadradas. – Lionel Simons, - pronuncio el nombre tratando de ubicarlo dentro de los terrenos del bosque de los Azules. Aunque estuviera muerto, podía encontrar el cadáver. Aun cuando no encontraba su ubicación, los cazadores salieron hechos polvo hacia las matas verdes del bosque, dando brincos y gritando maldiciones, iba a decir que se detuvieran, pero sabía que sería una pelea sin sentido.
Les hizo una seña a un grupo de Fledermaus (Nota: son los encargados de las misiones de reconocimiento y son asesinos entrenados, no tan barbáricos como los Cazadores, pero igualmente mortales, la única diferencia es que los Cazadores van más por weres y vampiros rebeldes, y los Fledermaus contra humanos) para que los siguieran, y en seguida ambos grupos se adentraron al bosque.
La luz del día se filtraba por las copas de los árboles, creando destellos por todas partes y su vista le hacía lastimar los ojos, dando brinco por encima de los hombres, trepo hasta la copa del árbol, y saltando de rama en rama, hasta llegar a los cazadores que se estaban reuniendo en un pequeño grupo.
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¿Cómo había pasado esto? Volviendo a mirar hacia el suelo, lleno de sangre por todas partes. Las salpicaduras y el olor de sangre y la humedad del bosque le hizo arrugar la nariz, era asqueroso el hedor. Renzo se agacho sobre el cuerpo de su compañero y le cerró los ojos suavemente. Ninguna palabra salió de los labios de los presentes, Ethan hizo lo mismo y se colocó junto a Renzo.
Después de un momento de silencio, en el que todos permanecieron inmóviles, Ethan se atrevió a preguntar.
-         ¿Quiénes lo mataron? ¿fueron los weres? – dijo, aunque el único que respondió con un gruñido bajo fue Renzo.
-         No – negó con la cabeza, frunciendo el ceño y apretando la mandíbula, - fue otra cosa, algo más pequeño – señalando hacia donde estaba la larga línea que partía por todo el cuello, era demasiado delgada como para ser la mordedura de un were o una tajada con las garras. Había sido un corte perfecto y sin irregularidades, una navaja, un cuchillo o incluso un pedazo de vidrio. Algo más pequeño; Jason - ¿estás seguro que tu hermanito no los ha traicionado?
-         ¿Qué estas insinuando? – se puso a la defensiva Ethan.
-         No insinuó nada, solo trato de entender esto, porque uno de los míos esta tirado en el suelo, muerto, y no creo que haya sido un were el que lo mato.
-         Jason no podría matarlo, no tiene ese entrenamiento, es inofensivo.
-         ¿Cómo estás seguro?
-         ¿y tú como estás seguro que fue mi hermano? Pudo haber sido otro humano perdido que lo ataco y tu Cazador no supo cómo defenderse.  – varios hombres se acercaron a Renzo y lo sostuvieron cuando trato de abalanzarse hacia Ethan, quien ya estaba esperando el primer golpe.
-         ¡Estás loco! – bramó furioso, unas gotas de saliva cayeron en su rostro, y se las limpio con el dorso, quitándose la humedad en el pantalón, lo liberaron, quitándoselos con un movimiento brusco los fulmino con la mirada  -  Un simple humano no podría matar a uno de los míos, somos Cazadores, no niños de 5 años. Sabemos lo que estamos haciendo, no es nuestra primera vez en un lugar como este. Así que no me digas como debo hacer mi trabajo, niño vampiro – sintiendo la necesidad de propinarle un buen golpe en la boca para hacerlo callar, apretó su mano en puño y Renzo pareció también percatarse, porque sus manos ya estaban jugueteando con el mango de su navaja dentro de la manga de su gabardina. Como si eso pudiera detener a Ethan, tan pronto sacara la navaja, él le cortaría el brazo solo agitando su mano.
Uno de los hombres de Bateman, que hasta el momento no había hecho nada más que limitarse a observar o moverse detrás de Ethan, lo toco del hombro y le hizo una indicación para detenerse, negando con la cabeza. Al parecer Bateman no había mandado a sus chicos a vigilar la expedición, sino que lo vigilaran a él, y a Renzo tal vez. Molesto, gruño por lo bajo y dejo salir un suspiro pesado, relajando un poco más su cabeza.
-         Encárgate del cuerpo de tu compañero. – ordenó, dándose la vuelta sobre sus pasos, quería dar unas vueltas por el terreno.
-         ¿Qué hacemos con el del were? – preguntó uno de los Fledermaus al otro lado, Renzo lo miro por un segundo.
-         Quémenlo, destácenlo, que se yo. No dejen rastro alguno, podría confundirlos si se llegase a presentar un encuentro con los weres, nada que puedan usar para distraerlos. Y estén atentos.
-         Usen el líquido Exsäure (no existe) – indico uno de los Cazadores, que traía una larga trenza, varios aros en los brazos y el tatuaje de los Cazadores en el antebrazo, el escudo con las dos espadas atravesando la cabeza del lobo. (Nota: El Exsäure es un ácido que disuelve los tejidos, e incluso los huesos y órganos, se encarga de no dejar rastro alguno, más que el fuerte aroma agrio y de químicos, azufre).
Uno de ellos saco un poco que traía bajo la gabardina en un pequeño recipiente, al igual que otras sustancias varias. Lo rego encima del cuerpo del were y rápidamente el aroma a pelo quemado se hizo notorio, el cuerpo se hizo más chicos, mientras el líquido carcomía la piel y lo desintegraba.
Vio de nuevo al tipo del casco, pero estaba solo, su otro compañero no estaba junto a él. Bateman tenía planes diferentes de los que decía, normalmente siempre que enviaba a Ethan o alguien más era porque estaba tramando algo, y era obvio que sería una masacre. Esperaba que Jason no resultara herido en todo esto, su hermano que no era hermano verdadero, pero que para él lo era, al igual que los otros cinco, seis contando a su hermana gemela Nora.
El bosque era amplio, pero no tenía prisa por conocerlo todo por completo, con que lograra aprender el terreno y sus trampas naturales. Jason estaba fuera en alguna parte y tenía que encontrarlo, y matar a todos los weres en su camino.
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Guarida


Todo paso demasiado rápido, en un segundo la felicidad se volvió ira, enojo, una pelea había sido desatada en la tranquilidad. Entre risas y aplausos, el silencio y las miradas pasmadas dominaron toda la manada. Había sangre, en mis manos, por todo el suelo un charco de líquido carmesí manaba de mi pecho, ¿Cómo?

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Atravesando los túneles, después de lo que parecieron 2 horas estando en el lomo de un lobo Randolph, de lo cual no me quejaba, regresamos a la Guarida. Algunos miembros corrieron hacia nosotros, sorprendidos de nuestro regreso tan rápido.
Rápidamente volvieron a su forma humana, las chicas aún en su forma lobuna tomaron una dirección diferente hacia una de las habitaciones, para secarse y cambiarse las ropas sin que ninguno de los hombres las viera. Después de unos minutos, Alo y Rendolph relataron el porqué de nuestra retirada, al ver las expresiones en el rostro de las chicas pude darme cuenta que no tenían conocimiento del porque la cacería había sido detenida, todo sobre el cazador, la pelea, y la muerte del were, que aún seguía sin identificar.
-         ¿Quién era? – dije tímidamente, mordiéndome el labio al imaginar que no era el momento correcto para decirlo. Alo me mira con las cejas arqueadas, tal vez pensando “¿Mataste a un Cazador por matar a uno de los nuestros y ni siquiera sabias su nombre? Oh, humano” mueve la cabeza negativamente y después posa su mano sobre mi cabeza.
-         Era Butch, Snyder – su tono no es molesto, de hecho le oigo suspirar tranquilo. Desarregla mis cabellos suavemente. Y después se aleja con los demás weres.
No fue sino hasta que sentí la leve impresión de ser observado de pies a cabeza, como si todo el mundo estuviera observándome, y que al girarme era lo que pasaba. Todos me miraban. Todo mi cuerpo estaba bañado en sangre, así que no era sorpresa el que todos estuvieran a una distancia apartada de mí, sin embargo, viendo la mancha en el pecho de Randolph de cuando me había abrazado, me indicaba que no le importaba ensuciarse. Con tal de tener sus manos sobre mí. Suspire, un poco feliz, no completamente, aun teníamos que discutir ciertas cosas.
Mientras él continuaba del otro lado, tratando de explicar la situación y sus riesgos  a Abby por salir a una cacería con Cazadores fuera en el terreno, me miro, atrapando mi mirada, me gire, avergonzado. Kaden y Charlie corrieron hacia mí y me alzaron en brazos, como si fuera un costal de boxeo, no tenían problemas para levantar mi peso. Decían palabras halagadoras y me sentía feliz, una felicidad que se desbordaba dentro de mí, pero no era permanente, era pasajera. Incluso podía sentirlo como un mal augurio.
Todos me rodeaban felicitándome, dándome palmaditas en la espalda y haciendo bromas, la mayoría de las conversaciones no pasaban por mi mente, Randolph y yo estábamos haciendo nuestro propio juego de miradas, solo que esta vez yo no rehuía a sus coqueteos de cejas y palabras mudas con sus labios. Algunos de los miembros lamentaban la muerte de Butch, incluso los comentarios de que Lisbeth y él sostenían una especie de relación íntima. No tenía  idea, pero el haberlos visto jugueteando en el comedor debió de haberme dado una pista.  Pobre, no parecía mala, solo un poco loca, pero hasta cierto punto agradable.
De hecho, no la había visto en todo el día, ¿estaría demasiado triste como para estar con las hembras? ¿Hasta qué punto se le podría considerar una relación íntima? Tal vez en su cuarto. Vi que Abby estaba en una esquina, hablando con las chicas, pero no había presencia de Lisbeth. No todo era celebración entre los miembros de la Guarida, pero mayormente estaban sobre mí tratando de averiguar la forma en que me había enfrentado al Cazador, pero simplemente no quería recordarlo.
Esa sensación de sangre.
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Deslizándose entre las personas del montón, sus movimientos eran sutiles e imperceptibles, casi cantando una tonadita en su mente. Sus ojos no prestaban atención a los rostros que la rodeaban, solo uno en particular.
Ese sujeto. Limpiándose el sudor de las palmas, camino hacia él, de sus dedos comenzaron a salir unas puntiagudas uñas, gruesas.
Estando frente a él, estaba recibiendo todo tipo de halago y felicitaciones, cuando por fin le dio la cara, Lisbeth sonrió y ataco rápidamente.
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El ataque fue demasiado rápido, no pude reaccionar, solo me aparte lo más que pude, pero no fue demasiado. Las garras tocaron mi piel, sintiendo como si fueran navajas cortando, estaban desagarrando. Chille de dolor y caí al suelo sobre mi espalda,
Mis manos estaban llenas de sangre, mi sangre. Los ojos me miraban curiosos mientras veía a la persona delante de mí, Lisbeth sonreía divertida, unas garras en sus dedos como los de un lobo escurrían con líquido carmesí, la herida se extendía por todo mi pecho en diagonal. Antes de que alguien se adelantara ella intervino.
-         No, nadie se acerque, miren bien – colocando su brazo frente al grupo de weres. Los ojos estaban sobre mí, sus expresiones cambiaron en una fracción de segundo, de preocupación a una de pánico/asombro.
Me mire a mí mismo, la manche de sangre detrás de la tela seguía igual, pero la herida de las garras de la mujer were estaban sanando, cerrándose nuevamente y retomando su forma original. Trate de cubrirme con los pedazos de la camisa. Pero era demasiado tarde, todos lo habían visto; mi secreto.
En un segundo todo termino, el sueño de un hogar y la pelea comenzó. Todo el lugar estallo en gritos y empujones para atacar, atacarme.
Charlie, Alo, Kaden, Kadar, Abby, Aston, y Randolph, formaban un círculo a mí alrededor, protegiéndome de que las garras de los weres no me alcanzaran. Era la primera vez que veía a todos los demás miembros transformados en sus formas animales; zorros, osos, leopardos, panteras, todo un bosque entero. Rápidamente Randolph soltó un aullido desde el centro de su garganta, haciendo un enorme eco tétrico que podría pasar como el efecto de sonido de una vieja película de terror. Su aullido me hizo estremecer, teniendo que abrazarme a mí mismo, apretando las manos contra mis músculos para evitar temblar. Randolph era todo menos débil, el miedo, respeto, autoridad que imponía, ahora lo entendía todo. No se hace, se nace con ello.
-         BASTA. DETENGANSE AHORA. ¿QUÉ LES PASA A TODOS?
-         ¿Cómo pueden defenderlo? Es un peligro para la manada.
-         Eso lo sé muy bien – dijo Alo, adelantándose, pero en lugar de darle la razón volvió a hablar, cosa que me extraño, ¿desde cuándo se habían vuelto de mi parte? – pero no podemos hacerlo, si lo quieren debe ser por alguna razón en especial. – excelente, soy la manzana de la discordia. A pesar de la orden del Alfa, algunos weres seguían gritoneando por la parte trasera, soltando insultos, mayormente contra mí. Todavía seguía atontado por ello, ¿Qué había pasado? De un segundo a otro la manada de were me felicitaba y al otro me atacaban.
-         ¿y que vamos a hacer? ¿dejarlo que ande a sus anchas por toda la Guarida?
-         FUERA DE AQUÍ.
-         SAQUENLO.
-         NO LO QUEREMOS.
-         MONSTRUO
Randolph aulló, soltando un rugido después. Apretando puños, sus dientes comenzaban a cambiar a unos caninos fuertes. Al igual que las pupilas de sus ojos se dilataban y se volvían líneas oscuras.
-         BASTA, HE DICHO. No lo entregaremos, no atenderemos las peticiones de los vampiros. Alo tiene razón, debe haber alguna razón por la cual lo quieren, con mayor razón no deberíamos de entregárselo, además… - mi corazón se detuvo, ¿lo diría? ¿aquí, enfrente de todos? jamás había estado más nervioso en toda mi vida, mis manos sudaban, y la boca la tenía reseca, incluso mi estómago se estremecía, pero al menos estaba lleno.
-         Está bien, yo tengo la solución. – Alo avanzo entre ambos bandos, amenazando con sus caninos a los demás – Haremos un interrogatorio, Snyder nos dirá lo que sabe.
Era demasiado bueno como para ser verdad. Randolph solo agacho la cabeza, y cuando iba a decirle algo a Alo, su atención fue clamada por los demás miembros de la manada.
¿Quién decía que era a mí a quien estaban buscando los vampiros? Podrían ser ellos y su manada. Aunque después de la primera vez con Bateman lo dudaba demasiado. El tipo tenía alguna clase de obsesión y parecía muy interesado en mí. Tal vez solo mi imaginación. El caso radicaba en que Bateman me reconoció al primer instante y no me mato como a los demás.
¿Sabría Bateman de mi habilidad? ¿Cómo? A lo mejor todas mis respuestas estaban con él. Pero no podía irme con él tan fácilmente, era una estupidez, sino bien una trampa segura.
Dos weres se me acercaron, al sentir la amenaza retrocedí un paso. Colocando mi brazo frente a mí, a punto de golpear al primero en dar un movimiento atacante.
-         Tranquilo, Jason.  – me dijo Charlie por detrás. – Solo quieren hacerte unas preguntas.
-         Pero yo no sé nada.
-         Es para calmar las cosas. Tranquilo, no te harán daño.
-         Está bien – a regañadientes accedí. Bajando los brazos a los costados. Uno de ellos me jalo, sin oponer resistencia ellos comenzaron a jalarme hacia el final de la Guarida, donde estaban los calabozos.
Dejando la multitud enardecida detrás de nosotros, la oscuridad y las luces de las antorchas iluminaban una serie de varias jaulas. Estaban en líneas cuadriculadas con puntas sobresalientes de cada soldadura. Ambos weres fueron a las esquinas y comenzaron a jalar hacia afuera, hasta que los barrotes se abrieron de par en par como unas puertas corredizas. Uno de ellos dejo el seguro y me llevo adentro. Quedando en el pequeño lugar que no era más de 3x3 metros, lleno de polvo y sin  nada a la mano, volvieron a cerrarla. Los barrotes bajaron y se deslizaron de izquierda a derecha, formando otra vez la misma protección.
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El lugar estaba en completo silencio. Dos de los weres se mantenían en el marco de la puerta, mirando mis movimientos. Que no eran demasiados, considerando que era la persona juzgada, solo me limitaba a girar la cabeza, ya que cualquier clase de movimiento que consideraran amenaza y me someterían.
Alo finalmente dejo de verter cosas dentro de un cuenco. Me lo alargo, yo lo cogí de sus manos, indeciso de qué hacer con ello. El color me parecía familiar, pero no lo recordaba. Alo me miro, con los dedos entrelazados entre si sobre la mesa de madera.
-         ¿recuerdas esto? -  me pregunto con voz neutral. Volví mis ojos hacia la cosa de color  extraño.
Lo probé, tan rápido como lo hice lo devolví en un escupitajo. El sabor amargo en mi lengua me hizo querer lamer la tierra del suelo para desaparecerlo. Alo frente a mí, se limpiaba los restos que le habían caído encima, avergonzado baje la cabeza.
El sabor y la consistencia seguían en mi boca. Era familiar. Y como un rayo de luz, el recuerdo del mismo contenido me golpeo.
-         Es la misma bebida que Kaden me dio hace unos días, ¿Por qué? – aun sintiendo la boca amarga, tragar me daba asco.
-         No es solo una bebida. Es un detector de weres y vampiros. Cualquier criatura sobrenatural que la bebe se vuelve más fuerte, ayuda a proyectar más su esencia animal o aumenta más sus instintos depredadores, pero contigo no fue el caso. Si fueras un vampiro, habrías comenzado a sentir la ansiedad por alimentarte de sangre inmediatamente, si hubieras sido were te habrías convertido.
-         Kaden no se convirtió.
-         Porque él tiene control sobre su animal interior. A comparación de otros, esta bebida no hace ningún efecto en los que están acostumbrados al cambio de forma, pero al menos hace que tu fuerza sobrenatural emane a brotes de tu cuerpo.
-         ¿eso qué significa?
-         Que no eres ni vampiro, ni were. Pero tampoco eres un humano, para ellos tiene un sabor simple, como si bebieran agua. Insípido, pero a ti te da asco. Lo que quiero saber es ¿Por qué?
-         No lo sé. – los ojos calculadores de Alo me miraban fijamente y me hacían sentir incómodo.  – no lo sé, es verdad.
-         Eso no me sirve, Snyder. Necesito algo, todos en la manada quieren tu cabeza en una pica, estoy haciendo lo mejor para poder evitar eso.
-         ¿Por qué?
-         Porque al menos eso mereces. Bien, dime, ¿Qué eres?
-         Yo soy… solo yo. Solo yo. No soy un vampiro, tampoco un were, SOY UN HUMANO – grite, golpeando la mesa con las manos.
-         La evidencia dice lo contrario. Está bien, regresare en 15 minutos.
-         ¿A dónde vas? – el pánico en mi voz.
-         Tranquilo, los demás quieren hacerte unas preguntas. Charlie vendrá en unos minutos para supervisar todo.
No sabía porque, pero la simple idea de quedarme con desconocidos me daba escalofríos. No confiaba en ellos. Aunque tampoco en Alo. Confiaba en Charlie, Abby, Kaden y Randolph, ¿Dónde estaba él? Lo necesitaba ahora.
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Alo y Mason – Enfermería de Weres.

Alo coloco el pequeño cuenco en la mesilla. Mason estaba dando vuelta, analizando cada una de las muestras de la sangre de Snyder, al parecer emocionado. Eso era lo último que Alo necesitaba. Estaba a punto de volverse loco con toda la conmoción de la manada y el asunto de Jason, como para que Mason se pusiera a juguetear al científico loco.
-         Entonces, doc., ¿Qué es?
-         No tengo la menor idea. Su ADN es diferente, mejorado diría yo. muchos de los testigos dicen que sus heridas sanaron rápidamente.
-         Eso es imposible para un humano.
-         ¿crees que sea un were?
-         No, no huele como nosotros. Además de que no percibo su esencia animal.
-         Entonces, ¿un vampiro?
-         Pero huele a humano.
-         Un disfraz, tal vez.
-         Sea lo que sea no puede ser humano. Eso te lo aseguro.
-         ¿Qué harán con él, Alo?
-         No tengo idea. Pero algo estoy seguro es que si los vampiros están tan desesperados como para mandar a los Cazadores quiere decir que no es cualquier sujeto.
-         ¿él lo sabe?
-         No lo sé. Creo que dice la verdad con respecto a ello, pero necesito respuestas.
-         Pues todo lo que puedo decir es que su sistema de defensa inmunológico es sorprendente. Los análisis son precisos, pero no tengo un resultado definitivo.
-         ¿a qué te refieres?
-         Presenta cualidades vampíricas, pero en su ADN hay rastros de sangre humana y a la vez de were. ¿Cómo explicas eso?
-         No sé, tú dímelo.
-         Combinación. Creo que hay algo más en su sangre. Ya sabes, cruce de genes.
-         ¿un experimento? ¿de quién?
-         ¿realmente necesitas la respuesta?
-         Bateman. Ahora lo entiendo. Quiere recuperarlo.
-         La pregunta más importante es ¿Por qué Jason escapaba? Cuando lo encontraron no estaba con los vampiros, estaba con los humanos. En la resistencia, ¿Por qué?
-        
-         Y creo que no solo por dos o tres meses. Jason creció con humanos, bajo el cuidado de Adam Snyder.
-         ¿crees que Adam Snyder supiera de su nieto?
-         Era Adam Snyder. Jamás lo conocí, pero tonto no era. Creo que el sabia de Jason, aunque no imagino su plan.
-         Ni yo. Pero lo averiguare.
Tan rápido como salió de la enfermería, fue tomado del brazo por alguien más grande que él. Cubriéndole la boca, fue arrastrado fuera de la visión de los demás weres. Solo escucho el sonido de la puerta siendo cerrada.
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Jason – Prisión.

¿Qué esperaban saber? Si ni siquiera yo lo sabía. Desconocía mucho el fanatismo de Bateman por mí, arriesgando recursos y hombres (vampiros) por una búsqueda estúpida de otro humano más. Viendo de reojo cuando los otros weres estaban hablando del otro lado.
Abriendo los seguros de la jaula uno de ellos entro, pero antes de que pudiera decir algo más. Un segundo entro con él y me sujeto de las manos. Sometiéndome contra la mesa, mi mejilla presionándose fuertemente contra la madera.
-         Bien, ahora que nuestros superiores han terminado de hablar contigo, es nuestro turno de un tiempo a solas.
-         ¿Qué quieren?
-         Te queremos fuera de nuestra Guarida.
-         ¿no lo entiendes? No te queremos aquí.
-         MONSTRUO. – bramo otro.
-         No soy un monstruo.
-         ¿no? ¿entonces que eres?
-          Yo… - no salían palabras de mi boca, nada pasaba por mi cabeza, más que simplemente las palabras “Monstruo”, y que tenía que defenderme.
-         Exactamente, ni siquiera tú lo sabes.
Alguien junto a mi sacaba una jeringa, dándole pequeños golpecillos para que el líquido bajar y sacara el aire primero. Después de que el líquido subió y no tenía nada de aire, la acerco hacia mí. Trate de apartarme, pero el sujeto que me sostenía por la parte de atrás me lo impedía y me empujaba más contra la mesa.
La aguja ingreso a través de  mi piel. No dolía, pero el líquido quemaba cuando corría dentro de mi cuerpo. Tardo unos segundos, después de un rato saco la aguja.
El efecto de lo que me habían inyectado comenzó a ser reacción en mi cuerpo, todo me parecía borroso, y mi cuerpo se sentía débil. La cabeza me daba vuelta y mi lengua estaba entumecida. Trate de zafarme, dando un paso en falso y cayendo sobre el suelo.
Los sujetos levantaron mi cuerpo del suelo, agarrando ambos brazos. Comenzaron a sacarme fuera de la jaula.
-         ¿Qué están haciendo? ¿A dónde me llevan?
-         LEJOS DE NUESTRO HOGAR. – bramo nuevamente el mismo que me había dicho monstruo, solo que esta vez su voz sonaba distorsionada.
-         Si, tal vez engañaste a nuestros amigos, pero no a nosotros. Vimos lo que eres, un monstruo.
-         Todo esto es tú culpa. Si ellos dicen que nos dejaran en paz cuando te entreguemos lo haremos. - ¿Qué? ¿ese era su plan? Era una estupidez, por no decir una trampa más que obvia. Debía decirles que no, que había alguna otra opción, pero simplemente todo me parecía demasiado lejano, mis pensamientos volaban dentro de mi cabeza. No podía coordinar nada. Me arme de valor para poder decir algo.
-         NO, es una trampa. Déjenme hablar con el alfa, él podría…
-         ¿hablar con nuestro alfa? Si él fue quien nos pidió hacerlo. Nuestro alfa siempre hará lo mejor para asegurar el bienestar de la Guarida.
-         No, eso es imposible. Entonces, Charlie, Kaden, o Abby, solo denme…
-         CALLATE – recibiendo una fuerte bofetada, que me mareo, veía sombras y mi oído no escuchaba bien.
En un segundo, todo se nublo, no sin antes sentir como alguien ataba mis manos y colocaba un metal alrededor de las muñecas. Bienvenidas esposas, las extrañe, dije mentalmente, perdiendo el conocimiento. Alguien coloco una mordaza entre mis dientes y la apretó por detrás, atrapando algunos cabellos en el nudo, no pude gritar, nadie escucharía de todas formas.
Randolph.


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GABIN


La monstruosa bestia le seguía la huella, simplemente no podía perderla, dando varios movimientos en zigzag,  trato de hacer que se confundiera, pero en su lugar esta alargo la extremidad que llamaba brazo y golpeo la parte trasera de su moto, haciéndolo perder el equilibrio, sus manos se aferraron al volante, pero la fuerza del movimiento había bastado para que no pudiera hacer nada al respecto.
Las llantas chirriaron al hacer fricción contra la superficie y la moto, con él aun en ella, salió volando en el aire, dando giros como una moneda. Gabin dejo ir la motocicleta, aunque no quería hacerlo, amaba su moto, pero no podía defenderse montado en ella.
Cayendo sobre su rodilla, apretó sus manos en puños, protegidas solo por los guantes negros de cuero. Metió ambas manos dentro de su gabardina, hasta sentir el mango de sus armas. Las jalo y dos espadas salieron debajo, con una larga hoja afilada cada una llena de dientes, en forma de serrucho.
La bestia gruño hacia él y se abalanzo sobre Gabin, quien solo dio un salto por encima y usando la espalda de la cosa pasó al otro lado de su visión. Dando pasos rápidos, y con ambas espadas frente a él en una posición defensiva, corrió hacia ella y blandió una de ellas contra la pierna deforme, una liquido azul oscuro mano de la herida y salpico por todas partes, sin embargo cuando la espada llego al hueso sintió como si chocara contra duro metal y tuvo que sacar la espada, aprovechando su distracción la bestia golpeo a Gabin con su larga garra y lo boto hacia el otro lado.
Chocó contra la superficie de la protección que había del segundo nivel para que los autos no cayeran fuera de la vía, el dolor seco del metal doblándose cuando su cuerpo impactaba. Y el ardor de tres líneas que se marcaban en la piel sobre sus costillas, le hacían tensar el cuerpo y tener que llevar la mano a la zona, solo para revisar la evidente mancha carmesí a través de su traje negro. Gimió de dolor cuando sus dedos tocaron la herida, pero lo soporto, tratando de levantarse del suelo.
La bestia al otro lado olfateaba su motocicleta, era su oportunidad de atacarla ahora que estaba distraída, dando pasos largos corrió hacia la bestia, que seguía sin percatarse del movimiento de Gabin, lo cual agradeció. Hasta que estando a tres metros de distancia, esta levanto las orejas al aire y se giró, su deformada mano se cernió sobre el cuerpo de Gabin y en un segundo lo levantaba en el aire como un muñeco de trapo. Comenzó a luchar contra ella, clavando las espadas en los tendones, incluso escucho cuando la hoja atravesaba dentro de la piel escamosa y se quedaba metida dentro, la bestia aulló y lo atrajo hacia su hocico, abriendo su cavidad, grandes e irregulares dientes sobresalían de sus encías negras, la baba escurriendo por todas partes, el aroma del aliento pútrido le hizo tener que aguantar las ganas de vomitar, podían no respirar, pero aun podían olfatear y su nariz no era nada sutil con ello. Mientras abría más su cueva, Gabin extendió el brazo y clavo la punta de su espada debajo del paladar, la bestia chillo de dolor y arrojo a Gabin lejos, azotándolo contra el suelo.
Se revoloteaba dando pasos nada coordinados, tratando de llegar hacia la espada dentro de su hocico, hasta que cayo fuera, una mancha de sangre manchando la mitad del arma, Gabin se apoyó en sus brazos, tratando de levantarse, aun con la mitad del cuerpo en el suelo. Algo lo golpeo fuerte en las costillas, haciéndolo volar por el aire y caer en el suelo, rápidamente se apartó, rodando en el suelo, la bestia trataba de darle un gran pisotón con su pata de tres dedos. Giro y se puso de pie, lo suficiente para volver a clavar la espada en la planta y hacerlo perder el equilibrio.
Aprovecho eso y salto encima de la bestia, enterrando la espada en su pecho, sus manos aferrándose al mango fuertemente mientras presionaba con más fuerza, el líquido negro manaba de la herida y la bestia continuaba chillando de dolor, y después de varios intentos tratando de atrapar a Gabin en sus dientes, extendió sus garras y se las ingenió para poder enterrarlas en la espalda de Gabin, quien solo ahogo un gemido de dolor cuando sintió las garras aferrándose contra su piel y jalándolo lejos del pecho de la bestia. Ambos estaban presionando fuerte, y ambos perdían sangre, pero la bestia pudo más y desprendió a Gabin de una de sus armas y lo arrojo por encima de sí mismo y Gabin tuvo que tratar de hacerse caer sobre el suelo, resbalo por todo el asfalto y su cuerpo dolió ante la fricción de su cuerpo siendo arrastrado, se aferró fuertemente cuando sintió sus piernas no tocar nada sólido, había llegado al borde de la pista.
Pudo ver como la bestia gruñía una última vez hacia él, burlándose, después de que unas luces la iluminaran se arrojó fuera de la pista y se escurrió entre las sombras de los edificios. Gabin logro subir de nuevo a la pista y cuando estaba ya de pie, saco su otra espada, dos policías de la ciudad se acercaron hacia él, pero los ignoro y salto al vacío, sintiendo el aire dándole en la cara directamente, nadie se burlaba de Gabin Nette y esa cosa lo pagaría, estaba molesto y se las pagaría a como diera lugar.
Aterrizo sobre sus pies, dando un giro en el suelo sólido, gimió cuando sintió el leve dolor del peso de su cuerpo al chocar contra el duro asfalto, coloco ambas ambos en el suelo, amortiguando el impacto. Se levantó del suelo y olfateo el aroma de la bestia, había demasiados olores impregnados en el aire, no podía captar el aroma de la bestia, ¿Cómo algo pútrido podía escapársele a su olfato? Eso es, dijo mentalmente, viendo la mancha negra en su espada, la acerco hacia su nariz, el aroma le hizo arrugar la nariz y apartarse rápidamente, haciendo una mueca de asco y ganas de vomitar, pero al menos tenía un aroma. Volvió a respirar, dando un gran suspiro, el aroma era débil, pero podía olerlo en el aire, estaba cerca y se movía lento.
Corrió a través de los callejones, dando zancadas entre sus pasos, algunos vagabundos estaban tirados en su camino, pero los paso por encima y continúo. Hasta llegar al último bloque de edificios, una figura llamo su atención y ahí, mientras levantaba del suelo a un vagabundo y lo metía entre sus dientes, matándolo, Gabin corrió hacia ella, pero esta le arrojo la mitad del cuerpo del vampiro sin hogar.
Cayo al suelo, sintiendo el cuerpo encima de él, protesto, apartándolo cuando vio como la mitad de la cintura para abajo lo bañaba en sangre y restos de carne. Se levantó, viendo como la bestia se acercaba hacia a él, usando sus manos para apoyarse en cuatro patas, parecía más la postura de un orangután. Gruño varias veces, haciendo que Gabin tuviera que revisar su oído por si lo había dañado de tanto gritar. Resoplo la bestia, una nube de humo aparecía frente a su hocico y la sangre pintaba el suelo de la calle, apretando fuertemente la espada en su mano, Gabin dio el primer paso y la bestia le imito. Ambos iban contra el otro. A mitad del camino, Gabin saco una pequeña bomba, arrojándola debajo de la bestia, la explosión fue pequeña, pero suficiente para destrozarle la pierna izquierda. La bestia cayo de hocico y Gabin dio un salto al aire, levantando la espada al aire, en un movimiento rápido dejo caer todo su peso, aferrando ambas manos en la empañadura del arma, se la clavo toda hasta que no hubiera rastro alguno de la hoja. La bestia chillo cuando la espada la atravesó por la parte de encima de la cabeza y después de forcejear en vano, cerró los ojos y ahogo un gruñido bajo. Saco la espada de su cabeza, limpiando la sangre en su gabardina.
Inmóvil, en el suelo, no había respiración y sus ojos estaban en blanco, Gabin la dio por muerta. Reviso nuevamente la escamosa piel, era azul y parecía despedir una cierta sustancia similar al sudor, pero no era sudor. Los grandes brazos, y patas traseras estaban cubiertas por un escaso pelaje que hubiera sido tomado de otros y plantado quirúrgicamente. Las uñas estaban puntiagudas, ¿Qué clase de bestia es esta?, se preguntó mientras la observaba detenidamente, jamás había visto algo similar en toda su vida, hasta llegar al tobillo de esta donde encontró lo que parecía ser un grillete con un eslabón de cadena, alguien lo había tenido oculto, amarrado al poste de su jaula y el chico malo se había escapado, ¿Quién?, rápidamente pensó en Bateman, al parecer si Gabin tomaba una muestra de esta cosa podría hacer las cosas más rápidas y comenzar una investigación en sus instalaciones, Adiós al reinado del científico loco.
Algunas gotas comenzaban a caer del cielo, donde las nubes se hacían grises y algunos relámpagos invadían el espacio, una tormenta se estaba acercando y parecía fuerte. Viendo como las pringas de la lluvia bañaban a la ciudad se acercó un poco más, sintiendo el agua mojando su cabello y sus ropas, algunas de ellas deslizándose por su frente hasta caer por su cuello.  El cuerpo de la bestia comenzaba a mojarse igual, pero no había mucha diferencia a su estado anterior, esa humedad en su piel era alguna clase de secreción.
Antes de que pudiera prever lo siguiente, vio como la cola de la bestia se movía dando pequeño saltitos. No fue hasta que esta se levantó y lo golpeo en el rostro que vio los ojos de la bestia abiertos. Trato de defenderse usando su espada, pero esta fue más rápido y sus garras lo alcanzaron, dándole un tajo a su pierna izquierda, grito de dolor y cayó al suelo mojado sobre su espalda. La lluvia dejo de ser tranquila y se desato la tormenta, ráfagas de vientos fuertes y el agua fría cayendo contra sus ojos le nublaban la vista, acompañados de truenos y relámpagos que iluminaban la tenebrosa figura de la bestia.
Se apoyó en sus codos para levantarse y ver como la bestia, después de escupir sangre azul oscura del hocico, se levantaba con movimientos torpes hacia donde estaba Gabin. Recordó su cinturón y llevo las manos al lugar, donde estaba una hilera de 6 bombas, sin pensarlo dos veces arrojo dos de ellas encima de la bestia y una más hacia su hocico. Las tres estallaron y un cumulo de humo cubrió su rastro, algunos pedazos de piel del adefesio cayeron por todas partes y algunas manchas de sangre salpicaron las paredes de las casas cerca. Rápidamente se puso de pie y comenzó a correr, sintiendo a la bestia detrás de él, no podía parar, sus piernas corrían por si solas para alejarse lo más distante a un lugar seguro.
Corriendo entre callejones, un ruido seco y destructor se escuchó entre los edificios, se hizo a un lado al ver como el edificio caía en pedazos frente a él, de entre los escombros la bestia salía atacante, mostrando garras y dientes. Gabin continuó, esta vez sin detenerse ni un segundo para ver el progreso de la bestia, sabía que  más edificios caían detrás de él, la bestia  estaba atravesando las paredes para atraparlo.
En un segundo más, después de la 7ma pared destruida, la bestia apareció frente a Gabin, bloqueándole el paso. Sus manos apretando las bombas, no pensó dos veces las cosas y simplemente lanzo sus últimas tres bombas encima de ella, un millón de destellos rodearon la cabeza de la bestia, pequeños flashes comenzaron a quemar sus pupilas, la bestia grito de dolor y comenzó a zarandearse contra las paredes del callejón, tratando de aplacar el dolor, pero todo era en vano.
Gabin camino un poco más, dando pasos atrás, sus pisadas en el agua advirtieron a la bestia y tuvo que comenzar a correr cuando esta le gruño y comenzó a perseguir el sonido. Comenzó a arrastrar su pierna izquierda, la que estaba herida, la sangre escurriendo desde las líneas de su pantalón hasta sus botas y cayendo al suelo húmedo. Disminuyendo su velocidad, se apoyaba contra las paredes de los callejones, pero resbalo y cayó sobre una pila de basura, considero la opción de quedarse tendido sobre la porquería, pero al ver la sombra de la bestia deslizándose sobre los edificios se dio cuenta que no podía, tenía que moverse.
 A regañadientes se levantó, aun con el dolor en el cuerpo, se arrastró hacia el final del callejón. Dando pasos en falso, simplemente no podía mantenerse en pie por más de 5 segundos sin evitar volver al suelo. Sintiendo su cuerpo cansado, sabía que tenía que atender su herida primero o no lo lograría. Se recargo contra uno de los contenedores de basura y metiéndose en el estrecho espacio entre la pared y el metal del contenedor, se abrió camino y logro meter su cuerpo hasta la mitad, recargando la espalda,  se deslizo por toda la superficie hasta tocar el suelo.
Llevo sus manos hacia la herida, presionando levemente, una nueva ronda de sangre manó y el agua limpió la herida, denotando una larga serie de líneas que habían cortado profundamente dentro de la piel. Arranco un pedazo de tela de su camisa y presiono levemente, el dolor fue directo, tenía que limpiarla o no se curaría, mordiendo el borde de su chaqueta volvió a presionar y después de restregarla con suavidad y paciencia, volvió a mirarla, esta comenzaba a cerrarse, solo que cuando termino de curarse aún se veía la marca de una abertura sobre su piel, no grande, pero seguía siendo una herida después de todo.
Tocó con sus dedos la herida, aun se sentía palpitante. Tenía que tomar sangre y después podría curarse por completo. Además de la herida en la pierna, su costado no estaba nada bien, aún tenía la herida latente del duro golpe, pero soportable, a comparación de su espalda llena de agujeros por las garras de la bestia clavándose fuertemente. No había mucho que hacer en la espalda, tendría que esperar a ser atendido por alguien de la base, tal vez Isaac o Bubba.
 Antes de moverse otra vez, un rugido estruendoso resonó por todo el lugar. Algunas ventanas temblaron, podía sentir como se acercaba, grande y pesadas pisadas se escucharon sobre las húmedas calles, seguido de un extraño gruñido gutural. Aún sin verlo, podía sentir su palpitar, tragó en seco, sintiendo sus articulaciones heladas por el agua fría sobre sus ropas, incluso dentro de su ropa interior, sus bolas estaban frías y arrugadas.
Finalmente se atrevió. Viendo por el borde del contenedor, logro verlo. Era enorme y azul, y se acercaba cada vez más. Estaba olfateando un montículo de basura en una esquina, pero después de agitar la cabeza, continuó hacia donde Gabin estaba.  Mierda, ¿es que esa porquería jamás me dejara en paz? Pensó, tratando de esconderse en el espacio, llegando hasta el fondo contra la pared. No había espacio, estaba atrapado, sus hombros chocaban contra ambas superficies y apenas podía moverse.  Apretó las manos en su espada listo para cualquier cosa, mordiéndose los labios para evitar sonido alguno. ¿Lo atacaría? Obviamente, ¿podría defenderse? Era algo que esperaba poder hacer, porque si no estaba jodido.
Lo primero que vio fue el hocico de la bestia, asomándose después de su sombra, siguiendo su olfato hasta la grieta en la que estaba Gabin. La bestia se detuvo en el espacio, no parecía verlo, producto de las bombas de Gabin, pero lo percibía. Olfateaba el aire, al igual que Gabin había hecho para encontrarla, esta lo cazaba. Abrió el hocico levemente, un aroma pútrido golpeo sus fosas nasales, reteniendo las ganas de vomitar, cubrió su nariz con sus dedos. La bestia agacho la cabeza hacia el suelo y su lengua viperina lamio la superficie, Gabin no se movió, pero de cualquier manera la bestia gruño fuertemente y peleando contra los bordes del contenedor trato de meter la cabeza, abriendo las fauces de su hocico. Lo único que pudo hacer fue recargarse contra la pared y esperar la peor, pero la bestia no pudo entrar por completo, más que parte de la nariz.
Al ver que no daba resultado, la bestia retrocedió.  Sus pasos perdiéndose y su trote rápido.
Un silencio vino con su ausencia. Podía sentir la adrenalina por todo su cuerpo, los nervios a flor de piel. Por un segundo pensó en que había decidido dejarlo de una vez por todas.
Su pensamiento se esfumo rápidamente al escuchar el fuerte rugido de nuevo. Sintiendo como alguien agitaba el contenedor, primero suavemente, después salvajemente como si estuviera pegado al suelo y alguien tratara de despegarlo. La bestia clavo las garras en el contenedor y lo elevo en el aire, encima de sí mismo. Mostrando las fauces de su hocico, la baba escurría por todo el suelo, una mancha de sangre azul pitando el pavimento.
Gabin quiso retroceder, pero realmente no había mucho que hacer estando en la esquina de un callejón, estaba a su merced, y aunque tratara de escabullirse seria atrapado al instante. Tragando seco, sintiendo sus puños temblar y apretando las manos en el mango de su arma. No podía escapar, pero podía defenderse, no se dejaría vencer fácilmente. Girando el arma entre sus manos, alternándola de mano en mano.
 La bestia lanzo el contenedor lejos, el aroma de la basura inundando todo el ambiente, solo le hacía sentir más asco, pero no podía poner su atención en ello, tenía una enorme monstruosidad frente a él, esperando desgarrarlo en cualquier segundo.
Trato de alcanzarlo, agitando la espada contra su hocico, haciendo un pequeño corte en  los dos orificios que formaban su nariz, pero esta simplemente gruño bajo el dolor del corte y luego arremetió contra Gabin, embistiéndolo fuertemente contra el muro. Ambos atravesaron la pared de ladrillo, sintiendo el duro golpe en el estómago, su voz se ahogó al sentir el fuerte dolor de la fuerza de la bestia contra su pequeño cuerpo. Era una comparación estúpida, no podía ganarle en un encuentro físico, a menos no sin armas.
Se incorporó, tambaleándose, vio hacia sus manos estaban llenas de sangre, sus brazos escurrían y su frente tenía un enorme corte. Sin mencionar el dolor en el pecho, llevando su mano buena, izquierda, presiono suavemente, sintiendo los huesos moverse dentro.
-          Maldita bestia – gruño, su voz gruesa. Se dejó caer de rodillas, colocando su espada como único apoyo. No podía mas, su cuerpo estaba destrozado. ¿Cómo había imaginado que podría vencer una cosa de ese tamaño? Era imposible. Era un vampiro, pero incluso los vampiros tenías límites.
Viendo como levantaba la extremidad que llamaba brazo en forma de gancho, lo agito contra él, esperando el golpe duro y mortal, cerró los ojos. Imaginándose a sí mismo siendo desgarrado como una hoja de papel.
Pero el golpe no llego. ¿Tan rápido era morir? ¿Y el dolor?
Una ráfaga de viento golpeaba sus mejillas, meciendo sus cabellos desalineados, unas gotas cayendo sobre su frente. Sus pies no tocaban el suelo, se sentía levitar en el aire. ¿Qué estaba pasando? ¿Estaba muerto o qué?
Abrió los ojos levemente, sintiendo la presión de algo contra él. En realidad, algo lo sostenía. Estaba en una posición fetal, pero dos brazos lo cargaban, un firme y cálido pecho era de donde se aferraba, porque no llevaba camisa, siguió las líneas de la garganta hasta llegar a una puntiaguda mandíbula y después a unos labios rojos, que esbozaban una infantil sonrisa. El sujeto mantenía la mirada fija hacia el frente, viendo el camino.
Gabin se sacudió un poco de su lugar, sintiendo avergonzado y a la vez nervioso.
-         Bájame, bájame ahora. – ordeno, el chico lo miro una fracción de segundo y después el movimiento ceso. Tan rápido como lo hizo, se liberó de los brazos del sujeto y se puso sobre sus propios pies. Aun sentía el dolor, pero no importaba. ¿Quién era? ¿Por qué lo cargaba? ¿Quién era?
Sus ojos fueron al extravagante cabello color verde. El chico de la pista. Espera, entonces ¿no era una imaginación? ¿O lo era? Tal vez era un ángel, y eso significaba que había muerto. No, no, Gabin, contrólate. No es posible, solo debes estar perdiendo la cabeza. Volvió a mirarlo, no se había movido ni un solo centímetro, solo se mantenía mirando sus movimientos. De hecho un poco divertido. Tal vez era un demonio.
El chico sonrió nuevamente, sus cejas bajaron y formaron una línea seria. Venía a por él, Gabin saco su espada detrás de su funda. ¿La había guardado? ¿A qué hora? Olvídalo, atácalo, dijo una voz en su mente. Se colocó en posición de ataque, ambos pies separados a simetría con los hombros y la espada frente a él. El chico se adelantó y le arrebato la espada en una milésima de segundo. Gabin no podía creérselo, quedando boquiabierto. Iba a replicar, pero no tuvo tiempo al ver como el peliverde lo tomaba por la cintura, juntando ambos cuerpos. Sus quejidos fueron acallados cuando este tomo posesión de sus labios.
Gimió suavemente, tratando de apartarse, pero su agarre era fuerte y sus manos amasaban su trasero. Cosa que lo hacía sentir extraño, un calor subiendo por su espalda hasta nublar sus pensamientos. Ni el dolor, ni el enojo pasaban por su mente.
Simplemente dejo de protestar al sentir la agradable sensación de tener sus brazos alrededor de su cintura y colaboro. Chupando la lengua del chico. No paraba de frotarse contra Gabin, haciéndolo gemir, estaba seguro que ese era su intención cuando una sonrisa volvió aparecer en su rostro y sus ojos brillaron con un destello ardiente.
Enviando una descarga directa a su ingle, Gabin abrió la boca lo suficiente para permitirle que su lengua lo probara. Metiendo una pierna entre el espacio de Gabin, no pudo evitar sentir la erección del chico contra su entrepierna.
Se separaron durante un segundo, dejando un hilo de saliva entre ambos, el chico se lamio los labios. Eso era absolutamente caliente, dijo Gabin, mordiéndose el labio inferior, tragando en seco, el sabor del beso permanecía aun en su boca, en la punta de su lengua. El chico se acercó, bajando la vista,  era un poco más alto, Gabin no se movió, las manos del chico fueron hacia su frente y después de verlo un segundo, besó suavemente sus labios.
Dándose la vuelta enseguida. Gabin abrió los ojos al ver que el peliverde ya no estaba junto a él, sino que corría a toda velocidad hacia la vuelta de la cuadra. Moviéndose torpemente, dio zancadas para llegar y poder alcanzarlo, sabiendo que era imposible en su estado. Aun así continuo.
Sus ojos se abrieron de par en par cuando llego a la esquina, viendo por el borde de la pared, veía a el mismo chico, sosteniendo su espada con una sola mano frente a la bestia azul. No, corre, quiso gritar, pero su voz no salía. El chico se agacho cuando la bestia lanzo un golpe, y dando una vuelta sobre su propio cuerpo, corto el brazo de una sola tajada.
Gabin quedo perplejo. Sintiendo su propia boca abierta hasta topar con el suelo. El brazo de la bestia salió volando, cayendo inerte a un costado. El hueco donde había estado comenzó a salpicar de sangre por todas partes, como una manguera rota. La sangre de la bestia no era normal, era liquida, pero espesa.
El chico de cabello verde salto encima de la bestia, tomando el mango de la espada clavada en su pecho y presionando fuertemente, dejando caer su peso para que esta cortara hacia abajo, haciendo un mayor esfuerzo comenzó a deslizarla por todo su pecho, manchas azules salpicaban su cuerpo y sus ropas, pero parecía no inmutarse por ello, simplemente bajaba más el arma, haciendo un enorme corte que se hacía más y más grandes. Finalmente después de dejar caer todo su peso sobre el arma, una abertura se hizo presente, la bestia chillo y sus órganos internos comenzaron a salirse, fugándose de su orden interno, todo reposo en el suelo, cubierto de una baba oscura, los órganos se deslizaban por toda la superficie. La bestia se sacudió salvajemente y después de unos segundos cayó al suelo.
El chico saco el arma de su cuerpo, y después de sostenerla por un par de segundos, se quedó mirando el cuerpo inerte de la bestia que ahora estaba completamente muerta. Se giró hacia Gabin, quien solo pudo pensar con que podría defenderse en ese estado, pero todo desapareció cuando este camino hacia su lugar, antes de poder decir o hacer algo en protesta, el sujeto lo tomo en brazos, nuevamente,  y comenzaron a correr lejos. Él lo cargaba, lo sabía porque no sentía sus piernas moverse, sino un cuerpo solido contra su mejilla, y el frio aire mezclado con la lluvia helada de la tormenta.
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Colocándolo con sumo cuidado, Gabin volvió a sentir el suelo sobre sus plantas, la lluvia era menor, pero aun así empapaba su cara y las manos frías que lo sostenían lo liberaron, colocándose en sus hombros. Abrió los ojos y miro esos mismos ojos rosa oscuro que había visto en la pista cuando iba en su motocicleta, eran hermosos, pero mortales, podía ser despistado, pero podía sentir el peligro rodeando al chico.
Iba a decir algo, cuando este se adelantó y coloco su dedo índice entre sus labios, viéndolo fijamente, este se acercó más y junto sus labios, en un simple beso infantil. No dijeron nada, incluso Gabin se sentía abrumado, quería golpearlo y hacerlo retroceder, pero su cuerpo no hacia ninguna acción en contra, simplemente se dejó llevar.
Sin embargo tuvo que hacerlo, ya que se escuchó el sonido de los deslizadores en el cielo y las patrullas rondando e iluminando los callejones con sus faros.  El chico se limitó a besar su frente y girándose una última vez, no sin darle una buena visión de su trasero y esa ancha espalda, dio un paso y una ráfaga lo difumino en el camino.
Después de unos segundos de estar de pie, en el mismo lugar, atónico, el frio aire de la noche y la humedad en sus ropas le advirtieron que tenía que cambiarlas. ¿Había pasado en verdad eso? Llevando su mano a sus labios, aun podía sentir el sabor y la sensación suave de los labios como seda. Jamás había visto a un vampiro moverse de esa forma, era simplemente imposible para ellos. Sabía que su especie había tenido alguna veces ese tipo de habilidades sobrehumanas, pero ahora eran mitos, algunas cosas como fuerza y resistencia ya no existían. Podían curarse después de beber sangre y tenían la misma agilidad, además de sus poderes como trepar paredes sin necesidad de cuerdas y esas cosas, pero eran limitadas a unos pocos.
Gabin no formaba parte de unos pocos, era un vampiro mediocre. Una bestia de laboratorio le había dado una paliza y había necesitado ayuda de otro vampiro, era una vergüenza para sí mismo. Era humillante aceptar a alguien más fuerte.
¿Qué tal si puedo ser más fuerte? Pero ¿Cómo?
¿Lo olvidaste? El carnaval. Falco te necesita, es tu momento para demostrar tu valor en la arena, todos te respetaran después de ello. Solo unos pocos han sobrevivido a ella y si lo logras serás un héroe, no, un Dios.
Girándose, su motocicleta estaba detrás de él. Algunos rasguños menores, a comparación de su amo. Se subió en ella y después de girarse hacia donde el peliverde se había perdido en el camino, encendió el moto.
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Entro como una tromba, casi empujando al tipo de la puerta y arremetiendo contra los dos guardias. Nadie se le acercaba, Bubba e Isaac lo seguían de cerca, al ver las grandes heridas por todo su cuerpo y las ropas destrozadas. Llevando con ellos el kit de primeros auxilios, que consistía mayormente en una bolsa de sangre, gasas y alcohol.
Los pasos se detuvieron en el marco de la puerta. Falco estaba de espalda, pero aun así sabía quién era. Gabin.
Suspiro, inhalando el aroma a sangre y suciedad que desprendía de su cuerpo. Por lo visto había estado peleando, pero ¿contra qué cosa? Estaba hecho una porquería. ¿Y esas manchas de color azul oscuro? Incluso su cabello parecía sucio y lleno de tierra. ¿Dónde se había metido el chico ahora?
Antes de decir algo, Gabin se adelantó y le gano la palabra.
-         Estoy dentro.
-         ¿estás seguro? – sin darle la cara, aun seguía siendo arreglado por la guapa mujer con varios tonos de color en su cabello y unas pequeñas ligas en coletas por todas partes como si fuera un puercoespín. El maquillaje era una diversidad de polvos y sombras, y el único lugar con un solo color eran sus labios rosa chillón.
-         Sí. -  respondió secamente, apretando los puños, aun sintiendo el dolor y la adrenalina por todo su cuerpo, en especial al sentirse impotente y ser salvado por otra persona. Tenía que hacerse fuerte.
-         ¿Qué fue lo que te hizo cambiar de idea?

-         YO.

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