LABIOS HELADO, LENGUA CALIENTE - CAPITULO 13

[CACERIA: Batalla Mixta Parte 2]


Kadar había vuelto a su forma humana, después de darse cuenta que en su forma animal no tenía ni una sola oportunidad de atraparme.
Me incline, apoyando ambas palmas contra el suelo, y estirando la pierna derecha haciendo un movimiento en forma de arco, derribándolo. Tan pronto como cayó al suelo, aproveche y salte encima de él, colocando la suela de mi bota contra su cuello.
Él tomo mi pierna y me hizo caer, ambos rodamos por el suelo y cayó encima de mí, clavando su codo contra mi espalda. Me gire y envolví mis piernas en su cuello en un fuerte candado, pero él nos levantó del suelo y luego se dejó caer, sintiendo el fuerte golpe de mi espalda contra el suelo. Mis piernas se abrieron y lo solté, tratando de regresar el aire a mis pulmones y calmando el dolor en mi espalda.
Adolorido, sobándome la parte baja de la cadera, rodé en el suelo y trate de incorporarme, pero rápidamente me puse pie algo me golpeo, tacleándome contra el suelo, grandes manos rodeando mi pequeño cuello, la presión de la falta de aire y el peso enorme encima de mí. Todo estaba desapareciendo de mi visión, podía sentir mi pecho latir más fuerte, la mirada agresiva de Kadar, su mandíbula tensa mientras apretaba más y más.  Estábamos a solo unos 30 centímetros de distancia, asi que aproveche y doblando la pierna le di un fuerte golpe con la rodilla, los dientes de la mandíbula de Kadar tronaron con un sonido hueco, pero suficiente para que me liberara. Retome el aire en mis pulmones y escupiendo en el suelo, me gire hacia Kadar, quien aun se mantenía sobando los costados de la mandíbula.
Kadar volvió a correr hacia mí, solo que esta vez cuando estaba cerca, alargue la pierna, dándole un puntapié entre las piernas. Un grito ahogado, que hasta yo mismo sentí, se escuchó. Kadar cayó al suelo, llevando sus manos a sus genitales, doblándose, sus rodillas tocando su pecho. Camine hacia él, cuidando mis propios pasos, cauteloso lo observe retorcerse en el suelo.
Me acerque, pero rápidamente Kadar salto sobre mí,  tomándome de la camisa y del cinturón del pantalón, en un segundo se cargó con mi cuerpo encima de él. Levantando mi cuerpo en el aire, patalee para liberarme, pero parecía que Kadar no iba a ceder, mis manos arañaban fuertemente contra sus palmas.
Su mano izquierda estaba cerca de mí, apretando la piel bajo mi camisa, grite de dolor y sofoque la maldición al cerrar mi dentadura sobre la palma del were. Mis dientes mordían fuertemente, sintiendo la suave piel entre mis dientes, no deje de morder, incluso cuando sentí el sabor a sangre y los gritos, junto con un millón de maldiciones, de Kadar. Me libero, y al tocar el suelo, solté una patada hacia su abdomen y un golpe directo hacia su rostro, mis nudillos golpearon parte de hueso, a lo mejor el pómulo. Volví a hacer lo mismo, aun cuando Kadar trataba de surtirme un buen puñetazo, logre esquivar sus movimientos lentos y cansados, solo un golpe logro darme y fue levemente por encima de la cabeza, rozando mi cabello contra su mano en puño el calor de la fricción me hizo reaccionar y plantarle un golpe fuerte en el estómago.
Kadar se tambaleo y tratando de alcanzarme con sus manos alargadas, resbalo y cayó al suelo.
Arregle mis ropas, pero no podía hacer demasiado. Viendo que Kadar no dejaba de intentar levantarse, decidí que era momento de ponerle punto final a esta pelea. Estaba tirado en el suelo de espaldas contra la tierra y aun escupiendo
Desabroche el cinturón de mi pantalón, jugueteando con él entre mis brazos, y lo enrede sobre su cuello, pasándolo por la hebilla, tire de él y comencé a hacer presión más fuerte. El cinturón de cuero apretaba fuertemente hasta comenzar a poner roja la piel de su cuello. El were apretaba la piel de mi brazo, tratando de liberarse, mientras pataleaba y gruñía molesto, sus pies agitándose contra el suelo, levantando un poco de polvo, hasta que sus manos dejaron de moverse y su rostro estaba más rojo que nunca, producto de la acumulación de sangre en su cabeza. ¿Debería matarlo ahora? Seria fácil hacerlo y me libraría de todos los problemas que me ha causado con la manada, pero ¿Qué con Kaden? ¿Me odiaría? ¿Incluso sabiendo que era su hermano el que me habia retado?
Las ansias de apretar mas el cinturón sobre el cuello de Kadar hacían que mis manos picaran y en un momento dado la presión comenzo a aumentar.
Estaba a dos segundos más de morir.
Mis ojos se abrieron de par en par, estaba disfrutando la escena de ver a Kadar pataleando, tratando de salvarse a sí mismo. Recobrando el sentido, me detuve, liberándolo del agarre. Escuche su respiración volver y su cuerpo agitarse, tosiendo un poco, llevo su mano a su garganta y después de escupir un rastro de sangre, me miro desconcertado, aun incrédulo por mi decisión. Me dolia el cuerpo, pero eso no era lo importante. ¿Habia considerado matar a Kadar? Que diablos conmigo. Jamas en mi vida habia pensado eso y aquí estaba viendo a Kadar ahogarse a si mismo en dolor.
Me acerque a él, teniendo cuidado con mis pasos, sus ojos siguiendo mis movimientos. Trague en seco y me agache, el solo se limito a fulminarme con la mirada, pero no dijo nada mas.
-         ¿Por qué no me mataste? – le tendí la mano, el me miro un poco dubitativo, pero la acepto y lo ayude a levantarse, tan pronto se puso de pie sus piernas flaquearon y tuvo que sostenerse de mi hombro para no caer. A pesar de que lo había lastimado en defensa propia, había sido mi propia ira la que había salido a relucir y me había dejado llevar por ella, mi abuelo jamás me había enseñado algo así. Solo defiéndete, jamás hagas el daño a alguien inocente.
-         ¿de que serviría matarte? No me haría mejor persona que tú y no eres alguien que merezca la muerte, no de esa manera.
Después de unos segundos de silencio, mientras arrastraba las piernas con movimientos pesados y las heridas en su rostro comenzaban a sanar, suspiro profundamente. El latido de su corazón se volvía a normalizar, pero el dolor en su cuerpo estaba reflejado en la mueca de su rostro, apretando mi hombro aguante el dolor hasta que llegamos hacia dentro de la habitación de Kadar, que estaba en el segundo nivel de las hileras de habitaciones. Se sentó en la cama y después de acomodarle la almohada en la cabeza, y de emitir un gruñido, me miro.
-         Lo siento – dije, agachando la cabeza, sus labios se abrieron para decir algo, pero después de sobarse las costillas soltó una risa ahogada entre gemidos de dolor.
-         ¿lo sientes? ¿Por qué darme una paliza? Eres un humano muy extraño, sabes.
-         No me refería a la paliza, esa te la merecías, tenía ganas de golpearte desde el día que llegue a la Guarida. Has sido un completo idiota desde el principio, solo quería romperte los dientes. – admití, esbozando una leve sonrisa.
-         Somos dos. ¿entonces?
-         No lo sé, simplemente creí que era lo que necesitas escuchar de mí, porque ciertamente no entiendo esa ira tuya hacia mí, pero sé que tiene una justificación razonable. Por la forma en que te preocupas de tu hermano, sé que no eres una mala persona. Solo fuiste herido, ¿no? – apretó sus músculos, una línea apareció en su boca y después sus puños se apretaron. Suspire, sintiéndome más calmado – pero está bien, porque no estoy aquí con ese fin, no quiero hacerle daño a nadie, solo quiero regresar a casa.
-         ¿tanto los extrañas como para enfrentarte a medio mundo de criaturas sobrenaturales?
-         Soy el líder, no puedo botarlos así, me necesitan.
-         ¿y tú? ¿Qué es lo que necesitas? – me quede dubitativo, pensando la respuesta en mi mente, mis manos estaban sobre el borde de la cama, largos dedos ¿Qué era lo que quería? ¿Qué era lo que necesitaba? Ni una sola vez lo había pensado estando en la Colonia, siempre procuraba al otro antes de a mí, asi me había enseñado mi abuelo, pero ¿Qué había de mí? Jamás lo había pensado, sintiendo el calor de otra mano posarse sobre la mía, levante la mirada.
-         Tranquilo, no tienes que responder a todo, algunas veces no sabemos que es lo que queremos. Solo debes darle tiempo a lo que quieres con tu corazón, cuando lo descubras lo sabrás. – me quede atónico cuando me lo dijo. Sonreí involuntariamente, suavizando mis pensamientos.
-         Lamento la forma en la que te deje. Pareces mierda. – me dio un manotazo en la cara, haciendo que mis cabellos se removieran y tuviera que arreglarlos detrás de mí oreja.
-         Era una pelea, yo te rete.
-         Aun así, estuve a punto de matarte. ¿Qué dice eso de mí?  - no pude evitar no sonar culpable, porque lo era y lo sabía muy bien, incluso Kadar lo sabía.
-         Que eres un rompe culos. Dios, ¿de que estas hecho humano? Te golpee, te patee, te arrastre por todo el suelo de la Guarida, casi te tuve que morderte y aun así no te rendiste. ¿estas hecho de plomo?
-         Yo… no lo sé…
-         Sobre lo de tu mano, quería pedirte perdón.
-         Guau. ¿Kadar pidiéndome disculpas? ¿Quién eres tú y que hiciste con el original? ¿o eres Kaden? – me acerque hacia él para revisar, pero aun tenía la cicatriz del brazo. Bufo y se acomodó mejor en la cama.
-         Humano idiota. Puedo ser un idiota, pero incluso yo se reconocer cuando he perdido contra alguien superior.
-         Eso es un halago.
-         Más te vale, porque no suelo decirlo muy a menudo. La próxima vez te moleré a golpes.
-         Si, sigue diciéndote eso hasta que te lo creas.
-         Idiota. Será mejor que te vayas, nadie se dará cuenta.
-         No creo que eso importe ahora, en 15 minutos todos los miembros de la manada habrán despertado, mi plan se arruino.
-         ¿Por qué huir?
-         Eso… no creo que… - la pregunta me atrapo pensando en otras cosas, que cuando me gire hacia Kadar, quien ahora me veía por el rabillo del ojo, me hizo sentir expuesto. No podía contarle que era todo por su gran Alfa.
-         Está bien sino me lo quieres decir, pero debe haber sido algo malo para que te quieras ir a escondidas solo con una mochila.
-         No es solo una mochila, es la mochila.
-         ¿Qué llevas dentro? ¿juguetes?
-         Bombas, y todo tipo de artefactos químicos que tenían guardados en la bodega oculta detrás de las cajas.
-         ¿Cómo entraste?
-         Soy bueno con las manos. No hay cerradura que no ceda a mis encantos.
-         Astuto. ¿y porque bombas?
-         No puedes estar defendiéndote todo el tiempo con los puños, o blandiendo un arma al aire, debes saber retirarte, como un plan B de emergencia cuando te tienen rodeado, solo puedes correr y esconderte hasta que todo se calme.
-         Sabes mucho de vampiros y weres para ser un simple humano, ¿tu abuelo te enseño?
-         Si, todo lo que se es gracias a el. Papá se la pasaba organizando las filas rebeldes y comandándolas en la guerra, mamá siempre estaba a su lado, así que me crie con el abuelo en la Colonia.
El sonido de un gruñido me hizo levantarme y girarme hacia el marco de la puerta, teniendo sumo cuidado de no sobresalir. Eran los weres reuniéndose en la plaza, ya listos para empezar, Randolph en el centro diciendo algunas palabras que no podía entender, pero parecían ser órdenes serias. Plan de huido fallido. Salí sin ser visto de la habitación de Kadar, tenía que regresar a mi lugar.
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La movilización de los weres por la mañana era asombrosa. Las hembras se preparaban en una esquina y los machos continuaban asegurándose que todas las entradas estuvieran vigiladas, si ellos no estaban en la Guarida, al menos tener a los demás miembros asegurados y que no los agarraran desprevenidos era esencial. Aston estaba entre los weres que vigilaban, el hombre oso, el único de los demás que era alto y robusto, sin tener mi misma estatura y lleno de vello, dándole una aspecto mas masculino.
-         ¿los túneles están listos? – pregunto el Alfa.
-         Si, Alfa. Los sensores de movimientos se activaran en cuanto ustedes salgan al Bosque de los Azules.
-         Muy bien. toda la Guarida debe estar completamente protegida. – dijo y después dejo a Aston solo, subiendo las largas escaleras en forma de rampa.
Me acerque un poco hacia donde estaba Aston, quien solo sonrió al verme escondiéndome detrás de una caja.
-         Acércate, dulzura. – sonriendo cálidamente, salí de mi escondite y me recargue contra el muro.
-         ¿sensores de movimiento? – me hizo una seña para acercarme y así lo hice, me enseño un largo control lleno de botones con números, pero había uno en particular de color rojo que continuaba parpadeante
-         Si, mira, para proteger la Guarida hemos instalado estos sensores de temperatura que detectan el calor corporal de los intrusos. O en este caso la falta del mismo. Cuando detecta la ausencia de calor y haya movimiento los detonadores de activan. Lanzamos vapor a través de todo el túnel y si hay una pizca de frio… ¡PUM!
-         ¿hay bombas dentro de los túneles?
-         Seguridad. Si quieren entrar terminaran enterrados bajo la tierra y eso nos dará tiempo de preparar la ofensiva.
-         Genial. – sonreí, el me correspondió y después se giró hacia los túneles, para continuar con su inspección.
Estábamos, Charlie y yo, terminando de asegurar las cosas dentro de los almacenes, que no era mucho considerando las pocas raciones que quedaban de nuestras reservas. Ahora que lo notaba, todos los hombres, a pesar de andar desnudos en el bosque, mostrando sus miembros como Dios les había dejado la primera vez en la creación del mundo, ahora estaban completamente vestidos, bueno, al menos usaban pantalones, sus pechos llenos de músculos seguían al aire, pero no era el caso de las mujeres, que al menos usaban un TOP.
Alo estaba vigilando hacia el otro lado contrario a los weres que se formaban para ir como guardias, las hembras estaban reunidas en un círculo, todas escuchando atentamente lo que Abby decía sin interrumpir. Luego de un aullido por la misma las demás le imitaron y comenzaron a correr por la Guarida, adoptando ya la forma animal correspondiente. Eran enormes y agiles, algo completamente contradictorio a lo anterior.
-         ¿Por qué todos usan ropas? – pregunte, sin levantar la mirada del saco de papas que estaba frente a mí. Charlie rio por lo bajo y respondió, levantando una caja llena de cebollas.
-         Precaución. – dijo mientras se ponía de pie y la cargaba hacia el otro lado, regresando instantáneamente.
-         ¿precaución?
-         Veras, los machos y las hembras desnudos, dentro de la guarida, sería como un llamado a la reproducción descontrolada.
-         ¿tan grave sería?
-         Ummm, sí. Hombres y mujeres cubren sus partes íntimas para que los otros miembros del género opuesto no las vean y entren en celo.
-         Ya veo. ¿todos tienen su pareja? – dado el numero grande de niños weres, esta Guarida debía de contar con una gran cantidad de parejas.
-         Es…esto, no. Bueno, algunos son padres y decidieron juntarse, pero no todos, solo unas cuantas excepciones. - Recordando lo dicho entre Alo y el alfa, me arriesgue a preguntar. Duda, celos y rabia me envolvían y tenía que quitármelos de encima.
-         ¿Quién es la hembra Alfa? – pregunte disimulando desinterés, como si fuera una pregunta tan normal, haciendo un nudo en el saco con el lazo del carrete y lo anude fuertemente, haciendo varios giros y terminar en un pequeños moño.
-         ¿hembra alfa? – me miro desconcertado, su ceja subió y sus ojos se estrecharon, casi como si los cerrara. Busque entre mis pensamientos y apareció el viejo libro que leía a escondidas y que mantenía en un rincón oculto de mi abuelo.
-         Si, había leído en un libro de mi abuelo, que cuando el Alfa escoge una pareja, esa misma se convierte en la hembra Alfa.  –  no era el único libro, había varios más, pero al menos los libros de bilogía y ciencias naturales que mi abuelo me permitía tenían demasiadas fotos y datos interesantes, aunque normalmente me obligaba a leer grandes tomos de más de 600 páginas, sin espacio y sin dibujos, ósea puro conocimiento.
-         Pues nuestro alfa no tiene una. – declaro Charlie, rascando su mentón con sus dedos pulgar e índice.
-         ¿en serio? Estas bromeando. – trate de sonar sorprendido, aunque interiormente sentí la presión de mi pecho desaparecer.
-         No, es en serio.
-         Pero es necesaria. ¿Quién dirige al grupo de las hembras?
-         Abby. – declaro, dirigiéndome una tierna sonrisa.
-         Pero si no es la pareja del alfa. - ¿Por qué seguía insistiendo con lo mismo? Porque quería salir de dudas, en mi herido y estúpido corazón donde el dolor del rechazo de Randolph invadía mi interior.
-         Eso no tiene nada que ver, chico. – nos giramos a ver a Abby parada frente a nosotros, una ceja en el aire y una mano sobre su cadera. – soy la líder de las hembras porque las mantengo unidas, y ellas lo decidieron así.
-         ¿entonces tú y el Alfa no están juntados? – mordiéndome el labio tan pronto salieron las palabras de mi boca.
-         ¿Qué? NO. ¿Cómo piensas eso? Es un buen amigo mío, eso es todo. La verdad es que nuestro alfa tiene una norma muy estricta en cuanto a la natalidad de nuestra especie y las normas sobre nuestros emparejamientos. –  me gire hacia ella, tratando de no precipitarme demasiado como para parecer ansioso, ella continuo explicando, recargándose contra la torre de cajas -  Debemos de estar completamente comprometidos a ello, si solo se trata de un juego no mezclarnos con nuestros compañeros, eso solo traerá problemas. - ¿sería verdad?
-         Ya veo. Ahora entiendo porque existe tanto respeto y compañerismo entre todos. ¿y el Alfa tiene a alguien? – trague en seco.
-         No que sepamos. Es un líder de nacimiento, pero jamás le he visto suspirar de amor. Respeta a todas las hembras y cuida siempre a sus compañeros, es el mejor que pudimos pedir.
-         Me lo imagino.
-         ¿y tú chico? – pregunto Abby, dándome un codazo en las costillas.
-         ¿yo que? – trate de ignorar el pregunta.
-         No te hagas el tonto. ¿tienes a alguien esperando por ti? ¿una chica? – mordiéndose el labio inferior, mientras alzaba y bajaba las cejas.
-         ¿Qué? No, yo…
-         ¿o es un chico? – susurro por lo bajo. Algo que me hizo sonrojarme por completo, negué con la cabeza fuertemente, tanto que me maree.
-         Eso… ¿Cómo?... Dios, no. No tengo a nadie, estoy solo. – las palabras soledad no deberían ser utilizadas por una persona como yo, que solo termina perdiendo a todos sus seres queridos por la causa de un arma - De hecho nunca antes había pensado en esto del amor y tener una pareja, eso es lo último en mis pensamientos. – jugueteando con mis dedos, mirando hacia el suelo.
-         ¿Por qué?
-         Tengo una enorme responsabilidad con la que cargar. Todos los miembros de la Colonia cuentan conmigo. No puedo permitirme distraerme de esas cosas importantes solo por mi egoísmo. No tengo derecho.
-         ¿Quién lo dice? – con un tono molesto, me gire hacia ella, pero las palabras no salieron como pensé que saldrían.
-         … no era necesario que alguien lo dijera… yo…
-         Ahí está. Puedes hacer ambas cosas. Proteger a los tuyos y amar a alguien.
-         ¿lo crees?
-         100% segura. Por mi honor de mujer. – levanto su mano al aire y coloco la otra sobre su pecho.
-         ¿Cómo saber quién es la persona indicada?
-         Bueno, eso es un poco difícil de contestar. Anteriormente nuestros antepasados se emparejaban de acuerdo a las estrellas. Lo sentían al instante, con solo estar cerca de su pareja lo sabían.
-         ¿Cómo?
-         Que yo recuerde se decía que era mediante una atracción tan fuerte. Ambos podían sentirla, incluso si el were no la sentía, su pareja la sentiría y no podría evitar sentirse atraída por él, pensar y sentir la necesidad de estar juntos. Hasta que el apareamiento sea culminado y el were lo marque como suyo.
-         ¿apareamiento?
-         Ya sabes, sexo. Penetración. – haciendo un circulo con su pulgar y su dedo índice de la mano derecha y con el dedo índice de la izquierda insertándolo en el medio. Rápidamente voltee a otro lugar y comencé a rascarme la cabeza, sintiendo el calor en mis mejillas.
-         Oh, ya. No tenías que explicarlo tan gráficamente. – ella se rio por lo bajo.
-         Pero con el paso del tiempo esa norma se convirtió en cosa del pasado.  Ya no estamos atados a ella. Con la guerra entre especies el amor se convirtió en lo último que podíamos pensar, nuestras parejas corrían un riesgo enorme al estar todo el tiempo en la batalla y se convirtieron en una desventaja durante los combates. Por eso es que creamos la Guarida, permanecemos en un estado neutral con esta guerra, pero cuando somos amenazados respondemos con todo.
-         Ya veo.  – respondí casi como un susurro, solo para mí mismo. Abby dio por terminada la conversación y continúo con su camino.
Me acerque hacia Charlie, tratando de ocultarme de la mirada de Randolph, que desde hacía momentos no paraba de perseguirme como si fuera su presa. Bien, estaba harto de esto, no sería más el niño débil e inofensivo. Era Jason Snyder y podía patear el trasero de cualquier were sin importar su rango, solo por diversión, en defensa propia o por diversión de quitármelo de encima.
¿Amor? Tonterías. Randolph solo jugaba conmigo, prometiéndome un amor trascendente una noche y diciéndole a Alo que solo estaba tratando de liberar la tensión un poco, “necesidades de hombre”. Charlie también permanecía mirándome, la forma en la que estaba frunciendo el ceño solo provocaría más preguntas y Charlie no se detendría después de la primera, y yo no podría soportar la bilis en mi garganta pulsando por salir. Me gire, esquivando la mirada de Charlie, sin decir ningún otra palabra me aleje del lugar, caminando entre los weres que se estaban acoplando por todos lados.
¿Por qué había sido tan idiota? Debería patearme el culo a mí mismo hasta que entendiera. Sintiendo una mano sujetándome del brazo, me gire molesto, pero solo resulto ser Charlie. Suspire cansado, y trate de sonreír.
Íbamos caminando, lado a lado, solo faltaban unas cosas más y podríamos ir de cacería. Cosa que agradecía a los dioses.
-         ¿lo que le dijiste a Abby era verdad?
-         ¿sobre qué?
-         Qué no tienes a nadie. ¿es verdad?
-         Bueno… eso es… verdad. ¿Por qué?
-         Jason. Hay algo que quiero decirte. – se giró hacia mí y trate de ponerme a  su altura.
-         ¿Qué cosa? – dije, mirándolo tragar en seco, podía ver como apretaba los labios repetidas veces hasta que tomo un buen suspiro y me miró fijamente, tomando mis manos entre las suyas contra su pecho.
-         Te amo, Jason. Te amo con todo mi corazón. – su confesión fue… completamente un shock. Me quede ahí, viendo como sus brazos se tensaban y sus manos se cerraban en un puño. Sus labios se juntaron con los míos en cuestión de segundo en un simple movimiento. Me tomo desprevenido, pero no me aparte, podía ser algo bueno, podría identificar este sentimiento ajeno hacia Randolph, si era exclusivo para él o podía ser cualquier cosa. Dejándome llevar por el beso, la lengua de Charlie se introdujo dentro de mi boca, chupando, sus manos se movieron rápido y me llevo contra la pared, haciéndome levantar la boca para continuar con el beso, que se tornaba duro, aun así eso no impedía que Charlie pasara sus manos por mi espalda hasta mis trasero. La erección de su pantalón chocando contra mi muslo me hizo reaccionar, sentir que esto no estaba bien, para nada, se sentía vacío.
Lentamente coloque las manos sobre su pecho y apreté los labios, rompiendo el beso. Charlie noto mi acción y se separó suavemente, mirándome cálidamente, pero diferente.
-         Yo… lo siento… no quería hacer esto… perdón, Jason…
-         Hay algo que quiero probar antes de responderte. – admití, tomando su mano, el me miro, pero aun así me dejo tomarla.
-         ¿Qué cosa?
-         Dame tu mano. Colócala asi. – colocando la mano en el aire como cuando haces una promesa al aire. El la acerco hacia mi y la coloco contra la palma de la mía, se sentía cálida, pero no podía sentir la misma sensación. Enredando mis dedos entre los suyos, apreté mi mano, pero lo mismo. ¿Dónde estaba la descarga? ¿Dónde estaba ese hormigueo que empezaba desde el centro de mi palma hasta llegar a mis dedos, a mis hombros?
-         ¿Qué sucede?
-         Nada. Lo siento, Charlie, yo no puedo corresponder a tus sentimientos.
-         ¿Por qué?
-         Simplemente no puedo. Se que suena estúpido, pero si hay alguien, pienso en esa persona todo el tiempo y no sé que es lo que siento, si es amor, u otra cosa.
-         Lo entiendo. Está bien – sonrió, forzándose a sí mismo. Me atrajo hacia su cuerpo y me presiono suavemente – aun somos amigos, no quiero perder tu amistad.
No sabia que palabras decir, simplemente me sentía mal haciéndolo sentir mal. Era algo estúpido el no decirlo, pero estaba en una encrucijada, sin embargo no quería perder su amistad, aunque eso significara que mis palabras y acciones no podían ser las mismas por temor a darle un incentivo que no era, falsas esperanzas. Aun no sabia que era lo que pasaba por la cabeza de Randolph, pero por la mía era todo un torbellino de emociones.
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Estábamos frente a los túneles, el aire que pasaba a través de la red de túneles llegaba fresco y con un poco de humedad en el aire, al igual que el olor a pino. Sentía la ansiedad en mi cuerpo, mi garganta seca y mis manos sudadas. Lo salvaje me llamaba y no oponía resistencia a ello, lo anhelaba.
Los weres cambiaron a su forma animal, adoptando sus pelajes en lugar de sus pieles normales. Todos en una hilera bien formada. No fue hasta que el Alfa soltó un aullido, lo reconocí por el gran tamaño y penetrante aullido que desgarraría el alma de quien lo escuchara, todo comenzaron a movilizarse, entrando a los túneles. Charlie me hizo una seña con el hocico y subí a su lomo. Debajo de mis piernas se sentían una infinidad de músculos y los huesos de las patas cuando este corría más fuerte. Varias veces tuve que aferrarme al pelaje de Charlie para no caer, el cual se ponía en mi cara y rastros de pelos quedaban en mi lengua.
Mientras más trayecto recorríamos, más podía sentir la brisa fresca y húmeda que provenía del bosque. Dando un gran salto, atravesamos el portal del Punto y el color verdoso ilumino mis pupilas, deleitándome con los matices del bosque, verde, azul, amarillo y marrón eran visibles al mirar hacia arriba de las copas de los árboles. El cielo, las ramas que dejaban filtrarse los destellos del Sol y los frondosos troncos que se erguían para crear grandes árboles.
Todos se agruparon en un círculo, volviendo a su forma humana, lo que fue completamente incomodo al ver tantos cuerpos desnudos, bien definidos y llenos de músculos, mostrando sus miembros al aire, y sin importarles nada de eso. Claro que eran weres y no humanos como yo.
-         Bien, todos divídanse. Ya saben que área les toca a cada uno. ¿listos?
-         Sí.
-         Esperen. ¿y qué hay de mí?
-         ¿a qué te refieres, humano? – pregunto Alo, con su cabello vuelto una maraña por las hierbas y ramas del bosque.
-         No me dijeron que área me toca a mí, y no tengo nada con que cazar. Ni una sola navaja me dieron. – Alo sonrió divertido, su sonrisa era más diabólica, que de felicidad.
-         No somos estúpidos. ¿creiste que te daríamos un arma?
-         Si, ¿con que voy a cazar? – llevándose el dedo índice a los labios, golpeteando suavemente hasta que sus cejas se arquearon, y una media sonrisa ilumino su rostro.
-         ¿Qué te parece con tus manos?
-         ¿estas bromeando?
-         Jamas bromeo, humano. Además, después de lo que paso con Kadar deberías ser capaz de arreglártelas solo con tus propias manos, ¿no? – trague en seco al darme cuenta que era imposible que no notaran el estado de Kadar, pero al menos no me estaban colgando o arrancándome los brazos, Kaden me sonrió del otro lado y me indico que no me preocupara, que estaba bien, aliviando un poco mi culpa, Alo dio por terminada la conversación, girándose sobre sus talones, volvió a adoptar su forma lobuna al meterse entre la mata verde de los helechos y la hierba. Los demás le siguieron y antes de que Charlie volviera a su forma animal, asintió con la cabeza, lo tome como una muestra de apoyo.
Maldito Alo y su estúpida sonrisa burlona. ¿Cazar con mis manos? Podia hacerlo, simplemente que con un cuchillo podría hacerlo mas rápido, sin una navaja u otra cosa mas, tendría que arreglármelas con los elementos a mi alrededor; piedras, palos, hojas, etc. Molesto, di un fuerte golpe con el talon contra el suelo.
Busque algunas ramas y una que otra piedra, o fragmento de algo filoso. Viendo el movimiento  de las grandes sombras alrededor de mi, los lobos estaban cazando. Mire la suelo y recogi unas largas ramas, no tan grandes.
Tome la piedra entre mis manos y la golpee contra la otra, haciendo que se partiera por la mitad. Con la superficie rota de la piedra, comencé a tallarla sobre la rama que tenia entre las piernas, descarapelándola, la forma empezó a darse, en una punta. Hice lo mismo para las otras tres ramas y después de unos minutos comencé a realizar mi trampa con algunas enredaderas que había encontrado, viendo algunas aves en las copas de los árboles, solo esperaba lo necesario para lanzar mi arma puntiaguda y atraparlas.
Después de unos 15 minutos, solo había capturado dos conejos, un ciervo bebé, que deje ir porque no estaba lo suficientemente grande, y unas tres aves. Aun no era suficiente. El cazar me estaba distrayendo y agradecía que al menos nadie interfiriera con mi rutina, tenía demasiado de Randolph en mi cabeza, ninguna vez desde que nos vimos en la guarida me había dirigido la palabra y siempre que me acercaba, porque ahora ya no me escondería, me esquivaba.
¿Ahora qué? Yo me acerco, tu retrocedes. ¿Estaba Randolph jugando conmigo como le había dicho a Alo? No, eso no podía ser. No podía creerlo todavía, tenía que preguntarle, quería oírlo de sus propios labios.
No me había dado cuenta que mis pasos me estaban llevando a una parte más clara del bosque, metiéndome entre los helechos, aparte las hojas y hierba grande que aprecia cubrir bien mi propia altura. Mis ojos se abrieron de par en par. Era hermoso, simplemente indescriptible con palabras ante su majestuosidad.
 Una cascada, arreglada por la misma madre naturaleza, desde un pequeño peñasco de rocas en forma de una C, el agua caía sobre unas sobresalientes piedras puntiagudas y grandes, partiendo el agua cuando caía. Algunas ramas y raíces se sujetaban de las piedras y mezclaban los colores cristalinos y verdosos del musgo, y el de la luz solar refractando hacia las piedras dándoles un aspecto brilloso, húmedo. Los colores jugaban con la cascada, casi parecía ser de cristal, los rayos solares entraban por una abertura en las copas de los árboles, que se mecían suavemente, la brisa era fresca y tranquila.
Por un segundo todo lo que tenía en mi cabeza desapareció, concentrándose en el momento del hoy. Esto era la naturaleza, vida, sintiendo cada ser viviente del bosque, podía decirse que era como si estuviera y no estuviera en el mismo tiempo. ¿Cómo era posible que alguien lo quisiera destruir todo a su paso? Algunas veces trate de entender a los vampiros, el porqué de sus acciones, pero siempre que creía poder llegar a ver un poco de su bondad, un resto de humanidad, algo malo pasaba, alguien de los que quería morían, más muertes, mas guerras y más sufrimiento.
Abrí los ojos, respirando el aroma del bosque, el agua pura y natural, las hierbas verdes que desprendían un aroma original, que me hacía sentir vivo nuevamente. Llevaba demasiado tiempo dentro de las instalaciones de la Guarida, de la Colonia, que casi olvidaba como era el mundo exterior. Mis manos tocaron el árbol frondoso, sintiendo la gruesa corteza entre mis dedos, las formas irregulares, la textura lisa y luego llena de astillas. El suelo húmedo, y lleno de tierra lodosa, me hubiera gustado sentirlo en mis plantas, ¿Cómo se sentiría? El abuelo, todos, ahora que lo pensaba jamás había tenido un poco de libertad para mí mismo, siempre era entrenamiento, excursiones, peleas, descanso y más entrenamiento.
¿Qué recordaba de mi infancia que no fuera una serie de enseñanza sobre qué tipo de arma mataba a los vampiros? O algún cumpleaños celebrado. Nunca. Mi abuelo era un hombre serio, pero algunas veces había llegado a molestarme con él, no odiarlo porque era la única familia que tenía, pero su forma de tratarme siendo cortante, manteniéndome a una distancia aparte del grupo, siempre pidiéndome más y más, acabar con los vampiros es nuestro objetivo. Todo lo que tenía entendido del amor era diferente a como la manada me decía, ¿amar a alguien más? Antes de amar a alguien más debes aprender a amarte a ti mismo.
¿Y si no podía amarme a mí mismo? ¿Qué pasaría conmigo? ¿Estaba destinado a no amar?
Un aullido retumbo por todo el bosque de los Azules. Por alguna razón no fue algo que me agradara, algo estaba mal, sentía que algo había pasado. La desgracia parecía cercana, demasiado que la podía tocar, respirar inclusive.
Corri a través del bosque, algo me estaba llamando fuertemente. Era un impulso y un presentimiento desagradable. No sabia porque, pero mi cuerpo estaba comenzando a tensarse, sentía mis manos temblar y mi piel hormigueando de una forma escalofriante. ¿Qué era esta sensación?
Me plante en mis pasos, quedándome quieto y con los ojos completamente abiertos. No podía ser verdad, la escena frente a mi era una ilusión, era mentira. Eso era. Tenia que ser mentira. ¿Verdad?
Un sujeto encapuchado estaba bañado en sangre, su pecho tenia ese color carmesí que solo podía ser de la sangre y el aroma a oxido era volátil en el aire, estaba impregnado en el espacio. Lo que mas me tenia aterrorizado era lo que sostenia en el aire con ambas manos.
Era un enorme lobo de pelaje café oscuro, su lengua de fuera de su hocico, no parecía moverse y sus ojos estaban cerrados, una enorme lanza sobresalia de su lomo y el encapuchado era quien tenia el mango entre sus manos, presionando con fuerza para atravesar a la pobre criatura.  Oh, no. ¿Podría ser Charlie, o Kaden tal vez?
La sangre bañaba el arma por completo y un pedazo de piel permanecia en la punta de la misma, escurriendo unas pequeñas gotas de líquido vital sobre las plantas verdes. Cubri mi boca al sentir el llanto queriendo salir, no era momento de sollozar, pero, no podía soportarlo. Otra vez era testigo de la muerte de alguien más, ¿Por qué?
No mas, apretando lo puños salí de mi escondite, dando un paso a un lado. El hombre se giro hacia mí, pasando su lengua por su labio superior, lamio la pequeña gota de snagre que habia caído en su rostro y la trago.
-         ¿Quién eres?
-         ¿Por qué?
-         ¿Qué?
-         ¿Por qué lo hiciste? Era un ser humano.
-         Era una abominación. Seres sobrenaturales que no merecen vivir, deben ser exterminados. Después de todo estan malditos. Les hacemos un favor.
-         No… puede ser… eres un animal.
-         El único animal aquí es esta cosa – dijo agitando el cuerpo sin vida del lobo, soltando una carcajada. El ver el cuerpo, la sangre, el dolor y la diversión en su rostro. Esto estaba mal. MAL.
Algo dentro de mí se rompió, podía sentirlo en mi interior moviéndose deliberadamente como una horda de fuego incendiando cada molecula de mi sangre, mis manos habían dejado de temblar, en su lugar tenia un enorme hormigueo en la punta de los dedos, mis manos picaban sin razón aparente. Sentía mi respiración mas apresurada y mis sentidos comenzar a agudizarse, el impulso de golpear y descargar mi rabia era mas fuerte, ¿Qué estaba pasándome? Jamas me habia pasado algo asi. 
Claro que si, dijo una voz dentro de mi, después de esto una pequeña risita graciosa retumbo en mi cabeza. Era tan molesta y a la vez tan familiar. Pero no era suficiente como para distraerme del calor que comenzaba a envolver mi cuerpo. Este calor era diferente, comenzaba desde adentro de mí. Mi garganta picaba y sentía el calor por toda celula de mi cuerpo. La bilis en mi garganta dolia como una lija, esto era una nueva sensación de dolor e ira.
El sujeto desprendio la lanza fuera del cuerpo del lobo y lo dejo caer al suelo, completamente inmóvil. Colocando su bota sobre la cabeza del animal, comenzo a presionar con el talon fuertemente.
-         Estas completamente muerto.
Un palpitar, eso fue lo que escuche en ese segundo. No podía ser otra cosa. Thump, thump, thump,… el sonido provenia de mi, era mi propio corazón acelerándose. Mi mente dejo de controlar mi cuepro y este se movio por si solo, me abalance sobre el sujeto y lo golpee contra el suelo húmedo.
-         ¿Qué estas…? – no pudo decir mas porque mi puño impacto contra su mandibula, haciéndole que la cerrara de golpe y sus dientes crujieran. Colocándome encima de el, detuve su forcejeo. Con una de mis manos aprese ambas muñecas sobre su cabeza y con la otra comencé a golpearlo sin pausa. Ignorando sus vagas palabras.
No podía decir una palabra alguna, tampoco creía que fueran necesarias las palabras a este nivel, todo lo que queria era golpearlo, lastimarlo, romperlo, hueso por hueso. Que sus ojos se cerraran, que no pudiera abrir esa asquerosa boca que solo decía cosas crueles y estúpidas, que no pudiera moverse, y que su palpitar se detuviera.
Queria cubrir el suelo con su sangre, esparcirla por cada rincón del bosque de los Azules. No sabia porque, pero no me oponía a la idea, mientras mas lo golpeaba mas queria ver esa expresión en su rostro. Miedo, impotencia, ira, queria ver cada una de esas expresiones.
Algo se clavo en mi pierna, detuve mi puño y mire hacia abajo, una navaja estaba incrustada en mi piel, profundamente clavada, podía sentir el dolor del arma cuando chocaba contra un musculo, y el sujeto presionaba, ahciendo giros con su muñeca sobre la herida. Sin embargo el dolor era minimo, casi no lo sentía. De no ser porque lo estaba viendo ni siquiera lo hubiera notado.
La sonrisa en el rostro del sujeto me indicada dos cosas, estaba feliz de defenderse y que parara y que disfrutaba del dolor ajeno.
-         Si ese es el caso, creo que podemos compartir un poco, ¿no crees?
-         ¿Qué? ¿de que estas hablando asno?
No respondi, solo tome su muñeca y la apreté fuertemente, mi agarre se habia vuelto mas fuerte, porque los músculos de su mano se tensaron e incluso los escuche aplastarse. Dejo de presionar la navaja sobre mi pierna y comenzo a gritar de dolor por su mano fracturada, que parecía una masa con 5 extremidades, que no se movían de igual manera.
-         Maldito, ¿Por qué lo has hecho?
-         Eso fue lo mismo que yo te pregunte, ¿no? ¿recuerdas que me respondiste? – respondiendo en un tono más neutral, mis ojos clavados en los de él, me miraba horrorizado. Una sonrisa se dibujó entre mis labios, pase la hoja del cuchillo sobre mi boca, el sabor de la sangre hizo que mi lengua ardiera en llamas, trague fuerte y seco, la sensación del sabor se quedó en mi garganta y en lugar de producirme náuseas y escupirla, se sintió cálida, fresca, dulce.
-         … - trago en seco, aun mantenía la sonrisa perturabadora, pero habia unas pequeñas lágrimas sobresaliendo del borde de sus ojos.
-         Porque… eres una abominación, estas maldito. Solo te estoy haciendo un favor. – deslizando mi dedo índice por toda su garganta hasta llegar a su mentón.
-         ¿Qué caraj…? – no le permiti terminar la oración, mi mano saco la navaja de mi pierna y lo llevo hacia su cuello, cortando de tajada una larga  y fina línea sobre su garganta. Antes de que emitiera un grito ahogado por la sangre, cubrí su boca. Los chillidos de dolor no se escucharon más que sonidos sofocados colocando mis rodillas sobre sus brazos, impidiendo el movimiento brusco, como si estuviera matando un animal moribundo a mitad del camino.
Mientras lo veía morir, y la vida yéndose de los ojos, mi garganta comenzó a doler, un dolor agudo y profundo, un gruñido salía de lo más profundo de mi, como si fuera algo bestial. Lo libere al sujeto, llevando mis manos hacia mi cuello, no sentía el calor en mis manos, pero el ardor interno era insoportable. Mis ojos picaban, comencé a arañar el suelo con mis uñas, y en un segundo un aroma llamo mi atención, era como si me llamara, embriagante, suculento.
Lamí mis labios, saboreándolo en mi lengua, respire nuevamente el aroma, sintiendo un dolor en mi boca, mis ojos viajaron hacia el cuerpo sangrante del tipo encapuchado, cuando volví a pasar mi lengua por mi labio superior, sentí los dos largos colmillos de mi dentadura sobresaliendo.
Así que eso era, ¿desde cuándo no me había alimentado? 15 días. Y la sangre del tipo me llamaba, me incline un poco, acercando primero la nariz, inhalando el aroma a oxido y otros compuestos de la sangre, la boca se me hacía agua de solo imaginar probar un poco. Mi abuelo decía que algunos humanos habíamos mutada a algo similar a los vampiros, pero que podíamos seguir sobreviviendo con el sustento de comida humana, sin embargo nuestros instintos vampíricos siempre salían de nuevo y teníamos que complacerlos con una pequeña cantidad de sangre.
Dando una bocanada de aire, respire profundo y después hundí la cara en su cuello, mis colmillos acoplándose perfectamente sobe su carne. Comencé a succionar y la sangre ingreso a mi sistema digestivo, como si fuera alguna especie de bebida. Me aferre al cuerpo sin vida y tome más y más de su sangre. Sintiendo toda clase de emociones mientras pasaba hacia mi cuerpo.
Un fragmento de memoria llego a mí y veía a todo un grupo de tipos iguales vistiendo el mismo traje, junto con algunos vehículos, y más refuerzos. Significaba que el bosque de los Azules estaba rodeado y que teníamos que salir de aquí rápidamente. Parando la succión, me separe del sujeto y me puse de pie, sintiendo la sangre escurrir por las comisuras de mis labios, pase el dorso de mi mano sobre mi boca y limpie la sangre. Dando un último trago, pase lo que quedaba de rastro en mi boca. Me gire hacia  el bosque.
Y justo en ese momento me dije a mi mismo, ¿Por qué soy mejor que los vampiros? ¿Solo porque me alimento de los muertos? Eso no es diferente.
El sonido de pasos hacia mi, me alertaron y me coloque en posición defensiva. Un gran lobo, acompañado de otros varios se colocaron frente a mi, igual que la primera vez. Rápidamente adoptaron sus formas humanas y Randolph corrió hacia mí y me sacudió de los hombros.
-         ¿Qué paso aquí? Responde.- en tono severo.
-         Yo, un tipo extraño, lo encontré matando a uno de los miembros, yo solo…
-         ALFA – se giró hacia la voz de Alo, que miraba ambos cuerpo tirados en el suelo – el tipo está muerto, le corto la garganta. Creo que Snyder lo hizo.
-         ¿es eso cierto? ¿lo mataste?
-         Así es, lo hice. Tenía que hacerlo.
-         Bien hecho, humano.  – dijeron algunas voces detrás de ellos, riendo, fueron acallados por el alfa.
-         ¿ósea que mataste a un cazador tu solo? increíble. Buen trabajo.
-         Te dije que él no estaba de su parte, Alo. Es uno de los nuestro, ¿verdad chicos? – los demás alzaron el puño en el aire y dijeron alabanzas sobre mí, pero no los escuchaba, Randolph me abrazo fuertemente y susurro algo en mi oído. - Estoy tan orgulloso de ti.- correspondí al abrazo y me sentí cálido por dentro. Alo les indico a los otros que se preparan para volver al bosque, y me libere del abrazo de Randolph.
-         NO. Tenemos que irnos, hay más, varios más.
-         ¿de qué hablas? ¿los viste? – pregunto Alo.
-         No, pero estoy 100% seguro de ello. – no podía admitir como lo sabía, seria asesinado al instante, porque lo quisiera o no, decir que me alimentaba de sangre también, era como decir que era un vampiro en su totalidad ante sus ojos, ya lo fuera o no. Me miraron por un par de segundos, pero después de que Alo y Randolph intercambiaron miradas, asintieron.
-         Está bien, vámonos chicos. Si un cazador anda por aquí, su grupo no debe estar lejos.
-         No estamos seguros aquí. Volveremos mas tarde a cazar.
Todos adoptaron sus formas lobunas, y justo cuando vislumbraba a Charlie para subirme en su lomo, Randolph se interpuso, colocando una mano frente a los dos.
-         Alfa, yo…
-         Descuida, yo lo llevare, tú encárgate de unirte a las filas. Te necesito al frente ahora que Kadar está lastimado.
-         Está bien. nos vemos en la Guarida.
Antes de que pudiera decir algo en protesta, Randolph se transformó en lobo, un gran lobo de color negro, patas largas y músculos grandes, todo el cuerpo envuelto en pelaje negro como la noche, o casi más oscuro. Acerco su hocico hacia mi y lamio mi mano, alargue mi brazo, sintiendo su pelaje, acaricie su cabeza y se me quedo mirando, me acerque hacia él y coloque mi frente contra la suya. Nos quedamos asi durante por unos segundos más hasta que tuvimos que separarnos. Al parecer no había que mencionar palabras, ¿estaba celoso de Charlie? Eso parecía, aun teníamos mucho de qué hablar, pero le daría tiempo a ello. Amar.
 Asintió con el hocico y me indico que subiera su lomo, asi lo hice, teniendo cuidado.
-         Esto listo – dije en voz baja, cerca de su oreja, el asintió y comenzamos a ponernos en marcha. Recargándome contra su lomo, me aferre a su pelaje.

Un lobo celoso, ¿eh?

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