LABIOS HELADOS, LENGUA CALIENTE - CAPITULO 15

[CACERIA: BATALLA MIXTA: FINAL 2]


Aún seguía sin poder moverme. Mi boca dolía por la mordaza en mis labios, que parecía cortar las comisuras de mi boca. El lugar seguía dando vueltas, pero al menos sabía que alguien me estaba llevando en su espalda. Las conversaciones  que se decían entre si pasaban como murmullos para mis oídos. Mi estómago daba un vuelco dentro, agitado por los grandes pasos y la forma ruda del sujeto en la que me sostenía.
Efectivamente, mis manos tenían unas esposas. Mis piernas estaban enredadas en una larga cuerda, que llegaba hasta mis rodillas, impidiendo la circulación de la sangre. Era cargado como un simple costal, los cabellos caían en forma de cortina e impedían que pudiera ver más que el suelo lleno de hierba y tierra, algunas raíces de los árboles.
El bosque de los Azules – musite para mí mismo mentalmente, trate de levantar la vista, pero todo mi cuerpo se sentía como de una tonelada. Ahogando una maldición volví a la inconciencia.
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Me desperté con el duro golpe contra el suelo. Gemí por el dolor y la falta de aire en mis pulmones. El sabor de tierra y hojas secas en mi boca, que escurría de saliva por no poder tragarla. Maldije internamente. Alguien me tomo por detrás, donde mis manos estaban juntas por las esposas y me levanto del suelo.
Aun mi cuerpo se sentía de una tonelada, como si trajera cemento en los zapatos y una roca sobre la cabeza. Abrí levemente los ojos, el verde de la naturaleza cubría gran parte del lugar, y los frondosos troncos de los árboles se levantaban hasta alturas enormes. Acostumbrando mi vista al entorno, sentía los parpados pesados y unas ganas enormes de tirarme al suelo y volver a dormirme, pero no lo hice, parpadeando repetidas veces hasta que pude focalizar mis ojos. Aún estaba cubierto por la neblina, ¿Cuánto había estado inconsciente? O más bien sedado.
Mire por el rabillo del ojo, alrededor de mi todo era naturaleza salvaje y más follajes, helechos y matas de hierbas que jamás había visto. El suelo bajo mis pies estaba húmedo, lodoso, por lo visto en mis botas, alguien me había arrastrado. Dos hombres grandes, de piel oscura y cabello en forma militar estaban recargados sobre un de los árboles, su complexión era la misma que la de Kadar, así que era fácil adivinar que fueran weres. Un tercero estaba sentado a pocos metros de mí, sus manos dentro de sus bolsillos y fumaba un cigarrillo, haciendo grandes cúmulos de humo en el aire. Traía una pistola Paralyse en la espalda.
Continúe mi búsqueda de más rastros de vida, y al parecer fueron acertados al ver las sombras moverse entre la hierba y salir convertidos en lobos, no eran más que 5 figuras. Rápidamente retomando sus formas humanas. Sus rostros me parecían conocidos, DEL COMEDOR. Algunas veces habían estado presentes, eran los que siempre se encargaban de lanzarme dagas con las miradas y jamás me daban la hora. Los que aún me odiaban.
Mi cerebro aun trataba de procesar todo lo ocurrido, apenas hacia unas horas estaba en la Guarida, siendo alabado por matar a un Cazador y luego siendo interrogado por sospechas de ser un vampiro infiltrado en su manada. ¿Cómo todo había dado un giro de 360° grados? Todo empezó con Lisbeth atacándome, eso fue el catalizador.
¿Así que era su enemigo ahora? Mierda, después de todo este tiempo. Me hubiera  escapado cuando había tenido oportunidad, ahora mismo no tendría por qué estar pasando estas cosas. Estaría en casa, a salvo y no siendo sacrificado para salvar a unos sujetos egoístas.
Increíble que Randolph les hubiera ordenado que me entregaran. Aun no quería creerlo, pero las palabras de ellos fueron tan honestas. ¿Por qué? ¿Por qué Randolph? ¿Por qué juegas con mi corazón? ¿No te basta con hacerme sentir como un juguete? Las lágrimas picaban por salir, pero no lloraría, no enfrente de estos sujetos. Basta con Randolph, no iba a continuar con mierdas como él. Podía meterse su bella manada por donde el sol no sale. Estaba harto de sentirme así, no le daría más esa oportunidad. Me había traicionado, lo quisiera creer o no.
Porque, ¿Dónde estaba él ahora?
El grupo de weres eran solo unos 8 sujetos. Pan comido. Solo tenía que tener una idea de hacia dónde ir.
LA CASCADA.
Cierto, si podía llegar hacia la cascada llegaría hacia el final del bosque de los Azules, solo debería seguir cerca, así me mantendría seguro y con alimento. Primero debía quitarme a los weres de encima y después sería más fácil adentrarme en el bosque, entre tanta naturaleza, esquivar su sentido del olfato sería muy sencillo. Justo como ellos hacían para engañar a los vampiros, solo que yo no me pavonearía por todo el bosque. No, simplemente podría enmascarar mi aroma, usando lodo.
Bien, ahora solo debes crear la distracción y lo demás tendrá que ocurrir, normalmente no planeaba huidas, simplemente improvisaba y terminaba libre, de alguna manera. Primero lo primero, esa soga enredada en mis piernas, porque no llegaría muy lejos así, dando brincos.
Todo pensamiento de huida desapareció de mi mente al ver el gran número de vampiros rodeándonos en un círculo. Todos bien equipados, había un grupo de ellos que vestían diferentes y traían gabardinas, sus rostros expuestos, sin nada que los protegiera, pero por lo visto estaban armados hasta las uñas. ¿Cazadores?
Rostros duros y miradas  peligrosas. Algunas marcas de batallas pasadas formaban parte de su encanto, algunos cortes en sus cejas o incluso pasando a través de sus rostro por completo, había uno con el labio partido a la mitad y otro que usaba un parche en el ojo, puse demasiada atención en él porque traía una extraña arma, que además era enorme, ¿una bazuca?
Los weres se despertaron y se pusieron de pie, tratando de acostumbrarse a la luz del día, que comenzaba a filtrarse entre los árboles, el sol apenas estaba saliendo. El were que fumaba tiro su cigarrillo al suelo, sacando el poco humo de sus pulmones, le dio un pequeño pisotón y tomo la pistola Paralyse, apuntando hacia las sombras.
El aire se sentía pesado, con el anuncio de la muerte presente en él. Justo como ese mismo día en el que todos mis amigos murieron a manos de todo el grupo de vampiros, superándonos en número, esa era su estrategia favorita. La pregunta era ¿Quién daría el primer golpe? ¿Ellos? ¿O los weres? El repudio entre ambos bandos era notorio, las miradas que se lanzaban solo eran de asco y odio por tener que estar juntos en el mismo lugar, cara a cara.
Uno de los weres me tomo del brazo y me jalo, mejor dicho, me arrastro con él. Ya que no caminaba, mis pies se arrastraban por la superficie lodosa.
-         ALTO. Vengo en paz. – algunos vampiros rieron por lo bajo, los Cazadores se mantenían en silencio, sus manos jugueteando con sus armas, esperando la señal para atacar. Uno de los vampiros, que parecía formar parte del grupo de los Cazadores camino fuera de la formación, quitándose la capucha de la gabardina, un mechón rubio cayendo en su frente y el corte mohicano, traía una larga cadena enredada en ambos brazos, los eslabones hacían un sonido tintineante cuando caminaba, y no traía camisa, su pecho al descubierto. Una sonrisa se dibujó en su rostro y se cruzó de brazos, plantando ambos pies firmes en el suelo.
-         Habla, perrito – en tono altanero, una pisca de malicia y soberbia. El were junto a mi gruño.
-         Les traemos al humano que están buscando. Queremos hacer un trato.
-         Oh, ya veo.- girándose hacia sus compañeros cazadores, quienes esbozaron una sonrisa burlona y después ahogaron la burla, el tipo rubio hizo un puchero con el labio inferior, arqueando una ceja asintió -  ¿Qué clase de trato?
-         Que dejen a nuestra manada en paz. Les entregaremos al humano por la seguridad de todos.  – sacudiéndome del hombro para pasar frente a él, en realidad no sabía si me estaba entregando o usando como escudo. A estas alturas ya no sabía nada.  Lo que si sabía era que los weres se estaban sintiendo nerviosos, en desventaja.
-          Nos van a matar – musite en voz baja, el were junto a mí me miro por el rabillo del ojo y trago en seco, pero no dijo nada.
-         Que noble de su parte. Sacrificar al intruso por los de su especie. JA. Son unos idiotas.  ¿en serio creyeron que haríamos un trato con weres?  - esta vez el Cazador alargo las manos hacia sus costados, sacando dos grandes hachas de doble filo.
No pude prever lo que paso, el sujeto simplemente lanzo una de sus armas hacia el were que me sostenía y este cayó al suelo, con un duro golpe. Viendo el hacha clavada directamente en la frente, su rostro desfigurado, ahora era una línea recta que escupía sangre.
Aparte la mirada del were muerto y focalice la mirada del rubio, este tenía una media sonrisa en el rostro, pero parecía más una sonrisa sádica de satisfacción. Aún seguía con el brazo alargado, volvió a su posición original y pasando la otra hacha por su hombro, levanto un dedo al aire.
-         Maten a todo were que encuentren en este bosque.
-         ¿Qué hacemos con el humano?
-         Tráiganmelo. De seguro nuestro amigo Ethan querrá verlo.
-         Ya oyeron, MATENLOS. – volvió a gritar un segundo, el que tenía la cicatriz en el ojo.
Los Cazadores soltaron un grito de batalla y salieron disparados, todos hacia nuestra dirección. Era como ver un ejército romano. Parpadee al ver como los Cazadores me pasaban, ignorando mi presencia o haciendo caso omiso a mí, su atención eran los weres.
El caos se había desatado, los Cazadores iban por encima de los weres, quienes no sabían si atacar o huir. La respuesta vino rápido cuando uno de ellos intento retroceder y una soga negra se enredó en sus patas traseras y lo hizo caer, justo el tiempo perfecto para que el Cazador clavar la larga lanza en su lomo y otro de sus compañeros le cortara la garganta con sus uñas. La sangre salía por todas partes. A donde mirara era rojo carmesí y el aroma a la sangre me mareaba, me daba náuseas y también ardor en el centro de la lengua. Mierda, no era momento para eso, tenía problemas mayores como para preocuparme por sangre.
Los weres comenzaron a pelear, usando el bosque se metieron en los terrenos y comenzaron un juego del gato y el ratón. Tenía que aprovechar el caos y escapar, viendo hacia las matas de helechos. Bien, hazlo. Una mano me tomo de la camisa y comenzó a jalarme, proteste y patalee, pero no era escuchado.
-         Tú vienes conmigo, chico. – dijo un sujeto con capucha, esa línea ya estaba demasiado gastada y jamás obedecía, ¿no entendían que jama iría por las buenas? me libere de  su agarre y caí al suelo, rápidamente tome lo primero que toque, una rama.
-         No lo creo, imbécil. – mis manos se aferraban a la rama, haciendo un movimiento en forma de abanico, le di un fuerte golpe en la cara al Cazador.
El sujeto cayó al suelo, haciendo un sonido sordo sobre la tierra húmeda y la hierba verde. Inconsciente en el suelo, le quite el cinturón con artilugios, un poco de alambre, dardos paralizantes, que emitían un pequeño destello, a lo mejor no solo eran sedantes, sino eléctricos,  y unas bombas a control. No sabía cómo utilizarlas, pero él sí. Levante al sujeto del suelo y le di un golpe en la cara.
-         ¿Cómo funcionan las bombas? – exigí saber, dándole una buena zarandeada para hacerlo reaccionar, le tomo segundos volver a estar consciente, o algo parecido.
-         ¿Qué? – emitió un sonido, sus ojos aun entrecerrados. Diablos, le había dado fuerte y no sentía remordimiento, todo lo contrario. Quería haberle golpeado más fuerte.
-         ¿con que las detonas? – parecía perdido, así que le di otro golpe fuerte con el dorso de la mano. – DIMELO.
-         Con el reloj. Presionas el botón rojo de junto y explotan…  – volvió a cerrar los ojos y cayó al suelo. No importaba, ya no lo necesitaba.
Esta vez lo deje ahí tirado, quitándole el reloj de su muñeca para poder activarlas, además del pequeño taser en su pantalón. Bien, serviría de algo. Aunque las esposas restringían mis movimientos, ya que al tener las manos juntas correr era casi imposible sin parecer un idiota.
Estaba listo para correr cuando vi el brillo de una navaja dentro de la gabardina del Cazador, sacándola con cuidado, tenía el tamaño de una espada, pero esta tenia doble filo y era más en forma curva, casi como una hoz, aun así la metí en el espacio del cinturón y comenzó a correr. Era mejor tenerla y poder defenderme que no tener más que las esposas a la mano.
Tenía que moverme, quedarme en el mismo lugar era un peligro y el Cazador, si lograba despertar, no me daría las gracias por el golpe.
Sonidos de explosiones se hicieron presentes y grandes cantidades de humos de colores verdes y rojos aparecieron alrededor. Veneno. Muévete, idiota. Dando pasos más rápidos, brincando entre las raíces y cuidando no tropezar, porque el menor de los errores y podría terminar  tieso en el suelo.
Dos grandes árboles comenzaron a caer detrás de él, haciendo un sonido pesado. Los aullidos apagados cesaron y las escalofriantes voces de los vampiros se escucharon, provocando un escalofrió hasta mis orejas. Ya no había weres, solo vampiros. Y venían en grandes cantidades.
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GUARIDA –
Sus pies eran arrastrados por el suelo, molesto después de ser tomado por sorpresa, se sacudió. Y trato de librarse del agarre con el que lo tenían sometido. Alo se defendió, dándole un fuerte codazo al sujeto. Este gimió y se aferró contra el muro.
¿Dónde estaba? Sus ojos no podían visualizar por completo la habitación, pero le parecía conocida. El aroma. Viendo hacia el sujeto, bajo la guardia y se acercó hacia él.
-         Randolph. ¿Qué mierdas estás haciendo? ¿Por qué me atacaste? – tratando de ayudarle, pero este negó con la mano.
-         No te… ataque… solo necesitaba… COÑO… ¿Por qué me diste un codazo? – bramo el Alfa, aun doblado con una mano sobre la zona donde le habían golpeado. Manteniendo una expresión de dolor muscular, se giró hacia Alo.
-         ¿Qué paso? ¿Por qué me traes aquí? ¿Dónde estamos?
-         En mi oficina – dijo, esta vez su voz sonaba más tranquila. Se reincorporo y encendió las lámparas de la habitación. La oficina del Alfa.
-         ¿Por qué me has traído aquí?
-         Es sobre Jason. – rodeando su escritorio, fue hacia la silla detrás de este, indicándole a Alo que tomara asiento. Alo sacudió la cabeza, golpeando la superficie del escritorio con la mano extendida.
-         Randolph, tenemos un problema allá afuera que no puede ser ignorado, tenemos que controlarlo antes. – Randolph asintió, cerrando los ojos pesadamente, junto ambas manos recargando los codos contra el escritorio de madera, acerco sus labios a las palmas.
-         Esto es importante. – su tono de voz sonaba serio. Algo fuerte venia.
-         Será mejor que sea bueno – a regañadientes, y soltando una maldición, muy impropio en el Beta, tomo asiento frente a Randolph. – Habla, ahora.
-         No entregare a Jason
-         Randolph, por favor. No es momento de tonterí… - no termino su frase cuando el Alfa se levantó de su asiento y la silla detrás de él cayó al suelo bruscamente, las cosas del escritorio se desordenaron por el movimiento que levanto el mueble unos centímetros.
-         ¡NO! No lo entiendes, si lo entrego lo mataran. Estoy seguro – el pánico reflejado en su rostro, Alo jamás lo había visto tomar esa posición vulnerable. Era una nueva faceta de su medio hermano, ¿Dónde estaba ese hombre lleno de seguridad y fortaleza? Algo malo realmente estaba pasando, pero era su hermano. Trato de controlar su sorpresa.
-         Mira, hermano, sé que le has cogido aprecio a Snyder, pero es arriesgado tenerlo dentro de la Guarida. Este es tu momento como alfa y debes elegir.
-         Tienes razón y mi elección es él.
Alo no podía estar más confundido. ¿Había escuchado bien? casi podía imaginarse su propio rostro perplejo frente a la declaración de su hermano.
-         ¿Qué? ¿perdiste la cabeza? ¿O es una broma tonta? Porque si es así, termínala ahora mismo. No es gracioso eso Randolph.
-         Es la verdad, Alo. No sé porque, pero todo en mi cabeza es Jason Snyder, las 24 horas del día, no hay momento en que mis pensamientos no vayan hacia él. Jason Snyder… me estoy volviendo loco, Alo. – agarrándose la cabeza entre las manos, jalo sus cabellos en desesperación. Golpeando el escritorio con un puntapié.
Viendo como su Alfa caminaba de un lugar a otro por toda la habitación, su ceño fruncido y las comisuras de sus labios en una curva irregular, su cuerpo no estaba quieto por un segundo. Alo trago en seco, solo podía haber una explicación a todo ello, pero era difícil de creerla. No podía ser, pero era una posibilidad, ¿no?
-         Tal vez… - musito para sí mismo, mordiéndose la lengua al instante. Randolph se giró hacia él, esta vez sus manos fueron hacia los hombros de Alo y lo sacudieron.
-         ¿tal vez, que?
-         Es solo una teoría, hermano.  – la mirada de Randolph le suplicaba que se la dijera, aun así. – me tomaras a loco, pero podría ser que Snyder sea… - rodando los ojos, como si fuera demasiado obvia la respuesta. Randolph pareció captar el mensaje y libero a Alo, adoptando una expresión pasmada y un poco dubitativa. Procesando todo. Si, era lento, pero seguía siendo el Alfa.
-         No, no, no hay manera… ¿o sí? – volteo hacia Alo, quien simplemente se encogió de hombros, negando con la cabeza.
-         No tengo idea, pero es lo que parece.
-         ¿eso es posible? ¿en nuestra especie?
-         Mira, los síntomas son esos. Tal vez Jason sea tu pareja.
-         ¿mi pareja?
-         Ya sabes, con la que pasaras toda tu vida. Con quien te enlazaras.
-        
-         ¿estás inseguro sobre ello? – Alo odiaba ver a su hermano en ese estado, y mucho más hacerla él de cupido, pero su hermano lo necesitaba y si, era un cabezota con esas cosas, quien más para decírselo que Alo, también estaba Abby, pero ella era otra cosa que no quería pronunciar por el momento, lo convertiría todo en un espectáculo con luces de colores y explosiones – dime una cosa, Randolph, ¿te gusta Jason? Y se honesto conmigo.
-         Yo… no lo sé, simplemente quiero sostenerlo entre mis brazos, besar esos provocativos labios y meter mi pene profundamente dentro de su apretado trasero, hasta hacerlo gemir de placer y que grite mi nombre, mientras suplique por mas – bien, Alo estaba sonrojado, ¿Randolph tenía esa clase de pensamientos? ¿desde cuándo?  Sentía su cara roja por la confesión de su hermano. Imaginarse a Randolph y Jason yaciendo en la misma cama, era tan… sacudió la cabeza, tratando de borrar la imagen de su mente, pero era inútil.
-         Está bien, está bien, no necesito detalles. – agitando las manos en el aire, avergonzado, suspiro, viendo como Randolph dejaba caer los brazos y se recargaba contra el borde del escritorio, con la mirada hacia el techo. – lo amas, hermano.
-         ¿Qué? No. Digo, yo… - su rostro comenzó a ponerse de un color rojizo, llegando hasta sus orejas.
-         Por favor, lo tienes escrito en toda la cara. – bufo - Pasaste de ser un temible lobo a un lobo de felpa. Quién lo diría, el Alfa cayo por amor. – colocando las manos sobre el respaldo de la silla, se recargo de espalda, encogiéndose de hombros.
-         Pero es un hombre, ¿no está mal? – los recuerdos de la conversación que habían tenido previamente vinieron a su cabeza, Alo se sentía mal por haberlo dicho. ¿Quién era el para decir a quien amar? Lo había dicho en un arrebato sin pensarlo, ignorando el hecho de que Jason era la pareja de su hermano. ¿Qué había de malo que fuera un hombre? No eliges de quien te enamoras, solo lo haces. Tenía que corregir eso.
-         Oh, vamos. Después de lo que me dijiste que quieres hacerle, ¿te importa que tenga algo entre las piernas que no sea una gran V? ¿a quién le importa? A mí no, eres mi hermano y siempre te apoyare, incluso aunque te guste Snyder.
-         ¿lo dices en serio?
-         Yo jamás te daría la espalda. Somos hermanos, llevamos la misma sangre. – dándole un golpe en el brazo con el puño, lo abrazo. Separándose un segundo, tomando su rostro entre sus manos, le dio un fuerte golpe con la frente. – Eres el Alfa, y él es tu pareja, RECLAMALO como tal.
-         ¿Qué pasa con la manada?
-         Pues tendrán que aceptarlo y no me preguntes de lo que dirá Abby, porque ambos lo sabemos. Ella ama a Jason, dice que es su pequeño hermanito perdido.
-         ¿tengo competencia por el amor de Jason? – arqueando una ceja, riéndose entre dientes.
-         Solo fraternal. Aunque se molestara contigo por no haberle dicho antes.
-         Todavía tengo cosas que resolver antes de declarar mi amor por Jason frente a toda la manada.
-         No seas gallina, solo hazlo. Yo me encargare de preparar la plaza para el anuncio de la pareja del Alfa, tu ve por Jason y reclámalo.
-         Por reclamar te refieres a… - una sonrisa cruzo los labios del Alfa, pareciendo un tonto enamorado, lo cual era. Alo suspiro, agitando la cabeza.
-         Hazlo gemir tu nombre.
Ambos rieron, Alo estaba sorprendido de lo fácil que lo estaba llevando él. Su hermano tenía un largo camino por recorrer, pero Snyder podía apañárselas para domesticar al Lobo Tonto.
El sonido de los golpes contra la puerta los hizo dejar de reír. Antes de que pudieran abrir, alguno de los dos, la puerta. Charlie entro azotando la puerta salvajemente, hecho una tromba. Alo y Randolph retrocedieron unos pasos para darle más espacio.
-         ¿Charlie? ¿Qué haces aquí? Estamos discutiendo algo importante. – dijo Alo, iba a reprender al muchacho más tarde con una buena charla, de nuevo. Pero Charlie negó con la cabeza y respirando entrecortado, trato de hablar.
-         Es Jason…
-         Jason ¿Qué pasa con Snyder?
-         ¿Qué le paso? Charlie, dímelo. – Randolph levanto al chico del suelo y lo acerco hacia él. Su tono se había vuelto serio, inclusive había una pisca de amenaza. Alo le toco el hombro, indicándole que debía controlarse, pero obviamente no le haría caso, su cerebro estaba programado. Jason era todo lo que pensaba, su salud, su seguridad, su vida le pertenecía a Jason Snyder. Y por lo visto, Jason Snyder no era de piedra, porque esos pequeños juegos en el corredor no habían sido de 5 años. Randolph pareció tranquilizarse un poco y libero a Charlie del agarre.
-         Dinos, ¿Qué paso con Snyder?
-         No está en las celdas. – respondió Charlie, sin aliento, tratando de regresar el aire a sus pulmones.
-         ¿Qué? ¿Cómo es posible?
-         Explícate. – reafirmo Alo, dando un paso adelante, apartando a Randolph de su camino.
-         No lo sé. Era mi turno de hacer guardia y cuando fui no estaba, la jaula estaba abierta y no había rastro de los chicos que lo iban a interrogar.
-         ¿crees que hayan sido ellos? ¿Por qué? – esta vez Randolph retomo la palabra y llevo la mano sobre su barbilla, cubriendo su boca en frustración, soltó una maldición.
-         Mire, alfa, el descontento que existe en nuestra manada desde que Jason llego no es un misterio. Muchos se sentían amenazados, así que no deberíamos estar asombrados de que algo así pasara.
-         Mierda. ¿A dónde lo han llevado?
-         Aston dijo que vio a un grupo de weres salir por los túneles. Y que llevaban algo con ellos, en un costal. Cuando les preguntó si tenían autorización, dijeron que usted les había dado un encargo. – las cejas de Randolph se juntaron, frunciendo el ceño, su voz se volvió más gruesa y severa.
-         Yo no he autorizado ninguna salida. Se supone que la Guarida debería estar cerrada hasta que los Cazadores hayan dejado el bosque de los Azules. Es peligroso que encuentren la entrada hacia nuestro hogar.
-         Alfa, ¿Qué vamos a hacer? No podemos dejar que los vampiros se queden con Jason, lo mataran. – Alo dudaba mucho que matarlo fuera su razón primordial, pero en algo tenía razón Charlie, para variar.
-         Estoy de acuerdo, tenemos que traerlo de regreso.
-         No habrá muchos voluntarios que quieran ayudarnos, Alo. Tendrá que ser una misión de rescate, sin que nadie sepa su objetivo.
-         ¿mentirle a la manada? Eso es arriesgado. – arqueo una ceja, sorprendido de las palabras de su hermano, la determinación en los ojos destellan junto a la ira.
-         No tenemos tiempo. – dijo Charlie, interviniendo en su conversación mental. Alo suspiro, Charlie tenía razón, muchos puntos para un solo día, y Randolph también, no podían salir y decirle a todo el mundo a donde iban o por quien iban.
-         Charlie, avísales a los chicos que saldremos.
-         Si, alfa.  – dándose media vuelta, comenzó a correr por el pasillo, no sin antes decir - Esto va a estar bueno.  – musito por lo bajo, susurrando, pero Alo lo alcanzo a oír.
-         En cuanto a la manada les diremos que vamos por nuestros tontos compañeros que rompieron el toque de queda. ¿Qué te parece, Beta? – Alo asintió, sonaba razonable. – Espero que Jason este bien. – Randolph apretaba las manos en puños y luego soltaba el agarre, para volver a hacer lo mismo otra vez. Alo se acercó y coloco su mano sobre su hombro, tratando de reconfortarlo.
-         Tranquilo hermano, es Jason, se las apañara solo. Además no creas que es un niño indefenso, preocúpate más por los vampiros que se metan con él – Randolph rio, asintiendo con la cabeza varias veces, antes de salir fuera de su oficina. Una expresión de determinación e ira, oh, Dios, pobre del chico que tratara de meterse con él. Una pareja era lo más sagrado para los weres, y si alguien le hacía daño a la pareja de uno de los suyos, todos debían intervenir y matar al desgraciado.
Está bien, Alo podía aceptar a Jason como la pareja de su hermano, siempre y cuando se sintiera del mismo modo y no lastimara a su hermano. Incluso podría decirle que formaría parte de su familia. “Cuñado”, tendría que ganarse ese derecho a llamar al Beta y hermano de su pareja, y no sería nada fácil.
El emparejamiento era un asco. Ahora lo veía muy claro. Su hermano podía ser cualquier cosa, pero débil no era una de ellas, incluso sabiendo el peligro al que se enfrentaba podía acabar con todo un escuadrón de vampiros en un parpadear. ¿Imagínate ahora que sabe que su pareja ha sido capturada por vampiros?
¿Un baño de sangre? ¿Una masacre? ¿Una guerra?
-         Tienes razón, Charlie, esto va estar bueno.

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BOSQUE DE LOS AZULES – JASON

El bosque pasaba por mis ojos, todo el paisaje era el mismo, no podía encontrar la maldita cascada. Ni siquiera sabía dónde diablos estaba ahora mismo. El efecto de la droga no había desaparecido por completo, aun me sentía mareado y desorientado, sin mencionar las ganas de vomitar.
Llegue hasta una zona más estable, no había demasiados charcos con lodo, ni trampas de raíces y las plantas cubrían todo el terreno, dándome la ventaja del camuflaje. No como en los anteriores lados, por lo cual estaba lleno de lodo. No me di cuenta cuando pise mal y caí por un montículo y me estrelle contra las raíces. No había podido meter las manos, así que el golpe fue duro y una raíz se me clavo en la espalda.
Tenía que deshacerme de estas esposas, porque  no podría hacer nada con ellas puestas. Empecé dando tirones, tratando de apartarlas, pero lo único que hacía era lastimarme las muñecas. Suspire, sentándome en el suelo, sin importarme ensuciarme. Metiendo la cabeza entre las piernas.
Viendo una piedra en mis pies, comencé a juguetear con ella, dándole golpes de un lado a otro. Tenía un problema mayor y estaba jugando con una piedra. Un destello ilumino mi mente.  Levantándome del suelo, me sacudí la tierra de trasero.
Las esposas no cedían, y me encontraba vulnerable, porque no podía defenderme. Mi movimiento se limitaba a acciones que tuvieran que tener las manos juntas y defenderse con simples golpes, no era fácil. Tome la piedra del suelo, no podía separar demasiado las manos, una de otra, pero al menos podía intentar algo. Sonada loco en mi mente, e incluso si lo dijera en voz alta sonaría peor, pero no tenía demasiadas opciones, así que ¿Por qué no?
Camine un poco más, hasta sentir el suelo firme y seco, había una piedra enorme enterrada, así que sería más fácil. Coloque mi mano izquierda en el suelo extendida, donde estaba más sólida la superficie, cerrando los ojos, respire tranquilamente, tratando de prepararme para lo que iba a hacer.
Apretando la piedra en mi mano deje que cayera sobre mi palma izquierda, el dolor sobre mis huesos siendo aplastados por la piedra fue directo hasta mi hombro, apreté los labios, sofocando una maldición y unas palabras para describir el dolor. La  sangre manchaba la piedra y salía de la parte donde mis dedos dejaban de estar en una sola dirección.  Era solo un raspón, no veía hueso o piel despellejada. Pero dolía como la puta madre.
Vamos, tu puedes, me dije a mi mismo mientras me armaba de valor para volver a dar el siguiente golpe, aun no terminaba. Mordiéndome la lengua, volví a dar otro golpe, esta vez el dolor fue más fuerte, haciéndome doblar y caer sobre mis rodillas al suelo.
Apreté los ojos, tratando de imaginarme algo mejor. No hay dolor, no hay dolor, esto es un día en la playa. Repetía en mi cabeza, mientras el dolor disminuía. Vi como los huesos trataban de volver a juntarse, tenía que darme prisa o no lo lograría. Maldito cuerpo curable.
Sé un hombre, coño. Esta vez, di dos golpes más, la mano comenzó a volverse más suave, la sangre manchaba la superficie del suelo y la piedra en mi otra mano sana.  Dando fuertes golpes sobre los nudillos hasta verlos romperse y una parte del hueso salirse de mi piel, escupiendo sangre. El dolor era insoportable, así que el que me salieran lágrimas de dolor no era nada extraño.
Ahora que mi mano estaba triturada podía hacerlo. Solté la piedra y apretando los huesos de mi mano dañada, el dolor llegaba hasta mis rodillas, pero lo ignore, y comencé a pasar la mano por el aro de las esposas, no hubo dificultad cuando lo hice. De hecho paso rápidamente, parecía ser de hule porque se doblaba a la perfección.
Después de sacar la mano del aro, comencé a llorar de dolor. Los huesos de mi mano volvieron a su lugar en unos segundos, los nervios dentro de ella se arreglaron, al igual que la piel se cerró, solo que  más lento. Pasaron unos 3 minutos antes de que pudiera mover la mano y recuperar la sensibilidad. Guau, mi cuerpo era genial.
Las esposas colgaban de mi otra mano cautiva. Bien, puedes hacerlo. Ya hiciste una mano, ¿Qué es la mano faltante? ¿Por qué eso sonaba mejor en mi cabeza?
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BOSQUE DE LOS AZULES – RANDOLPH

Su hermano parecía poseído por algún demonio, y si su comportamiento no era prueba evidente de ello, el que matara a dos vampiros en un solo movimiento, lanzando mordidas y tajadas con sus garras, no sabía que lo seria. Randolph mataba a todo vampiro que encontraba en su camino.
Randolph salto fuera de los túneles y tan rápido como pudo comenzó a matar a todo vampiro que se encontraba. Sus ojos buscaban desesperadamente a Jason, pero no parecía haber señales de su presencia.
Charlie, Alo, Kaden, Abby  y Lisbeth venían detrás de él, no sabía qué diablos estaba haciendo Lisbeth con ellos, pero cuando había dicho una misión de rescate se había ofrecido y negado rotundamente a quedarse de brazos cruzados. Kadar se había quedado porque su cuerpo seguía lastimado y llevarlo a campo abierto con Cazadores era un suicidio, a pesar de las protestas de dejar a Kaden solo, acepto quedarse a cuidar la Guarida. Charlie y Kaden aún no sabían que Jason era su pareja, pero entre Alo y Abby había un intercambio de miradas que indicaba que Abby lo sabía y le gruñía molesta. Finalmente otros 4 weres decidieron acompañarlos por compromiso, dos lobos entre ellos, un oso, Aston, y un zorro. Conocía los nombres, pero ponerse a recordar cada uno era tedioso, en especial en este momento cuando su pareja corría peligro.
Inclino la cabeza, dando la señal para que todos se separaran y buscaran a sus compañeros weres. Alo asintió, él, Charlie y Randoloh buscarían a Jason, a espaldas de los otros, aunque no estaba tan convencido de que Abby fuera a seguir sus órdenes y no buscar a Jason por su cuenta.
No importaba, todo estaría bien una vez que fuera encontrado. Jason, musito mentalmente, tratando de tranquilizar a su desembocado corazón que latía  mil por hora, y se estremecía con la idea de que su pareja fuera lastimado de alguna manera.
Comenzó a correr, el bosque de los Azules tenía una atmosfera diferente el día de hoy, ¿sería por los vampiros alrededor? Probablemente. Tenía que estar alerta o podría costarle la vida, y entonces jamás encontraría a Jason.
Dos figuras delgadas saltaron por encima de él, desde la copa de los árboles. Dando un brinco en el aire sobre su propio cuerpo, agito su pata delantera y golpeo a uno de ellos, arrojándolo contra uno de los árboles, sangre salpico el tronco cuando este impacto y se escuchó el sonido de sus huesos rompiéndose. Al otro lo atrapo entre sus fauces caninas, atrapando la cabeza de este, cerro su hocico sobre el cuello. Tan pronto como toco el suelo, lo sacudió como si fuera una presa que tenía que matar para estar seguro. Arrastrándolo hasta que la cabeza de este se desprendió de su cuerpo.
Randolph lamio su hocico, limpiándose la sangre de vampiro. Por su vestimenta eran Fledermaus, malditos bastardos. Tomando una fuerte respiración, su nariz lobuna logro captar el aroma de Jason entre tanta sangre y hierba, su aroma era único, y solo Randolph podía captar esa esencia dulce a hojas secas y humedad. Dejando ambos cuerpos en el suelo, sin movilidad continúo tras el aroma de Jason. Que ahora se hacía más notorio.
Te encontrare mi amor, y te hare mío. Nada nos separara.
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JASON

Metiéndome entre las raíces del árbol, me abrí paso arañando la tierra hasta hacerme un espacio. Cubrí mi boca con mi mano derecha y permanecí en silencio. Mi corazón latía a una velocidad impresionante. Los weres me seguían, los vampiros me seguían. Tenía a ambas razas persiguiéndome por todo el maldito bosque. Y no sabía qué diablos hacer.
Lo primero era esconderme y no ser atrapado por ninguno de los dos, porque realmente no sabía que sería peor. Volverme el alimento de los vampiros o sufrir la ira de los weres. La idea de irme con los weres parecía terrible, y la de entregarme a los vampiros era mi propia sentencia a muerte.
Deje de pensar al escuchar gruñidos y un aullido fuerte. Ahora ambas manos cubrían mi boca, sintiendo las ganas de gritar de pánico. El maldito bosque se había vuelto un campo de batalla y yo era el premio por el cual todos se peleaban. O al menos el que sobreviviera.
Pisadas se escucharon acercándose. Era el sonido de botas sobre el suelo, pisando las ramas y hojas secas, el ruido acercándose hacia que mi corazón saltara con cada pisada que daba. El sujeto estaba a tres metros a la derecha, cerca de donde yo estaba oculto, viéndolo por un pedazo de árbol, donde se había caído la corteza. Traía dos bastones, ambos echaban chispas azules y parecían estar puesto a la máxima potencia. Algunos rastros de sangre sobre sus ropas, que parecían desgarradas por todas partes, en el pecho y  hasta en el mismo casco con rasguños en el cristal oscuro. Su cabeza giro hacia mí.
MIERDA. ¿Me había visto? Ojala que no. Me atreví a mirar, nuevamente, viéndolo avanzar hacia mí. Sus manos enguantadas jugueteando con el mango de los bastones. Un sonido de pequeñas explosiones salía de la punta de estos. Mirando en el suelo, no había nada con que defenderme. Ni siquiera una maldita piedra. Nada. ¿Una pelea cuerpo a cuerpo? ¿Con esas cosas en sus manos?
Cada paso lo acercaba más a mí, y con ello mi captura. Mierda, mierda, mierda… dándole un giro a los bastones entre sus manos y preparándose para usarlos. Giro su cabeza hacia la derecha, levantando sus bastones, pero una figura rojiza salto encima de él. Antes de que pudiera clavarle los bastones a la cosa, esta atrapo su casco entre sus dientes y desprendió la cabeza del cuerpo. Arrojándola lejos, sacudió su cabeza, la sangre manchaba sus colmillos y caían gotas rojizas de su hocico hasta el suelo, dejando puntillos en las hojas verdes de los helechos silvestres.  Un were, dije para mí mismo al ver la forma lobuna de pelaje rojizo frente a mí.
-         Jason – escuche una voz como eco dentro de mi cabeza. Sacudí la cabeza, tratando de convencerme que había sido una alucinación. Pero de nuevo volvió – Jason. – mis manos temblaban, ¿Qué sucedía? Estaba escuchando voces en mi cabeza. ¿Cómo? – Sal. Es seguro.
El gran lobo giro su cabeza hacia mí, su nariz olfateando en el aire. Sus pasos eran cautelosos, deslizándose entre la naturaleza hasta llegar hacia la abertura del árbol. Olfateo y luego retrocedió unos pasos. Antes de que hiciera algo más, el lobo se puso sobre sus patas traseras y levanto el pecho, en un segundo su pelaje color naranja rojizo desapareció de todo su cuerpo y la piel comenzó a emerger, una piel blanca y extremidades musculosas aparecieron entre la mata de color rojizo. Adoptando su forma humana, una cabellera con rizos rojizos me saludo y simplemente salte a sus brazos, haciendo caso omiso a su desnudez y que aún seguía estando en peligro.
-         Charlie – su nombre pareció tranquilizar un poco más mi nerviosismo. Al fin una cara conocida. Un día entero en el bosque de los Azules, repleto de gente que buscaba mi trasero, esto era una bendición. No quería separarme de sus brazos que me apretaban contra su pecho, las lágrimas picaban por salir, pero no tenía que llorar.
-         Jason, ¿estás bien? – me separo de él un momento y tomo mi rostro entre sus manos, observándome desde los rasguños leves en mi cara hasta las manchas de sangre en mis ropas. – te hemos estados buscando todo el día.
-         Estoy bien,  - alegre, su afirmación me hizo caer en cuenta que no estaba solo  - ¿Cómo que hemos? ¿hay alguien más contigo?
-         Si, Abby, Kaden, Alo, Lisbeth y Randolph.
-         ¿Randolph esta con ustedes? – me solté de sus brazos y retrocedí. – no puedo ir con ustedes. No. - ¿y Lisbeth? Excelente, mi muerte estaba declarada y era hacia los weres. Si iba con ellos Lisbeth me mataría tan pronto como me viera acercarme más de 2 metros. Aun recordaba su ataque en mi pecho. Charlie pareció confundido, y me tomo del brazo antes de que pudiera escapar.
-         ¿Por qué? ¿Qué tiene que ver que Randolph esté con nosotros? – sus cejas se elevaron.
-         Él fue quien me entrego, Charlie. No puedo volver a la Guarida.
-         ¿De qué hablas Jason? El Alfa fue quien organizo esta búsqueda. Él es el más preocupado de todos nosotros. – mi confusión reflejada en mi cara, mis pensamientos confundidos. No, Randolph te traiciono. Eso era verdad. No me lo iba a creer tan fácil.
-         ¿Qué? Pero si él fue quien les ordeno que me entregaran a los vampiros.  – a la defensiva, mi dolor emanando en palabras hacia alguien que no tenía la culpa, Randolph me había dado la espalda y me había dejado en charola de plata para ellos, mal ejemplo, pero así era. Charlie negó con la cabeza.
-         ¿Quién te dijo eso? Es mentira. Nuestro Alfa jamás autorizo nada como eso. – mi corazón se estremeció, no de una manera mala, sino cálida.
Quería llorar y gritarle que era un mentiroso, pero las palabras no salían de mi boca, todo lo que decía mi subconsciente era que Randolph me había venido a buscar, a salvarme. Sintiendo el ardor de las lágrimas queriendo salir, apreté mis puños. ¿Era verdad? ¿Ellos habían venido por mí? Charlie jamás me mentiría, ¿Por qué empezar ahora? Una parte de mi lo creía, pero mi parte racional me decía otra cosa. Los vampiros estaban detrás de mí, no de ellos. Hoy lo había visto con mis propios ojos, la matanza que eran capaces los vampiros con tal de conseguir lo que querían.  Si lo que Charlie decía era cierto no podía volver con ellos, los vampiros nos seguirían a la Guarida y todo habría terminado. Yo era a quien querían, aunque los weres eran sus enemigos no formaban parte de los deseos de Bateman. Bateman, el sujeto que estaba detrás de mí, los Cazadores, los Fledermaus eran solo títeres, piezas de ajedrez en un tablero en el cual él era el jugador principal.
-         Mierda, lo siento Charlie, pero tengo que irme de aquí. No puedo volver con ustedes. – ahora si iba a llorar, mis ojos se sentían húmedos y me ardían, un nudo en la garganta comenzaba a formarse. No quería hacerlo, pero debía. Un bien mayor. Me libere de su agarre y le di la espalda, no quería que viera mi dolor, mucho menos llorando. Cubrí mi rostro con ambas manos y no pude contener las lágrimas.
-         ¿Por qué? – se mantenía a una distancia considerable. Su tono de voz sonaba preocupado.
-         Porque yo soy a quien ellos buscan, estando con ustedes solo hare que los maten. A todos. Lo siento, Charlie. Adiós.
Antes de escuchar sus protestas ya estaba corriendo de nuevo por los terrenos del bosque. Las lágrimas me cubrían la vista y no veía bien, aun así me las arregle para correr y no tropezar con nada en mi camino. Tan rápido como corría, mis piernas comenzaron a cansarse y a mitad del camino me desplome sobre mis rodillas.
Aferrándome al tronco del árbol. No podía parar las lágrimas y el llanto, que eran gimoteos por la falta de aire. Mi respiración acelerada me impedía controlar mi llanto, podía sentir mi propio corazón a punto de salirse de mi pecho por la velocidad con la que iba. Mis piernas dolían, un entumecimiento comenzaba desde mis pantorrillas hasta mis rodillas. Mi cuerpo estaba demasiado cansado. No había podido dejar de correr ni un solo minuto.
Estando tirado en el suelo, entre hierba y humedad, logre vislumbrar una silueta que se movía sobre mí, a dos árboles de distancia, pero muy alto. Un sujeto estaba en la copa de los árboles, con una ballesta. UN CAZADOR. Siguiendo su mirada me di cuenta que hacia ahí.  Apuntando directamente hacia la hierba. Unas figuras peludas se movieron entre ellas, mostrando el hocico primero. Los weres. Me levante rápido, olvidando el dolor en mis piernas, y en mi cansado cuerpo. Tenía que hacer algo, no podía permitir que los hirieran. Viendo a un gran lobo negro salir de entre las hierbas.
Randolph, mi corazón se estremeció al ver como el Cazador apuntaba hacia él. Sin pensarlo dos veces tome unas pequeñas piedras del suelo y se las arroje, dándole justo por detrás de la cabeza. El sujeto chillo y se giró hacia mí, revelando su posición en el aire. Tan rápido como lo hizo la lluvia de flechas comenzó a caer al suelo, me escondí detrás de un árbol para protegerme, las flechas impactaban contra el tronco, pero el Cazador no me podía ver, y estaba a salvo, solo que no me podía mover de mi lugar. Y los weres seguían desprotegidos.
Escuche el aullido de un lobo, tan cerca que todo mi cuerpo se helo por el sonido penetrante. Viendo de reojo y con sumo cuidado, los weres se retiraban al ver al Cazador disparando flechas como un desquiciado, el lobo negro grande iba a dar vuelta sobre sus patas cuando una flecha alcanzo a herirlo en una de sus patas delanteras. El were cayó al suelo y comenzó a rodar, tratando de sacarse la flecha con los dientes del hocico, pero solo se provocaba más dolor.
El Cazador sonrió, sacando otro paquete de flechas de su espalda, recargo su ballesta y le apunto al were, fijando bien su objetivo. Ah, no lo harás.
Viendo mis opciones, el taser no alcanzaba hasta esa altura, tenía una distancia restringida y los dardos podrían fallar. BOMBAS. Metiendo la mano dentro del pequeño estuche, saque dos de ellas, eran como escarabajos y sin inspeccionarlas con más detalle las lance hacia la copa del árbol, ambas se pegaron en el grueso tronco, a pocos centímetros de donde estaba el sujeto. Quien se giró al ver los pitidos de las dos pequeñas bombas, desviando la mirada del were herido y que era una víctima fácil. Sus ojos fueron hacia mí, haciendo una media sonrisa, su ballesta estaba totalmente cargada.
Presione el botón a un lado del reloj y el pitido se hizo más rápido. El sujeto se giró hacia mí, sus ojos se abrieron de par en par y en la desesperación comenzó a disparar su ballesta. Las flechas impactaron en el suelo y comencé a correr, alejándome de su mira. Dando movimientos en zigzag. ¿Qué pasaba con las bombas? Una flecha se clavó en mi hombro, haciéndome caer al suelo. El tipo silbo de felicidad.
-         Exploten, mierda – vociferando al viento, el reloj soltó un zumbido y las bombas hicieron explosión. Sin darle tiempo de reaccionar, su cuerpo fue hecho pedazos al instante, cayendo fragmentos de sus extremidades por todas partes. La copa del árbol pareció desgarrarse y cayó al suelo.
No me importo el dolor en mi hombro, me levante del suelo y corrí hacia donde estaba el were sufriendo. Randolph. Sus aullidos me hicieron saber que el dolor era insoportable. Me acerque, colocando las manos enfrente para indicarle que se calmara un poco y me dejara ayudarle. El asintió y aparto los dientes de donde tenía la flecha.
-         ¿Randolph? ¿estás bien? – bien, era una pregunta estúpida considerando que sus gruñidos de dolor se escuchaban por todo el bosque de los Azules. Pero era algo natural de preguntar.
-         Si, lo estoy. – recibí en respuesta. Suspire aliviado.
-         Que bien, espera ¿Qué? – me aparte un momento ¿eso había sido la voz de Randolph en mi cabeza? ¿lo escuchaba a través del pensamiento? ¿desde cuándo podía comunicarme con los lobos? Dios, esto era un lio. Viendo la flecha aun clavada en su pata, sacudí los pensamiento de porque había desarrollado loboquinesia. Tenía que quitarle la flecha o sería peor. Sacando la navaja, corte la flecha por la mitad, - voy a sacarla, debes soportar el dolor, porque esto dolerá como una perra, ¿entendido?
-         Si, hazlo. – bien, podía soportar el sonido de voces en mi cabeza, mis ojos fueron hacia la punta de la flecha, que salía del otro lado contrario y comencé a jalarla. Randolph se quejó, soltando un ladrido ahogado, sus patas se abrían y se clavaban sobre la tierra, arañándola, mostrando las garras afiladas. Jalando con más fuerza, el pequeño palo salió de la pata de Randolph, quien dejo de gruñir por el dolor. Su herida comenzó a cerrarse rápidamente, no me sorprendía, los weres tenían un factor curativo más alto que los vampiros y su resistencia era mayor.
-         ¿estás bien? – alargue mi mano sobre su hocico, el asintió y se dejó acariciar. Sus ojos se abrieron y señalaron hacia donde estaba la flecha clavada en mi espalda. De hecho no la sentía, de no ser por Randolph ni la hubiera notado. Lo mío fue más simple, solo la jale de donde la tenía y la saque, sofocando el gemido de dolor, apreté los dientes y deje salir el aire de mis pulmones. – no es nada. Estoy bien.
-         Jason, yo…
-         Tranquilo. Randolph yo quería…  - necesitaba decírselo, que no podía volver con él a la Guarida, que mi sola existencia era ya un riesgo para su manada. Pero las palabras no salían. Quería poder hablar con su forma humana, aunque me gustaba su lobo. Iba a decir algo, pero algo me tomo de los hombros por detrás y me lanzo por el aire. Mi único pensamiento fue ¿Qué…?
Aterrizando contra el suelo en segundos. Me levante sobre los codos, tosiendo. Había volado más de 3 metros en el aire. ¿Cómo? Recibí un fuerte golpe en las costillas antes de poder mirar a mi atacante o de poder protegerme. Haciéndome gemir, el aire salió de mis pulmones y mis costados dolían por el golpe. Algo me tomo de la camisa y me levanto sobre él, solo para volver a lanzarme en el aire, esta vez choque contra una superficie más dura.
Rodando en el suelo. Tosí. Trate de levantarme. Todo mi cuerpo dolía, no había una sola parte que no doliera. Mis costillas dolían, mis piernas dolían, mi cabeza dolía. El sabor a oxido en mi lengua producto de la sangre que estaba saliendo de mis órganos internos lastimados. Trague en seco, escupiendo la sangre rápidamente. Gemí de dolor, pero me levante del suelo. Mis piernas temblaban, no de miedo, de dolor. Apenas me podía mantener en pie. Mi cuerpo me pedía un descanso o que al menos ya no lo maltrataran más.
Abriendo los ojos, algo me jalo de los cabellos, esta vez logre detenerle y enfrentarlo. Cara a cara, o algo así, ya que llevaba un casco. Vestido en un traje ceñido a su cuerpo, su complexión no era musculosa, pero su fuerza era mayor que la mía.
Lanzó el primer golpe a la cara, lo esquive y atrape su brazo, dándole una vuelta casi imposible. Él se hinco en el suelo y gimió en voz baja, pero en lugar de quedarse quieto lanzo una patada. Ahora yo caí al suelo, él se liberó y saco una cuchilla, rápidamente me aparte al ver su dirección hacia mi cabeza. La cuchilla quedo a pocos centímetros de mí, casi reflejándome en la hoja metálica.
Le di una patada en el casco, y aunque me dolió la pierna, funciono porque lo hizo retroceder. Quedando en posición de ataque, mantenía la cuchilla firmemente de la empañadura, esperando poder clavarla en mí o darme un tajo con ella. Cualquiera quería matarme. Retrocedió un paso más, había una gran distancia entre ambos, el sujeto enterró la cuchilla en el suelo y metió las manos dentro del casco. Haciendo un sonido de clic, el casco se abrió y se lo saco por encima.
Mi boca cayó hasta el suelo, mis ojos se abrieron de par en par, me quede helado. ¿Qué? Su rostro era casi el mismo, a excepción donde tenía un parche del color negro cubriendo su ojo izquierdo, por las pequeñas cicatrices alrededor del parche su ojo había sido herido o extirpado de manera salvaje, el punto es que no lo tenía, su otro ojo sin embargo era más claro de lo que lo recordaba, al igual que su piel, aunque seguía siendo oscura. Y sus brazos parecían estar en buen estado.
-         ¿el policía? ¿Cómo…? – musite, al no poder recordar el nombre del policía, el mismo que había sido mi transportador hacia ciudad Zweilicht. Solo que recordaba la forma en que lo habían atacado los weres. A él y a su compañero. El sonrió, divertido de la situación. Hizo un movimiento de cuello y se escuchó un crack. Suspirando, a pesar de tener un solo ojo me miraba con furia, pero se veía feliz, disfrutando la situación. No fue sino hasta que vi como su ojo iba hacia mi hombro que note el corte entre mi hombro y mi cuello, no era profundo, ni largo, pero unas gotas de sangre caían por la herida.
-         Es un secreto. Lo único que debes saber es que he venido por ti. Bateman quiere verte inmediatamente.  – comenzó a moverse, haciendo movimientos como si hubiera una barrera invisible entre ambos, porque no avanzaba, simplemente me rodeaba, esbozando una sonrisa sarcástica, jugueteo con la cuchilla en su mano, colocando la punta contra su dedo índice izquierdo, girándola –  No lo tomes como un viejo rencor, aunque en parte es por ello que estoy aquí, solo estoy haciendo mi trabajo. – se encogió de hombros como si no pareciera importante, pero la verdad es que sus ansias de sangre emanaban de su interior, y su presa definitiva era yo. No los weres, YO.  trate de romper el silencio, cambiando la dirección de la conversación.
-         ¿Por qué Bateman tiene tanto interés en mí? ¿todas las vidas inocentes de los miembros de la Manada valen menos que la mía? – volvió a encogerse de hombros, haciendo un gesto de desdén.
-         Eso creo – rápidamente salto encima de mí, ambos caímos al suelo, extendí mis manos para quitármelo, pero fue en vano cuando tomo ambas manos y las apretó sobre mi cabeza, sus piernas me inmovilizaron y no pude patalear en protesta, tampoco pude bloquear que su mano se aferrara alrededor de mi cuello con tal facilidad. Casi podía sentir la presión de mi garganta cerrándose cuando su mano comenzó a clavar las uñas en mi piel, la sonrisa volvió a sus labios, solo que sus ojos me miraban curioso -  aunque Bateman nunca me pidió que fuera suave cuando te encontrara. Le diré que te resististe y que te tuve que lastimar para que te calmaras un poco. Pagaras por lo que le hiciste a Marco – esta vez yo le sostenía la mirada, furioso, inútil, y con ganas de liberarme y matarlo.
-         Yo no lo mate.
-         FUE TU CULPA. TUYA Y DE ESOS PERROS – bramo, escupiéndome en la cara saliva, apreté los labios para no contradecirle y  evitar tragar – accidentalmente.
Levanto la cuchilla en el aire y después de meditar un momento decidió dejarlo a la suerte. La cuchilla se clavó en mi hombro y grite de dolor, más por la forma en la que la movía dentro, presionando y haciendo giros hasta quedar completamente clavada.
Por un segundo pensé en cómo me iba a desmayar, pero no podía hacerlo. Su rostro estaba a escasos centímetros del mío, así que hice un movimiento brusco y ambas frentes se golpearon. Se apartó, soltando el mango de la cuchilla, la cual me saque en el mismo instante y la arroje hacia la hierba. El sujeto comenzó a tropezar y cayó al suelo. Mierda, sus golpes habían sido efectivos y apenas podía moverme del suelo, eso sin parecer una lombriz de tierra. Me las ingenie para poder arrastrarme por el suelo y llegar a un tramo de camino, pero una mano comenzó a jalarme de la pierna, trate de resistirme, pero me arrastraba lejos.
No voy a morir aquí, mis dedos se aferraban a la tierra y a los helechos enterrados, algunas ramas me servían de apoyo, pero el sujeto me jalaba con más fuerza, haciendo que mis soportes se rompieran o se desarraigaran. Golpee el suelo con ambos puños, no podía solo contra él. Alargaba las manos para hacerme con algo, agarrarme de algo, pero nada. Entre tantas mis manos tomaron algo metálico y lo jale de entre la hierba, que provoco picor en mi piel. La ballesta, y aún estaba cargada, claro que no tenía todo el paquete, tenía como mínimo unas 20 flechas.
Dándole una patada, me libere de él y caí al suelo. Se giró molesto, dando un suspiro pesado, sacando una segunda cuchilla de entre sus ropas. Rodé en el suelo y me levante, aun entumecido de las piernas y con los brazos como fideos.
Tome la ballesta y presione el gatillo, las flechas salían disparadas por todas partes. No fijaba bien a quien disparar. El vampiro retrocedió hasta donde estaba un árbol. Justo en ese momento le apunte directo a la cabeza, pero la flecha salió disparada hacia otro lugar. El impulso del disparo me hizo tambalear y caí al suelo sobre mi trasero.
El vampiro chillo de dolor, dirigiendo mi mirada hacia él, una sonrisa cruzo por mis labios. Al menos no era un completo idiota usando una ballesta. La  mano del vampiro estaba clavada en el árbol y la flecha había entrado casi por completo del tronco.
-         Hijo de perra. ¿Cómo…? Espera a que te agarre.
Recordando cierto artilugio rectangular guardado en mi pantalón. Saque el pequeño taser de mi bolsillo trasero y le apunte, el negó con la cabeza, pero era demasiado tarde, ya lo había accionado y las agujas se clavaron en su pecho, haciéndolo retorcerse salvajemente por el choque eléctrico a través de todo su cuerpo. Quedando prendido del árbol, me di la vuelta y busque a Randolph por los alrededores.
-         Randolph.  – gritando en mi cabeza, ¿podría escucharme? Aun así comencé a correr por el bosque.  Pensé en detenerme, pero cada minuto contaba y no los iba a desperdiciar. La respuesta llego inmediata cuando un eco enorme lleno mi cabeza.
-         Jason, no vengas. Huye ahora que puedes.
-         ¿De qué hablas? ¿En dónde estás? – todos los arboles eran iguales, solo algunos que estaban destruidos o salpicados con sangre y alguna que otra sustancia. Mis ojos fueron hacia donde una explosión resonó, agudizando más el oído. Una nube gris salió a la luz y comencé a correr hacia su procedencia.
-         No vengas. Es peligroso. – su voz no era demandante, pero se oía serio, indicándome el nivel de peligro, pero no obedecí su orden. Negándome a retroceder y dejarlos a merced de los vampiros, Cazadores o Fledermaus, a mi vista todos eran vampiros.
-         Los Cazadores. – musite, imaginándome que estaban haciendo lo mismo que habían hecho con sus compañeros la primera vez. Rodearlos y dejarlos en un punto para masacrarlos en un solo movimiento.
-         No, regresa y huye. Hazlo. – su voz se oía suplicante, un rayo de dolor atravesó mi pecho, ¿tanto le importaba mi seguridad como para morir y dejarme el camino libre?
-         No, Randolph. Debes aprender que jamás hago caso a órdenes.- de repente sus quejas se silenciaron en mi cabeza, el pánico me invadió y mis piernas comenzaron a correr más rápido, sin importar los arañazos que me daban las ramas de los árboles o cuando tropezaba volvía a ponerme de pie y continuaba como si nada.
Mierda, mierda, mierda, ¿Qué era este mal presentimiento? Randolph, responde.
Atravesé casi todo el terreno del bosque de los Azules cuando la luz cegadora me impidió ver el paisaje. Tal como lo había previsto, los Cazadores estaba comenzando a rodear a los weres y Randolph… aun seguía con vida, estaba al frente de la formación, rugiendo en protesta y haciendo a los Cazadores reconsiderar sus movimientos.
El sonido de un pitido se escuchó y los collares de los Cazadores comenzaron a brillar. Estos cambiaron sus expresiones a unas duras mascaras de resignación y apretaron las armas tanto que pensé que destruirían los mangos, sus nudillos se ponían blancos de la presión y sus mandíbulas se tensaban.
-         ALTO – me gire hacia el sonido de la voz mediadora. Un chico con cabello castaño estaba encima de uno de los vehículos de los vampiros, por su apariencia podría pasar por un humano normal, pero había un ligero detalle que resaltaba entre tanta naturalidad, y eran esos ojos de color rosa oscuro. Eran hipnóticos, pero también tétricos. Era inexplicable el sentimiento en mi interior, pero por alguna razón no me parecían extraños, sino comunes. Su dedo índice presionaba la pantalla de un reloj en su muñeca, el cual emitía un destello verde, tintineante. ¿así era como controlaban a los Cazadores? Collares de obediencia. Todo tenía sentido ahora. – No los maten, aun necesito saber, ¿Dónde está él?
-         ¿él? – se acercó hacia el Cazador que pregunto, agito su brazo en forma de un arco. La cabeza del Cazador cayó al suelo, rodando entre la hierba seca. La mano del hombre castaño se había vuelto una larga hoja y se extendía desde el codo hasta la punta de dedo de en medio. En un segundo esta volvió a su estado natural, todos estaban callados, y nadie pareció querer ser el primero en romper el silencio. No después de haber visto eso. Yo también estaba pasmado. Me había tragado la lengua.
-         Como decía, no me gusta que me interrumpan. – eso había quedado más que claro. - ¿Dónde está él? ¿DÓNDE ESTA JASON SNYDER?
Sus inquisitivos ojos miraban a los weres con repudio y asco, pero más que nada rabia.
-         Si no me lo dicen los matare uno por uno. Y después seguiré con su manada. DÍGANMELO
No podía seguir escuchando esto. Tenía que hacer algo. No podía permitirlo. Vamos, hazlo. Tú puedes. Apreté las manos en puños y camine, dando pasos cautelosos. Las suplicas de Randolph sonaban en mi cabeza cuando me vio salir del verde monte. Los ojos de los Cazadores y vampiros me observaban cuidadosos. Apuntando sus armas hacia mí. Un sacrificio menor por un bien mayor.
-         AQUÍ ESTOY. Yo soy Jason Snyder. – respire profundamente, sintiendo todo el aire natural llenando mis pulmones. Todos enmudecieron. No me moví ni un solo centímetro.


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