LABIOS HELADOS, LENGUA CALIENTE - CAPITULO 15
[CACERIA:
BATALLA MIXTA: FINAL 2]
Aún seguía sin poder
moverme. Mi boca dolía por la mordaza en mis labios, que parecía cortar las
comisuras de mi boca. El lugar seguía dando vueltas, pero al menos sabía que
alguien me estaba llevando en su espalda. Las conversaciones que se decían entre si pasaban como murmullos
para mis oídos. Mi estómago daba un vuelco dentro, agitado por los grandes
pasos y la forma ruda del sujeto en la que me sostenía.
Efectivamente, mis manos tenían
unas esposas. Mis piernas estaban enredadas en una larga cuerda, que llegaba
hasta mis rodillas, impidiendo la circulación de la sangre. Era cargado como un
simple costal, los cabellos caían en forma de cortina e impedían que pudiera
ver más que el suelo lleno de hierba y tierra, algunas raíces de los árboles.
El bosque de los Azules
– musite para mí mismo mentalmente, trate de levantar la vista, pero todo mi
cuerpo se sentía como de una tonelada. Ahogando una maldición volví a la
inconciencia.
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Me desperté con el duro golpe
contra el suelo. Gemí por el dolor y la falta de aire en mis pulmones. El sabor
de tierra y hojas secas en mi boca, que escurría de saliva por no poder
tragarla. Maldije internamente. Alguien me tomo por detrás, donde mis manos
estaban juntas por las esposas y me levanto del suelo.
Aun mi cuerpo se sentía de
una tonelada, como si trajera cemento en los zapatos y una roca sobre la
cabeza. Abrí levemente los ojos, el verde de la naturaleza cubría gran parte
del lugar, y los frondosos troncos de los árboles se levantaban hasta alturas
enormes. Acostumbrando mi vista al entorno, sentía los parpados pesados y unas
ganas enormes de tirarme al suelo y volver a dormirme, pero no lo hice,
parpadeando repetidas veces hasta que pude focalizar mis ojos. Aún estaba cubierto
por la neblina, ¿Cuánto había estado inconsciente? O más bien sedado.
Mire por el rabillo del ojo,
alrededor de mi todo era naturaleza salvaje y más follajes, helechos y matas de
hierbas que jamás había visto. El suelo bajo mis pies estaba húmedo, lodoso,
por lo visto en mis botas, alguien me había arrastrado. Dos hombres grandes, de
piel oscura y cabello en forma militar estaban recargados sobre un de los árboles,
su complexión era la misma que la de Kadar, así que era fácil adivinar que
fueran weres. Un tercero estaba sentado a pocos metros de mí, sus manos dentro
de sus bolsillos y fumaba un cigarrillo, haciendo grandes cúmulos de humo en el
aire. Traía una pistola Paralyse en la espalda.
Continúe mi búsqueda de más
rastros de vida, y al parecer fueron acertados al ver las sombras moverse entre
la hierba y salir convertidos en lobos, no eran más que 5 figuras. Rápidamente
retomando sus formas humanas. Sus rostros me parecían conocidos, DEL COMEDOR.
Algunas veces habían estado presentes, eran los que siempre se encargaban de
lanzarme dagas con las miradas y jamás me daban la hora. Los que aún me
odiaban.
Mi cerebro aun trataba de
procesar todo lo ocurrido, apenas hacia unas horas estaba en la Guarida, siendo
alabado por matar a un Cazador y luego siendo interrogado por sospechas de ser
un vampiro infiltrado en su manada. ¿Cómo todo había dado un giro de 360°
grados? Todo empezó con Lisbeth atacándome, eso fue el catalizador.
¿Así que era su enemigo
ahora? Mierda, después de todo este tiempo. Me hubiera escapado cuando había tenido oportunidad,
ahora mismo no tendría por qué estar pasando estas cosas. Estaría en casa, a
salvo y no siendo sacrificado para salvar a unos sujetos egoístas.
Increíble que Randolph les
hubiera ordenado que me entregaran. Aun no quería creerlo, pero las palabras de
ellos fueron tan honestas. ¿Por qué? ¿Por qué Randolph? ¿Por qué juegas con mi
corazón? ¿No te basta con hacerme sentir como un juguete? Las lágrimas picaban
por salir, pero no lloraría, no enfrente de estos sujetos. Basta con Randolph,
no iba a continuar con mierdas como él. Podía meterse su bella manada por donde
el sol no sale. Estaba harto de sentirme así, no le daría más esa oportunidad.
Me había traicionado, lo quisiera creer o no.
Porque, ¿Dónde estaba él ahora?
El grupo de weres eran solo
unos 8 sujetos. Pan comido. Solo tenía
que tener una idea de hacia dónde ir.
LA CASCADA.
Cierto, si podía llegar
hacia la cascada llegaría hacia el final del bosque de los Azules, solo debería
seguir cerca, así me mantendría seguro y con alimento. Primero debía quitarme a
los weres de encima y después sería más fácil adentrarme en el bosque, entre
tanta naturaleza, esquivar su sentido del olfato sería muy sencillo. Justo como
ellos hacían para engañar a los vampiros, solo que yo no me pavonearía por todo
el bosque. No, simplemente podría enmascarar mi aroma, usando lodo.
Bien, ahora solo debes crear
la distracción y lo demás tendrá que ocurrir, normalmente no planeaba huidas,
simplemente improvisaba y terminaba libre, de alguna manera. Primero lo
primero, esa soga enredada en mis piernas, porque no llegaría muy lejos así,
dando brincos.
Todo pensamiento de huida desapareció
de mi mente al ver el gran número de vampiros rodeándonos en un círculo. Todos
bien equipados, había un grupo de ellos que vestían diferentes y traían
gabardinas, sus rostros expuestos, sin nada que los protegiera, pero por lo
visto estaban armados hasta las uñas. ¿Cazadores?
Rostros duros y miradas peligrosas. Algunas marcas de batallas
pasadas formaban parte de su encanto, algunos cortes en sus cejas o incluso
pasando a través de sus rostro por completo, había uno con el labio partido a
la mitad y otro que usaba un parche en el ojo, puse demasiada atención en él
porque traía una extraña arma, que además era enorme, ¿una bazuca?
Los weres se despertaron y
se pusieron de pie, tratando de acostumbrarse a la luz del día, que comenzaba a
filtrarse entre los árboles, el sol apenas estaba saliendo. El were que fumaba
tiro su cigarrillo al suelo, sacando el poco humo de sus pulmones, le dio un
pequeño pisotón y tomo la pistola Paralyse, apuntando hacia las sombras.
El aire se sentía pesado,
con el anuncio de la muerte presente en él. Justo como ese mismo día en el que
todos mis amigos murieron a manos de todo el grupo de vampiros, superándonos en
número, esa era su estrategia favorita. La pregunta era ¿Quién daría el primer
golpe? ¿Ellos? ¿O los weres? El repudio entre ambos bandos era notorio, las
miradas que se lanzaban solo eran de asco y odio por tener que estar juntos en
el mismo lugar, cara a cara.
Uno de los weres me tomo del
brazo y me jalo, mejor dicho, me arrastro con él. Ya que no caminaba, mis pies
se arrastraban por la superficie lodosa.
-
ALTO. Vengo en paz. –
algunos vampiros rieron por lo bajo, los Cazadores se mantenían en silencio,
sus manos jugueteando con sus armas, esperando la señal para atacar. Uno de los
vampiros, que parecía formar parte del grupo de los Cazadores camino fuera de
la formación, quitándose la capucha de la gabardina, un mechón rubio cayendo en
su frente y el corte mohicano, traía una larga cadena enredada en ambos brazos,
los eslabones hacían un sonido tintineante cuando caminaba, y no traía camisa,
su pecho al descubierto. Una sonrisa se dibujó en su rostro y se cruzó de
brazos, plantando ambos pies firmes en el suelo.
-
Habla, perrito – en
tono altanero, una pisca de malicia y soberbia. El were junto a mi gruño.
-
Les traemos al humano
que están buscando. Queremos hacer un trato.
-
Oh, ya veo.-
girándose hacia sus compañeros cazadores, quienes esbozaron una sonrisa burlona
y después ahogaron la burla, el tipo rubio hizo un puchero con el labio
inferior, arqueando una ceja asintió - ¿Qué clase de trato?
-
Que dejen a nuestra
manada en paz. Les entregaremos al humano por la seguridad de todos. – sacudiéndome del hombro para pasar frente a
él, en realidad no sabía si me estaba entregando o usando como escudo. A estas
alturas ya no sabía nada. Lo que si
sabía era que los weres se estaban sintiendo nerviosos, en desventaja.
-
Nos van a matar – musite en voz baja, el were junto a mí me miro por el
rabillo del ojo y trago en seco, pero no dijo nada.
-
Que noble de su
parte. Sacrificar al intruso por los de su especie. JA. Son unos idiotas. ¿en serio creyeron que haríamos un trato con
weres? - esta vez el Cazador alargo las
manos hacia sus costados, sacando dos grandes hachas de doble filo.
No pude prever lo que paso,
el sujeto simplemente lanzo una de sus armas hacia el were que me sostenía y
este cayó al suelo, con un duro golpe. Viendo el hacha clavada directamente en
la frente, su rostro desfigurado, ahora era una línea recta que escupía sangre.
Aparte la mirada del were
muerto y focalice la mirada del rubio, este tenía una media sonrisa en el
rostro, pero parecía más una sonrisa sádica de satisfacción. Aún seguía con el
brazo alargado, volvió a su posición original y pasando la otra hacha por su
hombro, levanto un dedo al aire.
-
Maten a todo were que
encuentren en este bosque.
-
¿Qué hacemos con el
humano?
-
Tráiganmelo. De seguro
nuestro amigo Ethan querrá verlo.
-
Ya oyeron, MATENLOS.
– volvió a gritar un segundo, el que tenía la cicatriz en el ojo.
Los Cazadores soltaron un
grito de batalla y salieron disparados, todos hacia nuestra dirección. Era como
ver un ejército romano. Parpadee al ver como los Cazadores me pasaban,
ignorando mi presencia o haciendo caso omiso a mí, su atención eran los weres.
El caos se había desatado,
los Cazadores iban por encima de los weres, quienes no sabían si atacar o huir.
La respuesta vino rápido cuando uno de ellos intento retroceder y una soga
negra se enredó en sus patas traseras y lo hizo caer, justo el tiempo perfecto
para que el Cazador clavar la larga lanza en su lomo y otro de sus compañeros
le cortara la garganta con sus uñas. La sangre salía por todas partes. A donde
mirara era rojo carmesí y el aroma a la sangre me mareaba, me daba náuseas y también
ardor en el centro de la lengua. Mierda,
no era momento para eso, tenía problemas mayores como para preocuparme por
sangre.
Los weres comenzaron a
pelear, usando el bosque se metieron en los terrenos y comenzaron un juego del
gato y el ratón. Tenía que aprovechar el caos y escapar, viendo hacia las matas
de helechos. Bien, hazlo. Una mano me tomo de la camisa y comenzó a jalarme,
proteste y patalee, pero no era escuchado.
-
Tú vienes conmigo,
chico. – dijo un sujeto con capucha, esa línea ya estaba demasiado gastada y
jamás obedecía, ¿no entendían que jama iría por las buenas? me libere de su agarre y caí al suelo, rápidamente tome lo
primero que toque, una rama.
-
No lo creo, imbécil.
– mis manos se aferraban a la rama, haciendo un movimiento en forma de abanico,
le di un fuerte golpe en la cara al Cazador.
El sujeto cayó al suelo,
haciendo un sonido sordo sobre la tierra húmeda y la hierba verde. Inconsciente
en el suelo, le quite el cinturón con artilugios, un poco de alambre, dardos
paralizantes, que emitían un pequeño destello, a lo mejor no solo eran
sedantes, sino eléctricos, y unas bombas
a control. No sabía cómo utilizarlas, pero él sí. Levante al sujeto del suelo y
le di un golpe en la cara.
-
¿Cómo funcionan las
bombas? – exigí saber, dándole una buena zarandeada para hacerlo reaccionar, le
tomo segundos volver a estar consciente, o algo parecido.
-
¿Qué? – emitió un
sonido, sus ojos aun entrecerrados. Diablos, le había dado fuerte y no sentía
remordimiento, todo lo contrario. Quería haberle golpeado más fuerte.
-
¿con que las detonas?
– parecía perdido, así que le di otro golpe fuerte con el dorso de la mano. –
DIMELO.
-
Con el reloj.
Presionas el botón rojo de junto y explotan… – volvió a cerrar los ojos y cayó al suelo. No
importaba, ya no lo necesitaba.
Esta vez lo deje ahí tirado,
quitándole el reloj de su muñeca para poder activarlas, además del pequeño
taser en su pantalón. Bien, serviría de
algo. Aunque las esposas restringían mis movimientos, ya que al tener las
manos juntas correr era casi imposible sin parecer un idiota.
Estaba listo para correr
cuando vi el brillo de una navaja dentro de la gabardina del Cazador, sacándola
con cuidado, tenía el tamaño de una espada, pero esta tenia doble filo y era
más en forma curva, casi como una hoz, aun así la metí en el espacio del
cinturón y comenzó a correr. Era mejor tenerla y poder defenderme que no tener
más que las esposas a la mano.
Tenía que moverme, quedarme
en el mismo lugar era un peligro y el Cazador, si lograba despertar, no me
daría las gracias por el golpe.
Sonidos de explosiones se
hicieron presentes y grandes cantidades de humos de colores verdes y rojos
aparecieron alrededor. Veneno. Muévete,
idiota. Dando pasos más rápidos, brincando entre las raíces y cuidando no
tropezar, porque el menor de los errores y podría terminar tieso en el suelo.
Dos grandes árboles
comenzaron a caer detrás de él, haciendo un sonido pesado. Los aullidos
apagados cesaron y las escalofriantes voces de los vampiros se escucharon,
provocando un escalofrió hasta mis orejas. Ya no había weres, solo vampiros. Y
venían en grandes cantidades.
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GUARIDA –
Sus pies eran arrastrados
por el suelo, molesto después de ser tomado por sorpresa, se sacudió. Y trato
de librarse del agarre con el que lo tenían sometido. Alo se defendió, dándole
un fuerte codazo al sujeto. Este gimió y se aferró contra el muro.
¿Dónde estaba? Sus ojos no
podían visualizar por completo la habitación, pero le parecía conocida. El
aroma. Viendo hacia el sujeto, bajo la guardia y se acercó hacia él.
-
Randolph. ¿Qué
mierdas estás haciendo? ¿Por qué me atacaste? – tratando de ayudarle, pero este
negó con la mano.
-
No te… ataque… solo
necesitaba… COÑO… ¿Por qué me diste un codazo? – bramo el Alfa, aun doblado con
una mano sobre la zona donde le habían golpeado. Manteniendo una expresión de
dolor muscular, se giró hacia Alo.
-
¿Qué paso? ¿Por qué
me traes aquí? ¿Dónde estamos?
-
En mi oficina – dijo,
esta vez su voz sonaba más tranquila. Se reincorporo y encendió las lámparas de
la habitación. La oficina del Alfa.
-
¿Por qué me has
traído aquí?
-
Es sobre Jason. –
rodeando su escritorio, fue hacia la silla detrás de este, indicándole a Alo
que tomara asiento. Alo sacudió la cabeza, golpeando la superficie del
escritorio con la mano extendida.
-
Randolph, tenemos un
problema allá afuera que no puede ser ignorado, tenemos que controlarlo antes.
– Randolph asintió, cerrando los ojos pesadamente, junto ambas manos recargando
los codos contra el escritorio de madera, acerco sus labios a las palmas.
-
Esto es importante. –
su tono de voz sonaba serio. Algo fuerte venia.
-
Será mejor que sea
bueno – a regañadientes, y soltando una maldición, muy impropio en el Beta,
tomo asiento frente a Randolph. – Habla, ahora.
-
No entregare a Jason
-
Randolph, por favor.
No es momento de tonterí… - no termino su frase cuando el Alfa se levantó de su
asiento y la silla detrás de él cayó al suelo bruscamente, las cosas del
escritorio se desordenaron por el movimiento que levanto el mueble unos
centímetros.
-
¡NO! No lo entiendes,
si lo entrego lo mataran. Estoy seguro – el pánico reflejado en su rostro, Alo
jamás lo había visto tomar esa posición vulnerable. Era una nueva faceta de su
medio hermano, ¿Dónde estaba ese hombre lleno de seguridad y fortaleza? Algo
malo realmente estaba pasando, pero era su hermano. Trato de controlar su
sorpresa.
-
Mira, hermano, sé que
le has cogido aprecio a Snyder, pero es arriesgado tenerlo dentro de la
Guarida. Este es tu momento como alfa y debes elegir.
-
Tienes razón y mi
elección es él.
Alo no podía estar más
confundido. ¿Había escuchado bien? casi podía imaginarse su propio rostro
perplejo frente a la declaración de su hermano.
-
¿Qué? ¿perdiste la
cabeza? ¿O es una broma tonta? Porque si es así, termínala ahora mismo. No es
gracioso eso Randolph.
-
Es la verdad, Alo. No
sé porque, pero todo en mi cabeza es Jason Snyder, las 24 horas del día, no hay
momento en que mis pensamientos no vayan hacia él. Jason Snyder… me estoy
volviendo loco, Alo. – agarrándose la cabeza entre las manos, jalo sus cabellos
en desesperación. Golpeando el escritorio con un puntapié.
Viendo como su Alfa caminaba
de un lugar a otro por toda la habitación, su ceño fruncido y las comisuras de
sus labios en una curva irregular, su cuerpo no estaba quieto por un segundo.
Alo trago en seco, solo podía haber una explicación a todo ello, pero era
difícil de creerla. No podía ser, pero era una posibilidad, ¿no?
-
Tal vez… - musito
para sí mismo, mordiéndose la lengua al instante. Randolph se giró hacia él,
esta vez sus manos fueron hacia los hombros de Alo y lo sacudieron.
-
¿tal vez, que?
-
Es solo una teoría,
hermano. – la mirada de Randolph le
suplicaba que se la dijera, aun así. – me tomaras a loco, pero podría ser que
Snyder sea… - rodando los ojos, como si fuera demasiado obvia la respuesta.
Randolph pareció captar el mensaje y libero a Alo, adoptando una expresión
pasmada y un poco dubitativa. Procesando todo. Si, era lento, pero seguía
siendo el Alfa.
-
No, no, no hay
manera… ¿o sí? – volteo hacia Alo, quien simplemente se encogió de hombros,
negando con la cabeza.
-
No tengo idea, pero
es lo que parece.
-
¿eso es posible? ¿en
nuestra especie?
-
Mira, los síntomas
son esos. Tal vez Jason sea tu pareja.
-
¿mi pareja?
-
Ya sabes, con la que
pasaras toda tu vida. Con quien te enlazaras.
-
…
-
¿estás inseguro sobre
ello? – Alo odiaba ver a su hermano en ese estado, y mucho más hacerla él de
cupido, pero su hermano lo necesitaba y si, era un cabezota con esas cosas,
quien más para decírselo que Alo, también estaba Abby, pero ella era otra cosa
que no quería pronunciar por el momento, lo convertiría todo en un espectáculo
con luces de colores y explosiones – dime una cosa, Randolph, ¿te gusta Jason?
Y se honesto conmigo.
-
Yo… no lo sé,
simplemente quiero sostenerlo entre mis brazos, besar esos provocativos labios
y meter mi pene profundamente dentro de su apretado trasero, hasta hacerlo
gemir de placer y que grite mi nombre, mientras suplique por mas – bien, Alo
estaba sonrojado, ¿Randolph tenía esa clase de pensamientos? ¿desde
cuándo? Sentía su cara roja por la
confesión de su hermano. Imaginarse a Randolph y Jason yaciendo en la misma
cama, era tan… sacudió la cabeza, tratando de borrar la imagen de su mente,
pero era inútil.
-
Está bien, está bien,
no necesito detalles. – agitando las manos en el aire, avergonzado, suspiro,
viendo como Randolph dejaba caer los brazos y se recargaba contra el borde del
escritorio, con la mirada hacia el techo. – lo amas, hermano.
-
¿Qué? No. Digo, yo… -
su rostro comenzó a ponerse de un color rojizo, llegando hasta sus orejas.
-
Por favor, lo tienes
escrito en toda la cara. – bufo - Pasaste de ser un temible lobo a un lobo de
felpa. Quién lo diría, el Alfa cayo por amor. – colocando las manos sobre el
respaldo de la silla, se recargo de espalda, encogiéndose de hombros.
-
Pero es un hombre,
¿no está mal? – los recuerdos de la conversación que habían tenido previamente
vinieron a su cabeza, Alo se sentía mal por haberlo dicho. ¿Quién era el para decir a quien amar? Lo había dicho en un
arrebato sin pensarlo, ignorando el hecho de que Jason era la pareja de su
hermano. ¿Qué había de malo que fuera un hombre? No eliges de quien te
enamoras, solo lo haces. Tenía que corregir eso.
-
Oh, vamos. Después de
lo que me dijiste que quieres hacerle, ¿te importa que tenga algo entre las
piernas que no sea una gran V? ¿a quién le importa? A mí no, eres mi hermano y
siempre te apoyare, incluso aunque te guste Snyder.
-
¿lo dices en serio?
-
Yo jamás te daría la
espalda. Somos hermanos, llevamos la misma sangre. – dándole un golpe en el
brazo con el puño, lo abrazo. Separándose un segundo, tomando su rostro entre
sus manos, le dio un fuerte golpe con la frente. – Eres el Alfa, y él es tu
pareja, RECLAMALO como tal.
-
¿Qué pasa con la
manada?
-
Pues tendrán que
aceptarlo y no me preguntes de lo que dirá Abby, porque ambos lo sabemos. Ella
ama a Jason, dice que es su pequeño hermanito perdido.
-
¿tengo competencia
por el amor de Jason? – arqueando una ceja, riéndose entre dientes.
-
Solo fraternal.
Aunque se molestara contigo por no haberle dicho antes.
-
Todavía tengo cosas
que resolver antes de declarar mi amor por Jason frente a toda la manada.
-
No seas gallina, solo
hazlo. Yo me encargare de preparar la plaza para el anuncio de la pareja del
Alfa, tu ve por Jason y reclámalo.
-
Por reclamar te
refieres a… - una sonrisa cruzo los labios del Alfa, pareciendo un tonto
enamorado, lo cual era. Alo suspiro, agitando la cabeza.
-
Hazlo gemir tu
nombre.
Ambos rieron, Alo estaba
sorprendido de lo fácil que lo estaba llevando él. Su hermano tenía un largo
camino por recorrer, pero Snyder podía apañárselas para domesticar al Lobo
Tonto.
El sonido de los golpes
contra la puerta los hizo dejar de reír. Antes de que pudieran abrir, alguno de
los dos, la puerta. Charlie entro azotando la puerta salvajemente, hecho una
tromba. Alo y Randolph retrocedieron unos pasos para darle más espacio.
-
¿Charlie? ¿Qué haces
aquí? Estamos discutiendo algo importante. – dijo Alo, iba a reprender al
muchacho más tarde con una buena charla, de nuevo. Pero Charlie negó con la
cabeza y respirando entrecortado, trato de hablar.
-
Es Jason…
-
Jason ¿Qué pasa con
Snyder?
-
¿Qué le paso?
Charlie, dímelo. – Randolph levanto al chico del suelo y lo acerco hacia él. Su
tono se había vuelto serio, inclusive había una pisca de amenaza. Alo le toco
el hombro, indicándole que debía controlarse, pero obviamente no le haría caso,
su cerebro estaba programado. Jason era todo lo que pensaba, su salud, su seguridad,
su vida le pertenecía a Jason Snyder. Y por lo visto, Jason Snyder no era de
piedra, porque esos pequeños juegos en el corredor no habían sido de 5 años.
Randolph pareció tranquilizarse un poco y libero a Charlie del agarre.
-
Dinos, ¿Qué paso con
Snyder?
-
No está en las
celdas. – respondió Charlie, sin aliento, tratando de regresar el aire a sus
pulmones.
-
¿Qué? ¿Cómo es
posible?
-
Explícate. – reafirmo
Alo, dando un paso adelante, apartando a Randolph de su camino.
-
No lo sé. Era mi
turno de hacer guardia y cuando fui no estaba, la jaula estaba abierta y no había
rastro de los chicos que lo iban a interrogar.
-
¿crees que hayan sido
ellos? ¿Por qué? – esta vez Randolph retomo la palabra y llevo la mano sobre su
barbilla, cubriendo su boca en frustración, soltó una maldición.
-
Mire, alfa, el
descontento que existe en nuestra manada desde que Jason llego no es un
misterio. Muchos se sentían amenazados, así que no deberíamos estar asombrados
de que algo así pasara.
-
Mierda. ¿A dónde lo
han llevado?
-
Aston dijo que vio a
un grupo de weres salir por los túneles. Y que llevaban algo con ellos, en un
costal. Cuando les preguntó si tenían autorización, dijeron que usted les había
dado un encargo. – las cejas de Randolph se juntaron, frunciendo el ceño, su
voz se volvió más gruesa y severa.
-
Yo no he autorizado
ninguna salida. Se supone que la Guarida debería estar cerrada hasta que los
Cazadores hayan dejado el bosque de los Azules. Es peligroso que encuentren la
entrada hacia nuestro hogar.
-
Alfa, ¿Qué vamos a
hacer? No podemos dejar que los vampiros se queden con Jason, lo mataran. – Alo
dudaba mucho que matarlo fuera su razón primordial, pero en algo tenía razón
Charlie, para variar.
-
Estoy de acuerdo,
tenemos que traerlo de regreso.
-
No habrá muchos
voluntarios que quieran ayudarnos, Alo. Tendrá que ser una misión de rescate,
sin que nadie sepa su objetivo.
-
¿mentirle a la
manada? Eso es arriesgado. – arqueo una ceja, sorprendido de las palabras de su
hermano, la determinación en los ojos destellan junto a la ira.
-
No tenemos tiempo. –
dijo Charlie, interviniendo en su conversación mental. Alo suspiro, Charlie
tenía razón, muchos puntos para un solo día, y Randolph también, no podían
salir y decirle a todo el mundo a donde iban o por quien iban.
-
Charlie, avísales a
los chicos que saldremos.
-
Si, alfa. – dándose media vuelta, comenzó a correr por
el pasillo, no sin antes decir - Esto va
a estar bueno. – musito por lo bajo,
susurrando, pero Alo lo alcanzo a oír.
-
En cuanto a la manada
les diremos que vamos por nuestros tontos compañeros que rompieron el toque de
queda. ¿Qué te parece, Beta? – Alo asintió, sonaba razonable. – Espero que
Jason este bien. – Randolph apretaba las manos en puños y luego soltaba el
agarre, para volver a hacer lo mismo otra vez. Alo se acercó y coloco su mano
sobre su hombro, tratando de reconfortarlo.
-
Tranquilo hermano, es
Jason, se las apañara solo. Además no creas que es un niño indefenso,
preocúpate más por los vampiros que se metan con él – Randolph rio, asintiendo
con la cabeza varias veces, antes de salir fuera de su oficina. Una expresión
de determinación e ira, oh, Dios, pobre
del chico que tratara de meterse con él. Una pareja era lo más sagrado para
los weres, y si alguien le hacía daño a la pareja de uno de los suyos, todos
debían intervenir y matar al desgraciado.
Está bien, Alo podía aceptar
a Jason como la pareja de su hermano, siempre y cuando se sintiera del mismo
modo y no lastimara a su hermano. Incluso podría decirle que formaría parte de
su familia. “Cuñado”, tendría que ganarse ese derecho a llamar al Beta y
hermano de su pareja, y no sería nada fácil.
El emparejamiento era un
asco. Ahora lo veía muy claro. Su hermano podía ser cualquier cosa, pero débil
no era una de ellas, incluso sabiendo el peligro al que se enfrentaba podía acabar
con todo un escuadrón de vampiros en un parpadear. ¿Imagínate ahora que sabe
que su pareja ha sido capturada por vampiros?
¿Un baño de sangre? ¿Una
masacre? ¿Una guerra?
-
Tienes razón,
Charlie, esto va estar bueno.
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BOSQUE DE LOS AZULES – JASON
El bosque pasaba por mis
ojos, todo el paisaje era el mismo, no podía encontrar la maldita cascada. Ni
siquiera sabía dónde diablos estaba ahora mismo. El efecto de la droga no había
desaparecido por completo, aun me sentía mareado y desorientado, sin mencionar
las ganas de vomitar.
Llegue hasta una zona más
estable, no había demasiados charcos con lodo, ni trampas de raíces y las
plantas cubrían todo el terreno, dándome la ventaja del camuflaje. No como en
los anteriores lados, por lo cual estaba lleno de lodo. No me di cuenta cuando
pise mal y caí por un montículo y me estrelle contra las raíces. No había
podido meter las manos, así que el golpe fue duro y una raíz se me clavo en la
espalda.
Tenía que deshacerme de
estas esposas, porque no podría hacer
nada con ellas puestas. Empecé dando tirones, tratando de apartarlas, pero lo
único que hacía era lastimarme las muñecas. Suspire, sentándome en el suelo,
sin importarme ensuciarme. Metiendo la cabeza entre las piernas.
Viendo una piedra en mis
pies, comencé a juguetear con ella, dándole golpes de un lado a otro. Tenía un
problema mayor y estaba jugando con una piedra. Un destello ilumino mi
mente. Levantándome del suelo, me sacudí
la tierra de trasero.
Las esposas no cedían, y me
encontraba vulnerable, porque no podía defenderme. Mi movimiento se limitaba a
acciones que tuvieran que tener las manos juntas y defenderse con simples
golpes, no era fácil. Tome la piedra del suelo, no podía separar demasiado las
manos, una de otra, pero al menos podía intentar algo. Sonada loco en mi mente,
e incluso si lo dijera en voz alta sonaría peor, pero no tenía demasiadas
opciones, así que ¿Por qué no?
Camine un poco más, hasta
sentir el suelo firme y seco, había una piedra enorme enterrada, así que sería
más fácil. Coloque mi mano izquierda en el suelo extendida, donde estaba más sólida
la superficie, cerrando los ojos, respire tranquilamente, tratando de prepararme
para lo que iba a hacer.
Apretando la piedra en mi
mano deje que cayera sobre mi palma izquierda, el dolor sobre mis huesos siendo
aplastados por la piedra fue directo hasta mi hombro, apreté los labios,
sofocando una maldición y unas palabras para describir el dolor. La sangre manchaba la piedra y salía de la parte
donde mis dedos dejaban de estar en una sola dirección. Era solo un raspón, no veía hueso o piel
despellejada. Pero dolía como la puta madre.
Vamos, tu puedes,
me dije a mi mismo mientras me armaba de valor para volver a dar el siguiente
golpe, aun no terminaba. Mordiéndome la lengua, volví a dar otro golpe, esta
vez el dolor fue más fuerte, haciéndome doblar y caer sobre mis rodillas al
suelo.
Apreté los ojos, tratando de
imaginarme algo mejor. No hay dolor, no
hay dolor, esto es un día en la playa. Repetía en mi cabeza, mientras el
dolor disminuía. Vi como los huesos trataban de volver a juntarse, tenía que
darme prisa o no lo lograría. Maldito cuerpo curable.
Sé un hombre, coño.
Esta vez, di dos golpes más, la mano comenzó a volverse más suave, la sangre
manchaba la superficie del suelo y la piedra en mi otra mano sana. Dando fuertes golpes sobre los nudillos hasta
verlos romperse y una parte del hueso salirse de mi piel, escupiendo sangre. El
dolor era insoportable, así que el que me salieran lágrimas de dolor no era
nada extraño.
Ahora que mi mano estaba
triturada podía hacerlo. Solté la piedra y apretando los huesos de mi mano
dañada, el dolor llegaba hasta mis rodillas, pero lo ignore, y comencé a pasar
la mano por el aro de las esposas, no hubo dificultad cuando lo hice. De hecho
paso rápidamente, parecía ser de hule porque se doblaba a la perfección.
Después de sacar la mano del
aro, comencé a llorar de dolor. Los huesos de mi mano volvieron a su lugar en
unos segundos, los nervios dentro de ella se arreglaron, al igual que la piel
se cerró, solo que más lento. Pasaron
unos 3 minutos antes de que pudiera mover la mano y recuperar la sensibilidad.
Guau, mi cuerpo era genial.
Las esposas colgaban de mi
otra mano cautiva. Bien, puedes hacerlo.
Ya hiciste una mano, ¿Qué es la mano faltante? ¿Por qué eso sonaba mejor en
mi cabeza?
********************************************************************
BOSQUE DE LOS AZULES –
RANDOLPH
Su hermano parecía poseído
por algún demonio, y si su comportamiento no era prueba evidente de ello, el
que matara a dos vampiros en un solo movimiento, lanzando mordidas y tajadas
con sus garras, no sabía que lo seria. Randolph mataba a todo vampiro que
encontraba en su camino.
Randolph salto fuera de los túneles
y tan rápido como pudo comenzó a matar a todo vampiro que se encontraba. Sus
ojos buscaban desesperadamente a Jason, pero no parecía haber señales de su
presencia.
Charlie, Alo, Kaden, Abby y Lisbeth venían detrás de él, no sabía qué
diablos estaba haciendo Lisbeth con ellos, pero cuando había dicho una misión
de rescate se había ofrecido y negado rotundamente a quedarse de brazos
cruzados. Kadar se había quedado porque su cuerpo seguía lastimado y llevarlo a
campo abierto con Cazadores era un suicidio, a pesar de las protestas de dejar
a Kaden solo, acepto quedarse a cuidar la Guarida. Charlie y Kaden aún no sabían
que Jason era su pareja, pero entre Alo y Abby había un intercambio de miradas
que indicaba que Abby lo sabía y le gruñía molesta. Finalmente otros 4 weres
decidieron acompañarlos por compromiso, dos lobos entre ellos, un oso, Aston, y
un zorro. Conocía los nombres, pero ponerse a recordar cada uno era tedioso, en
especial en este momento cuando su pareja corría peligro.
Inclino la cabeza, dando la
señal para que todos se separaran y buscaran a sus compañeros weres. Alo
asintió, él, Charlie y Randoloh buscarían a Jason, a espaldas de los otros,
aunque no estaba tan convencido de que Abby fuera a seguir sus órdenes y no
buscar a Jason por su cuenta.
No importaba, todo estaría
bien una vez que fuera encontrado. Jason,
musito mentalmente, tratando de tranquilizar a su desembocado corazón que latía mil por hora, y se estremecía con la idea de
que su pareja fuera lastimado de alguna manera.
Comenzó a correr, el bosque
de los Azules tenía una atmosfera diferente el día de hoy, ¿sería por los
vampiros alrededor? Probablemente. Tenía que estar alerta o podría costarle la
vida, y entonces jamás encontraría a Jason.
Dos figuras delgadas
saltaron por encima de él, desde la copa de los árboles. Dando un brinco en el
aire sobre su propio cuerpo, agito su pata delantera y golpeo a uno de ellos,
arrojándolo contra uno de los árboles, sangre salpico el tronco cuando este
impacto y se escuchó el sonido de sus huesos rompiéndose. Al otro lo atrapo
entre sus fauces caninas, atrapando la cabeza de este, cerro su hocico sobre el
cuello. Tan pronto como toco el suelo, lo sacudió como si fuera una presa que tenía
que matar para estar seguro. Arrastrándolo hasta que la cabeza de este se
desprendió de su cuerpo.
Randolph lamio su hocico,
limpiándose la sangre de vampiro. Por su vestimenta eran Fledermaus, malditos
bastardos. Tomando una fuerte respiración, su nariz lobuna logro captar el
aroma de Jason entre tanta sangre y hierba, su aroma era único, y solo Randolph
podía captar esa esencia dulce a hojas secas y humedad. Dejando ambos cuerpos
en el suelo, sin movilidad continúo tras el aroma de Jason. Que ahora se hacía
más notorio.
Te encontrare mi amor, y te hare mío. Nada nos separara.
********************************************************************
JASON
Metiéndome entre las raíces
del árbol, me abrí paso arañando la tierra hasta hacerme un espacio. Cubrí mi
boca con mi mano derecha y permanecí en silencio. Mi corazón latía a una
velocidad impresionante. Los weres me seguían, los vampiros me seguían. Tenía a
ambas razas persiguiéndome por todo el maldito bosque. Y no sabía qué diablos
hacer.
Lo primero era esconderme y
no ser atrapado por ninguno de los dos, porque realmente no sabía que sería
peor. Volverme el alimento de los vampiros o sufrir la ira de los weres. La
idea de irme con los weres parecía terrible, y la de entregarme a los vampiros
era mi propia sentencia a muerte.
Deje de pensar al escuchar
gruñidos y un aullido fuerte. Ahora ambas manos cubrían mi boca, sintiendo las
ganas de gritar de pánico. El maldito bosque se había vuelto un campo de
batalla y yo era el premio por el cual todos se peleaban. O al menos el que
sobreviviera.
Pisadas se escucharon
acercándose. Era el sonido de botas sobre el suelo, pisando las ramas y hojas
secas, el ruido acercándose hacia que mi corazón saltara con cada pisada que
daba. El sujeto estaba a tres metros a la derecha, cerca de donde yo estaba
oculto, viéndolo por un pedazo de árbol, donde se había caído la corteza. Traía
dos bastones, ambos echaban chispas azules y parecían estar puesto a la máxima
potencia. Algunos rastros de sangre sobre sus ropas, que parecían desgarradas
por todas partes, en el pecho y hasta en
el mismo casco con rasguños en el cristal oscuro. Su cabeza giro hacia mí.
MIERDA. ¿Me había visto?
Ojala que no. Me atreví a mirar, nuevamente, viéndolo avanzar hacia mí. Sus
manos enguantadas jugueteando con el mango de los bastones. Un sonido de
pequeñas explosiones salía de la punta de estos. Mirando en el suelo, no había
nada con que defenderme. Ni siquiera una maldita piedra. Nada. ¿Una pelea
cuerpo a cuerpo? ¿Con esas cosas en sus manos?
Cada paso lo acercaba más a
mí, y con ello mi captura. Mierda, mierda, mierda… dándole un giro a los
bastones entre sus manos y preparándose para usarlos. Giro su cabeza hacia la
derecha, levantando sus bastones, pero una figura rojiza salto encima de él.
Antes de que pudiera clavarle los bastones a la cosa, esta atrapo su casco
entre sus dientes y desprendió la cabeza del cuerpo. Arrojándola lejos, sacudió
su cabeza, la sangre manchaba sus colmillos y caían gotas rojizas de su hocico
hasta el suelo, dejando puntillos en las hojas verdes de los helechos
silvestres. Un were, dije para mí mismo
al ver la forma lobuna de pelaje rojizo frente a mí.
-
Jason – escuche una voz
como eco dentro de mi cabeza. Sacudí la cabeza, tratando de convencerme que había
sido una alucinación. Pero de nuevo volvió –
Jason. – mis manos temblaban, ¿Qué sucedía? Estaba escuchando voces en mi
cabeza. ¿Cómo? – Sal. Es seguro.
El gran lobo giro su cabeza
hacia mí, su nariz olfateando en el aire. Sus pasos eran cautelosos, deslizándose
entre la naturaleza hasta llegar hacia la abertura del árbol. Olfateo y luego retrocedió
unos pasos. Antes de que hiciera algo más, el lobo se puso sobre sus patas
traseras y levanto el pecho, en un segundo su pelaje color naranja rojizo
desapareció de todo su cuerpo y la piel comenzó a emerger, una piel blanca y
extremidades musculosas aparecieron entre la mata de color rojizo. Adoptando su
forma humana, una cabellera con rizos rojizos me saludo y simplemente salte a
sus brazos, haciendo caso omiso a su desnudez y que aún seguía estando en
peligro.
-
Charlie – su nombre pareció
tranquilizar un poco más mi nerviosismo. Al fin una cara conocida. Un día
entero en el bosque de los Azules, repleto de gente que buscaba mi trasero,
esto era una bendición. No quería separarme de sus brazos que me apretaban
contra su pecho, las lágrimas picaban por salir, pero no tenía que llorar.
-
Jason, ¿estás bien? –
me separo de él un momento y tomo mi rostro entre sus manos, observándome desde
los rasguños leves en mi cara hasta las manchas de sangre en mis ropas. – te
hemos estados buscando todo el día.
-
Estoy bien, - alegre, su afirmación me hizo caer en cuenta
que no estaba solo - ¿Cómo que hemos?
¿hay alguien más contigo?
-
Si, Abby, Kaden, Alo,
Lisbeth y Randolph.
-
¿Randolph esta con
ustedes? – me solté de sus brazos y retrocedí. – no puedo ir con ustedes. No. -
¿y Lisbeth? Excelente, mi muerte estaba declarada y era hacia los weres. Si iba
con ellos Lisbeth me mataría tan pronto como me viera acercarme más de 2
metros. Aun recordaba su ataque en mi pecho. Charlie pareció confundido, y me
tomo del brazo antes de que pudiera escapar.
-
¿Por qué? ¿Qué tiene
que ver que Randolph esté con nosotros? – sus cejas se elevaron.
-
Él fue quien me
entrego, Charlie. No puedo volver a la Guarida.
-
¿De qué hablas Jason?
El Alfa fue quien organizo esta búsqueda. Él es el más preocupado de todos
nosotros. – mi confusión reflejada en mi cara, mis pensamientos confundidos. No, Randolph te traiciono. Eso era
verdad. No me lo iba a creer tan fácil.
-
¿Qué? Pero si él fue
quien les ordeno que me entregaran a los vampiros. – a la defensiva, mi dolor emanando en
palabras hacia alguien que no tenía la culpa, Randolph me había dado la espalda
y me había dejado en charola de plata para ellos, mal ejemplo, pero así era.
Charlie negó con la cabeza.
-
¿Quién te dijo eso?
Es mentira. Nuestro Alfa jamás autorizo nada como eso. – mi corazón se
estremeció, no de una manera mala, sino cálida.
Quería llorar y gritarle que
era un mentiroso, pero las palabras no salían de mi boca, todo lo que decía mi
subconsciente era que Randolph me había venido a buscar, a salvarme. Sintiendo
el ardor de las lágrimas queriendo salir, apreté mis puños. ¿Era verdad? ¿Ellos
habían venido por mí? Charlie jamás me mentiría, ¿Por qué empezar ahora? Una
parte de mi lo creía, pero mi parte racional me decía otra cosa. Los vampiros
estaban detrás de mí, no de ellos. Hoy lo había visto con mis propios ojos, la
matanza que eran capaces los vampiros con tal de conseguir lo que querían. Si lo que Charlie decía era cierto no podía
volver con ellos, los vampiros nos seguirían a la Guarida y todo habría
terminado. Yo era a quien querían, aunque los weres eran sus enemigos no
formaban parte de los deseos de Bateman. Bateman, el sujeto que estaba detrás
de mí, los Cazadores, los Fledermaus eran solo títeres, piezas de ajedrez en un
tablero en el cual él era el jugador principal.
-
Mierda, lo siento
Charlie, pero tengo que irme de aquí. No puedo volver con ustedes. – ahora si
iba a llorar, mis ojos se sentían húmedos y me ardían, un nudo en la garganta
comenzaba a formarse. No quería hacerlo, pero debía. Un bien mayor. Me libere
de su agarre y le di la espalda, no quería que viera mi dolor, mucho menos
llorando. Cubrí mi rostro con ambas manos y no pude contener las lágrimas.
-
¿Por qué? – se
mantenía a una distancia considerable. Su tono de voz sonaba preocupado.
-
Porque yo soy a quien
ellos buscan, estando con ustedes solo hare que los maten. A todos. Lo siento,
Charlie. Adiós.
Antes de escuchar sus
protestas ya estaba corriendo de nuevo por los terrenos del bosque. Las
lágrimas me cubrían la vista y no veía bien, aun así me las arregle para correr
y no tropezar con nada en mi camino. Tan rápido como corría, mis piernas
comenzaron a cansarse y a mitad del camino me desplome sobre mis rodillas.
Aferrándome al tronco del
árbol. No podía parar las lágrimas y el llanto, que eran gimoteos por la falta
de aire. Mi respiración acelerada me impedía controlar mi llanto, podía sentir
mi propio corazón a punto de salirse de mi pecho por la velocidad con la que
iba. Mis piernas dolían, un entumecimiento comenzaba desde mis pantorrillas
hasta mis rodillas. Mi cuerpo estaba demasiado cansado. No había podido dejar
de correr ni un solo minuto.
Estando tirado en el suelo,
entre hierba y humedad, logre vislumbrar una silueta que se movía sobre mí, a
dos árboles de distancia, pero muy alto. Un sujeto estaba en la copa de los árboles,
con una ballesta. UN CAZADOR. Siguiendo su mirada me di cuenta que hacia ahí. Apuntando directamente hacia la hierba. Unas
figuras peludas se movieron entre ellas, mostrando el hocico primero. Los weres. Me levante rápido, olvidando
el dolor en mis piernas, y en mi cansado cuerpo. Tenía que hacer algo, no podía
permitir que los hirieran. Viendo a un gran lobo negro salir de entre las
hierbas.
Randolph,
mi corazón se estremeció al ver como el Cazador apuntaba hacia él. Sin pensarlo
dos veces tome unas pequeñas piedras del suelo y se las arroje, dándole justo
por detrás de la cabeza. El sujeto chillo y se giró hacia mí, revelando su
posición en el aire. Tan rápido como lo hizo la lluvia de flechas comenzó a
caer al suelo, me escondí detrás de un árbol para protegerme, las flechas
impactaban contra el tronco, pero el Cazador no me podía ver, y estaba a salvo,
solo que no me podía mover de mi lugar. Y los weres seguían desprotegidos.
Escuche el aullido de un
lobo, tan cerca que todo mi cuerpo se helo por el sonido penetrante. Viendo de
reojo y con sumo cuidado, los weres se retiraban al ver al Cazador disparando
flechas como un desquiciado, el lobo negro grande iba a dar vuelta sobre sus
patas cuando una flecha alcanzo a herirlo en una de sus patas delanteras. El
were cayó al suelo y comenzó a rodar, tratando de sacarse la flecha con los
dientes del hocico, pero solo se provocaba más dolor.
El Cazador sonrió, sacando
otro paquete de flechas de su espalda, recargo su ballesta y le apunto al were,
fijando bien su objetivo. Ah, no lo harás.
Viendo mis opciones, el
taser no alcanzaba hasta esa altura, tenía una distancia restringida y los
dardos podrían fallar. BOMBAS. Metiendo la mano dentro del pequeño estuche,
saque dos de ellas, eran como escarabajos y sin inspeccionarlas con más detalle
las lance hacia la copa del árbol, ambas se pegaron en el grueso tronco, a
pocos centímetros de donde estaba el sujeto. Quien se giró al ver los pitidos
de las dos pequeñas bombas, desviando la mirada del were herido y que era una víctima
fácil. Sus ojos fueron hacia mí, haciendo una media sonrisa, su ballesta estaba
totalmente cargada.
Presione el botón a un lado
del reloj y el pitido se hizo más rápido. El sujeto se giró hacia mí, sus ojos
se abrieron de par en par y en la desesperación comenzó a disparar su ballesta.
Las flechas impactaron en el suelo y comencé a correr, alejándome de su mira.
Dando movimientos en zigzag. ¿Qué pasaba con las bombas? Una flecha se clavó en
mi hombro, haciéndome caer al suelo. El tipo silbo de felicidad.
-
Exploten, mierda –
vociferando al viento, el reloj soltó un zumbido y las bombas hicieron explosión.
Sin darle tiempo de reaccionar, su cuerpo fue hecho pedazos al instante,
cayendo fragmentos de sus extremidades por todas partes. La copa del árbol pareció
desgarrarse y cayó al suelo.
No me importo el dolor en mi
hombro, me levante del suelo y corrí hacia donde estaba el were sufriendo. Randolph. Sus aullidos me hicieron saber
que el dolor era insoportable. Me acerque, colocando las manos enfrente para
indicarle que se calmara un poco y me dejara ayudarle. El asintió y aparto los
dientes de donde tenía la flecha.
-
¿Randolph? ¿estás
bien? – bien, era una pregunta estúpida considerando que sus gruñidos de dolor
se escuchaban por todo el bosque de los Azules. Pero era algo natural de
preguntar.
-
Si, lo estoy. – recibí
en respuesta. Suspire aliviado.
-
Que bien, espera
¿Qué? – me aparte un momento ¿eso había sido la voz de Randolph en mi cabeza?
¿lo escuchaba a través del pensamiento? ¿desde cuándo podía comunicarme con los
lobos? Dios, esto era un lio. Viendo la flecha aun clavada en su pata, sacudí
los pensamiento de porque había desarrollado loboquinesia. Tenía que quitarle
la flecha o sería peor. Sacando la navaja, corte la flecha por la mitad, - voy
a sacarla, debes soportar el dolor, porque esto dolerá como una perra,
¿entendido?
-
Si, hazlo.
– bien, podía soportar el sonido de voces en mi cabeza, mis ojos fueron hacia
la punta de la flecha, que salía del otro lado contrario y comencé a jalarla.
Randolph se quejó, soltando un ladrido ahogado, sus patas se abrían y se
clavaban sobre la tierra, arañándola, mostrando las garras afiladas. Jalando
con más fuerza, el pequeño palo salió de la pata de Randolph, quien dejo de
gruñir por el dolor. Su herida comenzó a cerrarse rápidamente, no me sorprendía,
los weres tenían un factor curativo más alto que los vampiros y su resistencia
era mayor.
-
¿estás bien? –
alargue mi mano sobre su hocico, el asintió y se dejó acariciar. Sus ojos se
abrieron y señalaron hacia donde estaba la flecha clavada en mi espalda. De
hecho no la sentía, de no ser por Randolph ni la hubiera notado. Lo mío fue más
simple, solo la jale de donde la tenía y la saque, sofocando el gemido de
dolor, apreté los dientes y deje salir el aire de mis pulmones. – no es nada.
Estoy bien.
-
Jason, yo…
-
Tranquilo. Randolph
yo quería… - necesitaba decírselo, que
no podía volver con él a la Guarida, que mi sola existencia era ya un riesgo
para su manada. Pero las palabras no salían. Quería poder hablar con su forma
humana, aunque me gustaba su lobo. Iba a decir algo, pero algo me tomo de los
hombros por detrás y me lanzo por el aire. Mi único pensamiento fue ¿Qué…?
Aterrizando contra el suelo
en segundos. Me levante sobre los codos, tosiendo. Había volado más de 3 metros
en el aire. ¿Cómo? Recibí un fuerte golpe en las costillas antes de poder mirar
a mi atacante o de poder protegerme. Haciéndome gemir, el aire salió de mis
pulmones y mis costados dolían por el golpe. Algo me tomo de la camisa y me
levanto sobre él, solo para volver a lanzarme en el aire, esta vez choque
contra una superficie más dura.
Rodando en el suelo. Tosí. Trate
de levantarme. Todo mi cuerpo dolía, no había una sola parte que no doliera.
Mis costillas dolían, mis piernas dolían, mi cabeza dolía. El sabor a oxido en
mi lengua producto de la sangre que estaba saliendo de mis órganos internos lastimados.
Trague en seco, escupiendo la sangre rápidamente. Gemí de dolor, pero me
levante del suelo. Mis piernas temblaban, no de miedo, de dolor. Apenas me podía
mantener en pie. Mi cuerpo me pedía un descanso o que al menos ya no lo
maltrataran más.
Abriendo los ojos, algo me
jalo de los cabellos, esta vez logre detenerle y enfrentarlo. Cara a cara, o
algo así, ya que llevaba un casco. Vestido en un traje ceñido a su cuerpo, su
complexión no era musculosa, pero su fuerza era mayor que la mía.
Lanzó el primer golpe a la
cara, lo esquive y atrape su brazo, dándole una vuelta casi imposible. Él se
hinco en el suelo y gimió en voz baja, pero en lugar de quedarse quieto lanzo
una patada. Ahora yo caí al suelo, él se liberó y saco una cuchilla,
rápidamente me aparte al ver su dirección hacia mi cabeza. La cuchilla quedo a
pocos centímetros de mí, casi reflejándome en la hoja metálica.
Le di una patada en el
casco, y aunque me dolió la pierna, funciono porque lo hizo retroceder.
Quedando en posición de ataque, mantenía la cuchilla firmemente de la
empañadura, esperando poder clavarla en mí o darme un tajo con ella. Cualquiera
quería matarme. Retrocedió un paso más, había una gran distancia entre ambos,
el sujeto enterró la cuchilla en el suelo y metió las manos dentro del casco.
Haciendo un sonido de clic, el casco se abrió y se lo saco por encima.
Mi boca cayó hasta el suelo,
mis ojos se abrieron de par en par, me quede helado. ¿Qué? Su rostro era casi
el mismo, a excepción donde tenía un parche del color negro cubriendo su ojo
izquierdo, por las pequeñas cicatrices alrededor del parche su ojo había sido
herido o extirpado de manera salvaje, el punto es que no lo tenía, su otro ojo
sin embargo era más claro de lo que lo recordaba, al igual que su piel, aunque seguía
siendo oscura. Y sus brazos parecían estar en buen estado.
-
¿el policía? ¿Cómo…?
– musite, al no poder recordar el nombre del policía, el mismo que había sido
mi transportador hacia ciudad Zweilicht. Solo que recordaba la forma en que lo
habían atacado los weres. A él y a su compañero. El sonrió, divertido de la
situación. Hizo un movimiento de cuello y se escuchó un crack. Suspirando, a
pesar de tener un solo ojo me miraba con furia, pero se veía feliz, disfrutando
la situación. No fue sino hasta que vi como su ojo iba hacia mi hombro que note
el corte entre mi hombro y mi cuello, no era profundo, ni largo, pero unas
gotas de sangre caían por la herida.
-
Es un secreto. Lo
único que debes saber es que he venido por ti. Bateman quiere verte
inmediatamente. – comenzó a moverse,
haciendo movimientos como si hubiera una barrera invisible entre ambos, porque
no avanzaba, simplemente me rodeaba, esbozando una sonrisa sarcástica, jugueteo
con la cuchilla en su mano, colocando la punta contra su dedo índice izquierdo,
girándola – No lo tomes como un viejo
rencor, aunque en parte es por ello que estoy aquí, solo estoy haciendo mi
trabajo. – se encogió de hombros como si no pareciera importante, pero la
verdad es que sus ansias de sangre emanaban de su interior, y su presa
definitiva era yo. No los weres, YO. trate de romper el silencio, cambiando la dirección
de la conversación.
-
¿Por qué Bateman
tiene tanto interés en mí? ¿todas las vidas inocentes de los miembros de la
Manada valen menos que la mía? – volvió a encogerse de hombros, haciendo un
gesto de desdén.
-
Eso creo – rápidamente
salto encima de mí, ambos caímos al suelo, extendí mis manos para quitármelo,
pero fue en vano cuando tomo ambas manos y las apretó sobre mi cabeza, sus
piernas me inmovilizaron y no pude patalear en protesta, tampoco pude bloquear
que su mano se aferrara alrededor de mi cuello con tal facilidad. Casi podía
sentir la presión de mi garganta cerrándose cuando su mano comenzó a clavar las
uñas en mi piel, la sonrisa volvió a sus labios, solo que sus ojos me miraban
curioso - aunque Bateman nunca me pidió
que fuera suave cuando te encontrara. Le diré que te resististe y que te tuve
que lastimar para que te calmaras un poco. Pagaras por lo que le hiciste a
Marco – esta vez yo le sostenía la mirada, furioso, inútil, y con ganas de
liberarme y matarlo.
-
Yo no lo mate.
-
FUE TU CULPA. TUYA Y
DE ESOS PERROS – bramo, escupiéndome en la cara saliva, apreté los labios para
no contradecirle y evitar tragar –
accidentalmente.
Levanto la cuchilla en el
aire y después de meditar un momento decidió dejarlo a la suerte. La cuchilla
se clavó en mi hombro y grite de dolor, más por la forma en la que la movía
dentro, presionando y haciendo giros hasta quedar completamente clavada.
Por un segundo pensé en cómo
me iba a desmayar, pero no podía hacerlo. Su rostro estaba a escasos centímetros
del mío, así que hice un movimiento brusco y ambas frentes se golpearon. Se apartó,
soltando el mango de la cuchilla, la cual me saque en el mismo instante y la
arroje hacia la hierba. El sujeto comenzó a tropezar y cayó al suelo. Mierda,
sus golpes habían sido efectivos y apenas podía moverme del suelo, eso sin
parecer una lombriz de tierra. Me las ingenie para poder arrastrarme por el
suelo y llegar a un tramo de camino, pero una mano comenzó a jalarme de la
pierna, trate de resistirme, pero me arrastraba lejos.
No voy a morir aquí, mis
dedos se aferraban a la tierra y a los helechos enterrados, algunas ramas me servían
de apoyo, pero el sujeto me jalaba con más fuerza, haciendo que mis soportes se
rompieran o se desarraigaran. Golpee el suelo con ambos puños, no podía solo
contra él. Alargaba las manos para hacerme con algo, agarrarme de algo, pero
nada. Entre tantas mis manos tomaron algo metálico y lo jale de entre la
hierba, que provoco picor en mi piel. La ballesta, y aún estaba cargada, claro
que no tenía todo el paquete, tenía como mínimo unas 20 flechas.
Dándole una patada, me libere
de él y caí al suelo. Se giró molesto, dando un suspiro pesado, sacando una
segunda cuchilla de entre sus ropas. Rodé en el suelo y me levante, aun
entumecido de las piernas y con los brazos como fideos.
Tome la ballesta y presione
el gatillo, las flechas salían disparadas por todas partes. No fijaba bien a
quien disparar. El vampiro retrocedió hasta donde estaba un árbol. Justo en ese
momento le apunte directo a la cabeza, pero la flecha salió disparada hacia
otro lugar. El impulso del disparo me hizo tambalear y caí al suelo sobre mi
trasero.
El vampiro chillo de dolor,
dirigiendo mi mirada hacia él, una sonrisa cruzo por mis labios. Al menos no
era un completo idiota usando una ballesta. La
mano del vampiro estaba clavada en el árbol y la flecha había entrado
casi por completo del tronco.
-
Hijo de perra.
¿Cómo…? Espera a que te agarre.
Recordando cierto artilugio
rectangular guardado en mi pantalón. Saque el pequeño taser de mi bolsillo
trasero y le apunte, el negó con la cabeza, pero era demasiado tarde, ya lo había
accionado y las agujas se clavaron en su pecho, haciéndolo retorcerse
salvajemente por el choque eléctrico a través de todo su cuerpo. Quedando
prendido del árbol, me di la vuelta y busque a Randolph por los alrededores.
-
Randolph. – gritando en mi cabeza, ¿podría escucharme? Aun
así comencé a correr por el bosque. Pensé
en detenerme, pero cada minuto contaba y no los iba a desperdiciar. La
respuesta llego inmediata cuando un eco enorme lleno mi cabeza.
-
Jason, no vengas. Huye ahora que puedes.
-
¿De qué hablas? ¿En dónde estás? – todos los arboles eran iguales, solo algunos que estaban
destruidos o salpicados con sangre y alguna que otra sustancia. Mis ojos fueron
hacia donde una explosión resonó, agudizando más el oído. Una nube gris salió a
la luz y comencé a correr hacia su procedencia.
-
No vengas. Es peligroso. – su voz no era demandante, pero se oía serio, indicándome el
nivel de peligro, pero no obedecí su orden. Negándome a retroceder y dejarlos a
merced de los vampiros, Cazadores o Fledermaus, a mi vista todos eran vampiros.
-
Los Cazadores. – musite,
imaginándome que estaban haciendo lo mismo que habían hecho con sus compañeros
la primera vez. Rodearlos y dejarlos en un punto para masacrarlos en un solo
movimiento.
-
No, regresa y huye. Hazlo. – su voz se oía suplicante, un rayo de dolor atravesó mi
pecho, ¿tanto le importaba mi seguridad como para morir y dejarme el camino
libre?
-
No, Randolph. Debes aprender que jamás hago caso a órdenes.-
de repente sus quejas se silenciaron en
mi cabeza, el pánico me invadió y mis piernas comenzaron a correr más rápido,
sin importar los arañazos que me daban las ramas de los árboles o cuando
tropezaba volvía a ponerme de pie y continuaba como si nada.
Mierda, mierda, mierda, ¿Qué era este mal presentimiento? Randolph, responde.
Atravesé casi todo el
terreno del bosque de los Azules cuando la luz cegadora me impidió ver el
paisaje. Tal como lo había previsto, los Cazadores estaba comenzando a rodear a
los weres y Randolph… aun seguía con vida, estaba al frente de la formación,
rugiendo en protesta y haciendo a los Cazadores reconsiderar sus movimientos.
El sonido de un pitido se escuchó
y los collares de los Cazadores comenzaron a brillar. Estos cambiaron sus
expresiones a unas duras mascaras de resignación y apretaron las armas tanto
que pensé que destruirían los mangos, sus nudillos se ponían blancos de la presión
y sus mandíbulas se tensaban.
-
ALTO – me gire hacia
el sonido de la voz mediadora. Un chico con cabello castaño estaba encima de
uno de los vehículos de los vampiros, por su apariencia podría pasar por un
humano normal, pero había un ligero detalle que resaltaba entre tanta
naturalidad, y eran esos ojos de color rosa oscuro. Eran hipnóticos, pero también
tétricos. Era inexplicable el sentimiento en mi interior, pero por alguna razón
no me parecían extraños, sino comunes. Su dedo índice presionaba la pantalla de
un reloj en su muñeca, el cual emitía un destello verde, tintineante. ¿así era
como controlaban a los Cazadores? Collares de obediencia. Todo tenía sentido
ahora. – No los maten, aun necesito saber, ¿Dónde está él?
-
¿él? – se acercó
hacia el Cazador que pregunto, agito su brazo en forma de un arco. La cabeza
del Cazador cayó al suelo, rodando entre la hierba seca. La mano del hombre
castaño se había vuelto una larga hoja y se extendía desde el codo hasta la
punta de dedo de en medio. En un segundo esta volvió a su estado natural, todos
estaban callados, y nadie pareció querer ser el primero en romper el silencio. No
después de haber visto eso. Yo también estaba pasmado. Me había tragado la
lengua.
-
Como decía, no me
gusta que me interrumpan. – eso había quedado más que claro. - ¿Dónde está él?
¿DÓNDE ESTA JASON SNYDER?
Sus inquisitivos ojos
miraban a los weres con repudio y asco, pero más que nada rabia.
-
Si no me lo dicen los
matare uno por uno. Y después seguiré con su manada. DÍGANMELO
No podía seguir escuchando
esto. Tenía que hacer algo. No podía permitirlo. Vamos, hazlo. Tú puedes. Apreté las manos en puños y camine, dando
pasos cautelosos. Las suplicas de Randolph sonaban en mi cabeza cuando me vio
salir del verde monte. Los ojos de los Cazadores y vampiros me observaban
cuidadosos. Apuntando sus armas hacia mí. Un sacrificio menor por un bien
mayor.
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AQUÍ ESTOY. Yo soy
Jason Snyder. – respire profundamente, sintiendo todo el aire natural llenando
mis pulmones. Todos enmudecieron. No me moví ni un solo centímetro.
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