LABIOS HELADOS, LENGUA CALIENTE - CAPÍTULO 20 [FINAL]

-  FINAL—

[Guarida – Plaza]

Alo miro a los túneles que habían colapsado, preguntándole a los demás si alguien había visto algo. Revisaron los monitores, dándose cuenta que toda la red de túneles había colapsado.
-         ¿Qué fue lo que paso? – preguntó con tono grave, provocando que los rostros de los demás palidezcan.
-         Y-Yo… no lo sé, Beta. Alguien activo las bombas.
-         ¿un vampiro?
-         Probablemente. Estas solo se activan con el sensor de calor.
-         ¡Beta!  - se gira hacia donde la segunda voz le llama, mirando hacia uno de los corredores. Un chico agitado y que parece fuera a tener un ataque de corazón le mira - La prisionera se escapó.
-         ¿qué? ¿Cómo fue que…?
-         Lo siento. Atravesó los barrotes y luego… - agitando la cabeza un poco, Alo le detuve, mirándole como si hablara de un unicornio rosa volador.
-         ¡Espera! ¿Qué estás diciendo?
-         Así fue. No sé cómo explicarlo, pero así paso. Esa cosa fue como… como un fantasma, solo atravesó la jaula.
-         Dios, eres un…
-         ¡Beta!  - otra nueva voz se unió a ellos, chasqueando la lengua. Si alguien volví a llamarle le rompería la mandíbula de un solo golpe.
-         ¿Qué sucede ahora?
-         No creo que sea tan malo como pensamos.
-         ¿eh? ¿a qué te refieres?
-         Podemos utilizarlo como ventaja. Ahora que los túneles que conectaban la Guarida al bosque de Los Azules no están, los vampiros tardaran más en llegar hasta la guarida, ¿verdad? – Alo pareció meditarlo un poco, dándose cuenta que tenía un poco de razón. Ahora los vampiros no podrían aparecer en cualquier momento, tendrían que atravesar ese terreno horrible de las Montañas Humeantes.  Eso les daría más tiempo a ellos.
-         Tienes razón. Bien, veámosle el lado positivo. Todos, continúen, no podemos perder nada de tiempo. Aston, ¿Qué hay de esa ruta de escape que me dijiste la otra vez? ¿la terminaron? – girándose hacia el oso que asintió, sacando un pequeño plano de entre los demás. Señalándole la ruta. Era la última ruta que habían estado haciendo. Una salida de emergencia, por si los túneles llegaban a ser innecesarios. Qué bueno que Randolph había pensado en ella como un seguro.
-         Es la única que no logramos conectar con los demás túneles, está aislada y conduce a otro terreno lejano, pero si, está terminada. Aunque no hay luz.
-         Podemos arreglárnoslas con antorchas. ¿se puede usar?
-         Es estable, sí.
-         Encárgate de decirles a todos que tenemos que irnos. Alisten carretas, provisiones y todo lo necesario, los vehículos están al final del tune, ¿verdad? – El oso volvió a asentir, algo que habían aprendido de sus ante pasados, era que podían escapar de los vampiros, pero también a veces, era necesario un poco de tecnología y vehículos con ruedas. Después de varios años deteniendo a vampiros en el bosque de los Azules, tenían 5 carabinas listas y equipadas. Después de todo, permanecer todo el tiempo en tu forma animal era cansado y sofocante. No podían correr todo el tiempo en cuatro patas - Ahora tenemos más tiempo, pero no nos confiemos. Esos malditos tienen cada truco nuevo. Que vayan llenando los vehículos – le indico, el oso asintió y comenzó a correr hacia donde estaban terminando de preparar las provisiones. Algunos weres se habían trasformado para llevar las carretas a través del túnel.
Una mano tocó su hombro, girándose, se encontró con Mason, quien lo llamo para que le siguiera. Sobresaltándose, lo siguió sin perder tiempo, alarmado de que algo le hubiera pasado a su hermana.
Ingresando en la enfermería. Su respiración se contuvo. Tan pronto como vio la figura de su hermana erguida, tratando de acomodarse en el borde de la camilla, aun todavía confusa, no se contuvo, lanzándose hacia ella, estrechándola entre sus brazos.
-         ¡Estas viva! ¡Estas viva! ¡Gracias! ¡Gracias! – la estrechaba contra su cuerpo, abrazándola fuertemente. Sin prestar atención a que estaba llorando. Solo podía pensar en lo agradecido que estaba con Jason por ello. Abby estaba viva gracias a él.
La otra solo se mantuvo estática, correspondiéndole el abrazo a su hermano.
******

[Jason – Habitación de Randolph]

Abrí los ojos, encontrándome en los brazos de Randolph, en la habitación de Randolph. Impregnado con la esencia de Randolph. Eso provocó un leve rubor en mis mejillas. Removiendo el brazo que me cubría y que pesaba sobre mí. Me incorpore, quedando sobre el borde de la cama, dubitativo, tenía tantas marcas en todo mi cuerpo. Mi cuello, mis hombros, mi pecho, la leve marca de dientes sobre mi hombro era la más evidente. Me sonroje al recordar cada toque de Randolph, mi voz, y como nuestros cuerpos se habían fundido en uno solo. Como sus manos habían recorrido todo mi cuerpo, sin detenerse.
No podía negar que hacerlo con él había sido lo más maravilloso, pero, ¿Qué hay del futuro? ¿Qué pasaba después del “si”? la manada me aceptaba como su pareja, pero aún tenía miedo. Si, estaba aterrado de lo que viene después.
Me levanté, fallando en el intento de mantenerme de pie por más de 5 segundos, cuando mis piernas fallaron y caí al suelo, sintiendo el temblor en mis pantorrillas, y un fuerte entumecimiento desde mi cadera hasta los hombros, mis posaderas estaban entumidas, ¿siquiera estaban ahí? No las sentía para nada, ni el frio del suelo. Aun sentía la calidez del tacto de Randolph, no solo en mi cuerpo, sino también en mi interior. Su semen seguía dentro de mí, deslizándose por mis piernas. Era vergonzoso.
-         ¿Por qué siempre huyes de mí?  - se escuchó una voz detrás mío, girándome por encima del hombro, encontrándome con lo ojo de Randolph mirándome fijamente, mientras su brazo se balanceaba en el borde.
-         Yo… no lo hago… imaginas cosas. – lo escuche levantarse de la cama, quedando a escasos centímetros de mí.  Podía sentirlo detrás de mí. No me gire.
-         ¿en serio? – sus brazo aparecieron a mis costados, envolviéndome, atrayéndome contra su pecho.  Sentí mi corazón estremecerse. Podía sentir sus piernas a mis costados, como si me protegiera en su regazo. Sin importarnos la desnudez de nuestros cuerpos y como estos seguían tocándose, piel a piel. Acaricie sus nudillos, temblando.
-         Sí. Suéltame. – forcejee un poco, pero no me libero. Es más, aplico más fuerza en su abrazo.
-         No quiero.
-         No seas infantil, Randolph. Eres el Alfa.
-         ¿Y? quiero estar así más tiempo.
-         No podemos. – mi voz tiembla.
-         ¿Por qué?
-         Esto es… complicado.
-         Explícamelo porque no lo entiendo. Acabamos de consumar el más apasionado acto conocido entre los amantes ¿y quieres pretender que no fue nada? – su tono aumenta un poco, volviéndose más rudo. Sus brazos se vuelven candados y siento la presión en mi pecho. Tragó en seco y niego.
-         Yo no dije eso.
-         ¿entonces?
-         Somos muy diferentes.
-         ¿en qué sentido?
-         En todos. Yo soy un humano y tú eres un were.
-         Creí que no eras humano.
-         Yo soy lo que yo quiera.
-         ¿y qué dices de ser mi pareja?  - susurra muy cerca de mi oído que casi siento como sus palabras acariciaban mi tímpano. El escalofrió fue directo a todo mi cuerpo. Trague en seco, girándome, sintiendo sus labios presionarse sobre mi mejilla.
-         ¿Q-Qué?
-         ¿Aún no lo entiendes Jason? Te amo. No sé por qué, pero lo hago. Me siento completamente atraído hacia ti, cuando alguien más te toca frente a mí me entran las ganas de destrozarlo, trate de luchar con estos sentimientos pero no pude. ¿Por qué no lo entiendes? – se acercó hacia mí, tomando mi cabeza entre sus manos, nuestras frentes se tocaron, podía sentir su mirada sobre mí, pero  trate de esquivarla.
-         Porque tus acciones son contradictorias. – soltándome de sus manos que me sujetaban a ambos costados de la cabeza -  Me dejaste en ese bosque a morir, prácticamente me entregaste a mis verdugos. ¿esa es tu forma de amar? – estaba siendo injusto con Randolph, después de todo, eso no había sido culpa suya, y lo sabía. Pero si quería que Randolph no saliera herido, tenía que hacerlo. Él se mordió el labio, apretando las manos. Tensando su cuerpo, deseaba decir que era mentira, pero me contuve.
-         Lo lamento, fui un estúpido, pero quiero remediarlo.
-         ¿Cómo? – su mano se posó sobre mi mejilla, provocando que me helara. Todo pensamiento coherente desapareció. Quería alejarlo por su bien, pero al mismo tiempo quería que siguiera junto a mí. Quería intentarlo. Intentar amarlo.  Pero no quería que saliera dañado.
-         Siéndote honesto a ti, a mí, a todos en este lugar. Quiero que estés junto a mí, no como un invitado o como un prisionero, sino como mi pareja.
-         ¿Qué hay con lo de dejar un heredero?  - tartamudee un poco, viéndole levantar una ceja.
-         ¿heredero?
-         Se supone que los machos alfas deben tener un cachorro que ocupe su lugar cuando este lo deje, yo no puedo darte un hijo. – él bufo, un tanto divertido. A lo que yo no entendí.
-         Eso ya lo sé.
-         ¿entonces? – sintiendo su mano deslizarse sobre la mía, entrelazando nuestros dedos, su tacto cálido y grande. Apreté los labios, tomando con su dedo mi mentón, obligándome a mirarle directamente.
-         No me importa mi descendencia. Me importa con quien pasare mis años de vida, a quien amare y que sé que cuidara de mi corazón. Aquí mismo, te entrego mi corazón a ti. Todo de mi te pertenece.
-         ¿Por qué?
-         Porque he tratado de huir de mis sentimientos toda mi vida, y ahora que te he encontrado no puedo simplemente dejarte ir, a menos que sea lo que quieras.  – sosteniendo mi mano, jugueteando con mis nudillos, sus dedos acariciaban la suave piel de mi dorso, su mano marcada de rasguños y  cicatrices, nada profundas, resaltaban sobre su piel bronceada.
Todo esto estaba pasando demasiado rápido, aunque debía admitir que sentía la atracción hacia Randolph y siempre que estábamos juntos no podía evitar sentirme tan desinhibido, que todo podía estar tranquilo. Lo que antes podía imaginar era temor se había transformado en una nueva sensación más cálida y reconfortante. Pero ¿sería lo suficientemente bueno como para cuidar de su corazón? En cuanto al mío jamás le había prestado la suficiente atención. ¿Podría yo entregarle mi confianza y mi vida?
Al sentir como me miraba, esperando mi respuesta, lo sentí. Sus ojos no se apartaban ni un solo segundo de mí. ¿Por qué no lo había visto antes? Estaba demasiado ocupado siendo miserable y analizando a todos, preocupado de los demás y jamás de él.
-         Si yo… si yo aceptara, ¿Qué sucedería conmigo? – luchando contra el nudo en mi garganta que se hacía más grande, haciéndome imposible formular palabra alguna.
-         ¿a qué te refieres?
-         No quiero quedarme solo otra vez, no lo soportaría. Si yo te diera mi amor, ¿significa que estarías conmigo para siempre? – desviando la mirada, el me lo impidió, girándome suavemente para mirarlo directamente.
-         Hey, ¿Por qué dices eso? Yo jamás pensaría en dejarte solo.
-         Es que todas las personas que he querido siempre terminan muertas, abandonándome, dejándome atrás. No quiero volver a sentir eso. Es muy doloroso. – esta era una nueva faceta de mí que no conocía, estaba siendo honesto conmigo mismo y con Randolph, todas las murallas que alguna vez había creado a mi alrededor, de repente estaban siendo derrumbadas por cada una de mis palabras. No sabía si era por amor o era que realmente no quería seguir mintiendo a todo el mundo. No, no quería mentirle a él.
-         No prometo que no moriré algún día en el futuro, pero si puedo prometerte que estaré contigo todo el tiempo. Amándote, protegiéndote y sosteniendo tu mano hasta el final. La verdad es que no sé qué palabras son las correctas, nunca pienso en lo que debo decir, solo lo hago. – sonríe, yo le imito, besándole.
-         Todo lo que dices es correcto. No necesitas ser un poeta o un sabio para decir TE AMO.
Sacando el anillo de su bolsillo de mezclilla, lo sostuvo frente a mí y después de unos segundos, tomó mi mano, colocando el aro en mi dedo medio. Depositando un suave beso en mi frente, tomó mi barbilla y después de verme unos segundos, aun en shock, me beso en los labios. Yo enrede mis brazos alrededor de su cuello, aferrándome a sus hombros fuertemente. El beso se profundizo.
Nos quedamos viendo por una fracción de segundo, hasta que me di cuenta que también debía darle algo a cambio. No tenía un anillo o pulsera, mucho menos una joya. Lo único que vino a mi mente fue mi collar. El ultimo recuerdo de mi “familia”.
Quitándome el collar del cuello, hasta quitar el segurillo. Lo enrede en mi palma, acercándoselo a Randolph. Él iba del Collar hacia mí, suspire y se lo deposite en sus manos, cerrándolo en una concha.
-         Yo no tengo un anillo, pero puedo darte esto.
-         Pero es…
-         … un recuerdo valioso, pero quiero dártelo a ti. Como muestra de mi amor, y mi compromiso contigo. Quiero que uses esto. Al igual que yo usare este anillo con mucho orgullo y amor. – sintiendo mi rostro arder en colores, me hundí de hombros, un tanto avergonzado. Escuchando un leve risita. Levante el rostro, él se acercó, besando aquel pequeño aro en mi dedo anular. Él asintió, colocándose el collar. – Ahora sí, estamos oficialmente unidos, ¿verdad? – esbozando una gran sonrisa, que hizo mi corazón derretirse. Haciendo desaparecer todas mis dudas en un segundo.
-         De por vida – se acercó y me beso, tomándole del cuello para acercarme a él. No quería apártame de su boca.
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Los weres estaban listos. Todas las habitaciones que alguna vez habían estado ocupadas por ellos, ahora estaban vacías. La mayoría de los weres estaban en el túnel, solo quedaban los que protegían en caso de que los vampiros llegaran antes.
Randolph a mi lado, sin dejar de ejercer sus obligaciones como alfa. Los niños fueron los primeros en ir, junto a las hembras y después los demás weres.
Al parecer, mi hermano, había escapado en un momento en que todos estábamos ocupados con otras cosas. Yo no creía del todo que escapara. Si hubiera sido el caso, habría matado al were que lo custodiaba, y solo lo dejo inconsciente.
“Me rindo”
Sus palabras resonaron en mi cabeza. Hasta ahora dos “hermanos” habían aparecido frente a mí. Hermanos de los cuales yo desconocía, pero que parecían estar muy apegados  a mí. No los reconocía, pero ellos a mí sí. Mucho.
Christopher Raleigh.
Así me había llamado Ethan cuando me vio. Christopher. ¿Quién era ese Christopher?
¿Qué si me habían confundido?
-         ¿En qué piensas? – una voz susurro junto a mí, brazos fuerte me envolvieron por la parte de atrás, jalándome contra su cuerpo. Un suave beso en mi mejilla, provocándome un leve sonrojo. No estaba acostumbrado a los mimos, pero siendo Randolph, estaba bien.
-         En nada. Solo… - apreté los labios, recargándome con la superficie de su brazo - … lo lamento.
-         ¿eh? ¿Por qué?
-         Ahora tienen que abandonar su hogar por mi culpa.
-         Hey, ¿Quién dijo que es tu culpa?
-         Randolph. No es necesario, todos lo sabemos.
-         Es verdad, en cierta parte es culpa tuya, pero era cuestión de tiempo que ellos nos encontraran. Hey, Jason, si alguien tiene la culpa aquí, son ellos. Esos malditos.
-         ¿Qué pasara ahora? ¿no deberíamos luchar?
-         Sería lo más razonable, pero como estamos ahora… estamos en desventaja. Primero debemos poner a salvo a los weres más débiles. Para ir en contra de ellos necesitamos un plan. Así que, se podría decir que estamos huyendo con la cola entre las patas.
-         Eres un gran líder.
-         Gracias, amor. -  sintiendo el calor en mis mejillas, no pude evitar sentirme un poco extraño ante el sobrenombre, Randolph pareció notarlo, separándose un poco -  ¿te incomoda que te diga amor?
-         Claro que no, aunque aún es un poco extraño.
-         Tendrás que acostumbrarte.
-         Está bien, mi lobo.  – viéndole sonreír entre nuestras bocas, y levantar la ceja, me cubrí en su pecho, avergonzado, sintiendo mis mejillas arder, incluso podía apostar que la punta de mis orejas estaban del mismo color, sino mas – Ugh, soy malo con los sobrenombres. – Randolph revolvió mis cabellos, estrechándome más fuerte contra él, podía sentir como inhalaba profundamente, provocándome un escalofrió y un suspiro ahogado, seguido del beso sobre mi frente.
-         Fue un buen intento.
-         Gracias, esa es un gran forma de ocultar que no sirvo para ello.
-         Ya se te ocurrirá algo. Lo sé.  Me alegra que te esfuerces.
Escuchando un leve carraspeo detrás de nosotros. 5 figuras de diferentes tamaños nos miraban fijamente. Separándonos ante las miradas divertidas.
-         ¿Q-Qué sucede? – pregunte, mi voz quebrada por la falta de coordinación entre mi cerebro y mi boca. Charlie estallo en carcajadas, echándose la cabeza hacia atrás, sobándose el estómago, parecía que le había dado algo peligroso. Abby solo negó, dándole un fuerte golpe en la nuca, haciéndolo espabilar. Kaden y Kadar junto a Alo, Kaden con un brazo sobre el hombro de su hermano, quien se mantenía estoico como siempre, aunque juraría ver una pequeña sonrisa.
-         Uy, qué melosos. Alfa, que guapo novio tienes.  – apretándole suavemente la mejilla, dándole una palmadita, el rubor aumento aún más. Randolph le dedico una sonrisa falsa, mofándose, a lo que Abby solo se limitó a guiñarle el ojo.
-         Abby, tu… - dije, aun un poco incrédulo ante la figura de la mujer. Estaba más que bien, e incluso la cicatriz de su herida no aparecía. Se veía como si nada hubiera pasado. Así que este era el poder de mi sangre, ¿eh? Bueno, ahora no me sorprendía demasiado por qué los vampiros andaban tras de mí.
No fue sino hasta sentir sus manos sobre las mías que desperté de mi trance, levantando la mirada hacia ella.
-         Y Jason, ¿ahora significa que tendremos charla de hermanas? – solté un pequeño bufido, resoplando sus palabras.
-         Por favor, no imites a Alo. Tu eres genial, él no.
-         Tienes razón. Nos iremos de cacería.
-         Felicidades, hermano. Aun puedes arrepentirte y salir corriendo. Yo te cubriré. – dijo Alo en tono cómplice. Pero Randolph negó. Y que bien que lo hizo porque Alo no habría sido el único que le rompería unos cuantos huesos.
-         Ni en un millón de años. Ya estamos comprometidos – dijo con orgullo, levantando el collar, Alo hizo una imitación de sufrimiento, entrecerrando los ojos y golpeándose en la frente con la palma.
De repente, Randolph sostuvo mi mano, mientras nuestros conocidos se jactaban de nuestra relación. No pude evitar ruborizarme, pero no le di demasiada importancia a ello.
Randolph se apartó un poco, señalando su comunicador en la mano y la voz que salía de este, asentí, dándole espacio para contestar, sin dejar de seguirle por el rabillo del hombro.
A pesar de que los weres tenían el poder de comunicarse a través del pensamiento, aun así había excepciones, como por ejemplo; tenía que ser de tu misma raza, y dado que la Guarida era mixta, solo los lobos iban de cacería para estar más seguros de que no hubiera muertes innecesarias. Ellos estaban más alertas porque eran la mayoría de los weres, al mantenerse en comunicación constante sabían de los peligros, lograban conocer con mayor facilidad el terreno y era más fácil atacar. Eso no significaba que los demás fueran débiles, solo que el numero era más significante en una pelea, en especial al considerar una manada de lobos.
Al parecer, yo podía comunicarme con Randolph, pero cuando se trataba de los demás lobos de la mañana, era un asco. No se me daba para nada. Mi loboquinesia tenía ciertas fallas. Aun así, podía escucharlos en su forma animal (no solo a los weres, también a las demás especies), entenderles a la perfección aunque no me hablaran, pero hasta ahí era donde llegaba todo mi potencial como traductor de animales. Aunque Randolph tampoco me pedía que me volviera un experto, me dijo que mientras lo entendiera sería suficiente.
Resultaba bastante útil esa habilidad cuando se trataba de las misiones.
-         Alfa, tenemos un problema. Necesitamos un poco de ayuda acá.
-         ¿Qué sucede, Austin?
-         Necesitamos unas cuantas manos para mover esto.
-         ¿Qué cosa?
-         Hay una enorme piedra que bloquea la entrada, al parecer no podemos moverla por más que lo intentamos. ¿puede mandar a alguien?
-         Está bien, ¿Cuántos necesitas?
-         Con dos chicos más estaría bien
-         Ok. En un segundo voy.
Viéndole regresar, esta vez con el ceño fruncido. Me acerque y le pregunte, pero antes les hizo una seña a Kaden y Kadar hacia el túnel. Me percate que algo andaba mal, pero él negó.
-         Jason, ¿puedes quedarte aquí un momento? Tengo que solucionar unas cosas.
-         Está bien. Pero, ¿Qué sucede?
-         Un problema en el túnel.
-         ¿Qué clase de problema? ¿es algo grave? ¿necesitas ayuda? Yo puedo…
-         No.  Por favor, te lo pido, no hagas nada arriesgado mientras veo eso, ¿sí? Por favor. – iba a responder, cuando un brazo me jalo, haciéndome chocar contra un pecho fuerte y musculoso. Levante la mirada, encontrándome con la sonrisa de Charlie.
-         Tranquilo, alfa, yo lo cuidare.
-         Cuento contigo, Charlie.  – le miro serio. Charlie asintió, un tanto pálido. Randolph se giró hacia mí, extendiéndome mi vieja espada.
-         Toma, confió en que no tendrás que usarla, pero aun así… me hará sentir seguro el saber que la tienes. – La tomé de sus manos, apretándola contra mí, la ajuste a mi cinturón a un lado.
-         Gracias.
-         Cuídate.
-         Lo haré. – dicho esto, solo nos dedicamos una sonrisa y un beso en los labios, tan fugaz, Randolph desapareció transformado en un enorme lobo al adentrarse en el oscuro túnel. Mire a Charlie, golpeándole en el hombro.
-         No te sientas tan engreído, tal vez sea al revés y yo termine cuidándote.
-         Oh, no. ¿son aires de realeza, mi señor?
-         Desde ahora deberás inclinar tu cabeza en mi presencia, ¿entendido?
-         Como usted ordene, majestad.
-         Conoce tu lugar. Humph – resople, levantando el mentón en una imitación de un sujeto que se acariciaba la barbilla.
Ambos estallamos en risas, hasta que recordé aquel pequeño detalle pasado. El “te amo” de Charlie. Abriendo la boca para decir algo, Charlie se adelantó. ¿Por qué nadie me dejaba hablar?
-         No. Ya sé lo que dirás y no. No hay nada que hacerle, eres la pareja de mi Alfa, ¿y qué? Seguimos siendo amigos. Cuando te confesé mis sentimientos no esperaba que me correspondieras.
-         ¿en serio?
-         Bueno, tenía la pequeña esperanza, pero bueno… cuando te propuse continuar siendo amigos sabía que pasaría alguna vez esto. Aunque no me esperaba que fuera tan pronto. No se puede luchar contra aquello que es inevitable. Siendo honesto, nunca tuve una pequeña oportunidad contra Randolph ¿verdad?  –  rio, nervioso, pero pude ver a través de su expresión. Dando un paso hacia adelante, me acerque, revolviéndole los cabellos y esbozando una sonrisa, usando mi dedo para levantar su mentón y hacerlo encararme.
-         Hey, tu también eres genial y guapo. Bla, bla, bla, asi que solo ten paciencia. Tendrías a tu persona especial algún día.
-         ¿lo crees?
-         Por supuesto. Mírame a mí, ahora tengo un novio de casi 2 metros que tiene una manada de weres. ¿sabes lo que eso significa?
-         No.
-         Mucho pelo. Gracias al cielo no soy alérgico a los canes.  – bromee, apretando los labios ara contener la risa.
-         Si serás… - él negó, sin contener la risa igual. Se abalanzo sobre mí, queriéndome atrapar en una llave, pero no lo logro. Reacción naturalmente, tomando su brazo y volcándolo sobre el aire, y estrellándolo contra el suelo.
Me miro incrédulo. Sintiendo mis mejillas arder, me di cuenta de mi acción demasiado tarde. Cubriéndome la boca con la mano. Imaginando a Charlie molesto, me sorprendió escuchar su risa resonar en el espacio. Abrí los ojos, encontrándolo en un ataque de risa, demasiado extraño. Le imite, hundiéndome de hombros. Le ayude a pararse. Pero eso no evito que volviera a atacarme y atrapándome en una llave con su brazo, comenzó a frotar mis cabellos con sus nudillos, pidiéndole que parara, no lo hizo.
De repente, las risas cesaron, viendo como Charlie se quedaba quieto, haciendo una seña para guardar silencio. Se hinco, colocando su oreja contra la superficie del suelo, así estuvo unos segundos, hasta que se sobresaltó, poniéndose de pie instantáneamente. Comenzó a correr hacia la escalera, subiendo rápidamente, le seguí, hasta que llegamos al largo túnel que llevaba directo a la entrada en forma de caverna que daba a las afueras de la Guarida y dejaba ver las demás montañas hermanas. El aire frio me golpeo la cara, haciéndome temblar, apretando los dientes, pero Charlie no se inmuto ni un solo segundo por el frio que calaba hasta los huesos. Malditos beneficios de la licantropía.
Charlie no decía nada, solo se mantenía mirando hacia la parte baja de la montaña, con el ceño fruncido y la nariz arrugada, dejando entrever sus blancos dientes. Sus manos apretadas en los costados, todo su cuerpo totalmente tenso. Podía sentir su ira emanando en oleadas. Una sed de venganza y yo sabía quiénes eran los responsables de semejante sensación.
-         Están aquí. – musito, abriendo la boca, casi podía jurar que le vi crujir la mandíbula cuando lo dijo, dejando salir cierto sonido gutural.
-         ¿en la Guarida?
-         No. En la montaña. Puedo escuchar sus vehículos moviéndose en el terreno.
-         ¿Cuántos son?
-         No lo sé. Son tres vehículos pequeños y varias motos.
-         Tenemos que cerrar la entrada.
-         ¿tienes el detonador?
-         Aston me dijo que lo presionara cuando fuera el momento.
-         Creo que este es el momento indicado, ¿no?
-         Tienes razón.
Dicho esto, saque el pequeño interruptor de mi bolsillo, girándome, le hice un gesto con la cabeza a Charlie de que debíamos entrar a la Guarida antes de explotar el túnel. Él asintió, siguiéndome.
No fue sino hasta que vi que había algo detrás de Charlie, que reaccione ante su presencia. No lo había notado.
Una figura apareció detrás de él, tomándolo de la cintura. El cuerpo de Charlie fue levantado en el aire, para segundos después salir estrellado contra una de las paredes del túnel. Su grito ahogado. Auxiliándolo, salte encima del extraño, tacleándolo. Ambos rodamos, pero logre esquivar sus golpes, atrapando su brazo, lo gire en un movimiento demasiado brusco, hasta que se escuchó el  crujido de su hueso fue cuando lo deje, tirado en el suelo.
Me acerque a Charlie. Dándole mi hombro como apoyo.
-         Vámonos. – le indique, pero algo me tomó de la pierna, jalándome y haciéndonos caer.  Viendo como una figura más aparecía en el arco de la entrada, y otras figuras más se sumaban a ella. No había sentido su presencia en ningún momento.  Los vampiros comenzaron a correr, adentrándose en la caverna, Charlie se levantó, transformándose, lanzando ataques por todas partes, pequeñas salpicaduras de sangre. Los vampiros se arremolinaron, saltándole encima. Haciéndolo caer, mientras otros se colaban dentro de la Guarida. Dándole un puntapié al vampiro que me retenía, me libero y salí en ayuda de Charlie. Quitándole de encima a los vampiros, lanzándolos fuera de la entrada.
Los vampiros cambiaron de objetivo, lanzándose encima de mí. No me deje caer, esquivándoles y soltándoles fuertes golpes. Impactándolos contra las paredes y derribándolos, rompiéndoles el cuello con un giro de cuello.
Eran muchos y seguían apareciendo más, claro que nosotros tampoco nos quedábamos atrás y les dábamos lucha.
Dándole un fuerte golpe a uno con el brazo de alguno de ellos, me libre de ellos. Sacando mi espada, comencé a cortar miembros, los brazos y piernas, además de las cabezas que rodaban en el suelo, su sangre manchando el filo de mi espada, que no encontraba misericordia por ninguno. Rápidamente, todos los vampiros comenzaron a caer, hechos pedazos por la fuerza de mi espada. Sin piedad y sin pensarlo dos veces. Charlie los desmembraba con sus garras, bajo sus patas. No me había dado cuenta el momento en que cambio. El lobo asintió y ambos nos lanzamos contra las hordas de vampiros. No oponían demasiada lucha y eran fáciles de acabar.
Sin embargo, aún seguían apareciendo más y más. Eran hordas de vampiros. Apenas nos las apañábamos contra ellos.
Finalmente, después de estar cortando cabezas, logramos hacer que no quedara ningún vampiro en pie. Bañados en sangre, Charlie y yo nos miramos, escupiendo en el suelo. Me acerque, él retomo su forma humana, totalmente desnudo, la sangre ayudaba mucho cubriéndole sus partes íntimas con ese rojo carmín.
-         Aún no termina. Mira. – me gire hacia donde él miraba fijamente, bajo la montaña, se podía ver como unos vehículos comenzaban a aparecer entre los cúmulos de las nubes. Vampiros armados aparecieron, sonriendo, cargando sus armas. Ethan por ningún lado. Sin embargo, había alguien que si podía reconocer. “Eliot”.  Además de los vampiros que tenían en aquellos vehículos, esposados. Parecían desubicados, de seguro algunos habitantes que habían caído en manos de Bateman y ahora eran simples peones. “Carne inútil”. Muy utilizada en las guerras, normalmente después de capturar a los habitantes y conquistar sus ciudades, los generales los mandaban a las primeras filas, para que el enemigo se cansara de matar a sujetos que solo cumplían con servir como sacos de arena. Para después mandar al verdadero ejército y matarlos en su cansancio.  Una estrategia muy barbárica, pero debía reconocérselo. Era buena.
-         Son demasiados.
-         Detónalo. El túnel
-        
-         ¿tienes otra idea?
-         No. – respondí secamente, a sabiendas que no teníamos otra opción. Sin embargo aún había un problema; alguien tenía que servir de cebo para distraerlos. Ante mi falta de respuesta, Charlie continúo.
-         Debemos… - mirándolo, aun pensando lo que iba a decir.
-         Lo sé. Solo… alguien debe quedarse a entretenerlos.
-         ¿a qué te refieres?
-         Charlie, ellos podrán remover las piedras fácilmente. Si alguien se queda aquí y les planta cara al menos ganaremos un poco de tiempo… - viendo como Charlie negaba, tomándome de los hombros, un poco rudo.
-         No.
-         ¿Qué?
-         Se lo que estás pensando y no.
-         No he dicho nada
-         No tienes que hacerlo. Se lo que piensas. “Yo me quedare, ve y avísale a Randolph. Vive.”
-         Bueno, eso es… no tan cierto…
-         ¿me equivoco?
-         N-No…
-         Me quedare contigo.
-         ¿Estás loco? Te mataran.
-         ¿Qué hay de ti?
-         Ellos… no lo harán… Bateman me quiere vivo, pero no por eso significa que me dejare llevar tan fácilmente.
-         Aun así me quedare. – declaro, plantándose delante de mí con los brazos cruzados. Como quería darle un buen golpe en la entrepierna y arrojarlo escaleras debajo de la Guarida. Tan testarudos que eran los weres.
-         Charlie, no es un juego.
-         Lo sé. Le prometí a mi Alfa que te protegería, y si dices que te quedaras a proteger la Guarida, me quedare a tu lado.
-         Charlie, tienes que…
-         ¡Escucha! No porque seas la pareja del Alfa, eres mi amigo, así que deja de tratar de convencerme y si intentas golpearme y arrojarme por las escaleras para que te deje aquí, no te lo perdonare. – viendo como su expresión se ponía más seria, no había nada de burla en sus palabras. Era firme con respecto a lo que había dicho. Sintiendo ganas de golpearlo, me contuve, apretando el control en mi puño. Dejando salir un suspiro.
-         Tu ganas… pero si las cosas se ponen serias huiras.
-         Pero yo…
-         Necesitamos que alguien le diga a Randolph mi paradero, ¿sí? Si ellos me capturan, es mejor que sea solo. Conociéndolos, te mataran en un segundo o peor.
-         Jason, yo no puedo hacer eso.
-         Tendrás que. Dices que quieres protegerme, esa es la única forma. No quiero que te asesinen frente a mí, ya he tenido suficiente de esas ejecuciones. Si yo te digo que huyas, huyes. ¿entendido? No hay lugar para sentimentalismos en una batalla, eres un guerrero, Charlie.
-         Sí, señor. Y si en caso de que fueran más que nosotros y te atraparan ¿Qué hay de Randolph?
-         Comprenderá. Aunque en un principio no. Tranquilo, no tengo la intención de morir y mucho menos el de ir de la mano hasta Bateman. Se acaban de meter con nuestra familia, ¿no?
-         ¡S-Si!
-         Tal vez no sea un were, pero ten por seguro que no soy una persona blanda cuando se trata de matar. Los asesinare a todos. ¿me ayudaras, Charlie?
-         Sí. Regresaremos juntos.
-         Ok, te encargo que cuides mi espalda. Yo cuidare la tuya.
-         ¡Claro!
-         Pero no lo olvides, en caso de que nos llegaran a superar y las cosas se ponen feas, huyes. Muerto no le podrías decir a Randolph  nada.  – viéndole tensarse. Me acerque, tomándolo del mentón y encarándolo, sin inmutarme, negando con la cabeza suavemente. Indicándole que dejara de pensar en una forma de llevarme con él. Ambos sabíamos que solo uno podría huir y ese era él. Era mi apuesta más acertada para que Randolph estuviera enterado. Él me encontraría. Lo creía fervientemente.  Pero tenía que saber mover bien mis piezas, este juego entre Bateman y yo era difícil, pero si Charlie no se enfocaba y obedecía mis órdenes, de anda me serviría.
-         Y si te niegas a huir, créemelo, los vampiros serán simples niños a comparación de la ira de Randolph. Le prometí que no haría nada peligroso y aquí estoy. Mi seguridad está en tus manos – ambos torcimos el gesto, a sabiendas que Randolph estaría echando humo y golpeando a cualquiera que le dijera “Cálmate”.
Asintiendo en silencio, tome el control y presione el botón. Haciendo que todo el túnel que daba a la entrada de la Guarida colapsara. Un sonido aturdidor  y sintiendo como todo el suelo temblaba. Finalmente el túnel quedo obstruido por las rocas del techo.
Una pequeña capa de tierra se levantó. Le indique a Charlie que vigilara mientras revisaba si no había grietas por las cuales se podrían escurrir las sanguijuelas. Asintió y me dejo ahí, revisando con mi tacto la superficie terrosa.
Un escalofrió retumbo en mi pecho. Mirando hacia el frente.
-         “¡¡JASON!! ¿Dónde estás?” – casi podía sentir mi corazón estremecerse ante la estridente voz que resonaba en mi cabeza. Obligándome a ponerme en cuclillas, cubriéndome los oídos con las palmas.  – “¿Jason? ¿Estás bien? ¿Jason?”
-         “Es-Estoy bien… ¿Qué hay de ustedes?”
-         Estamos bien. Dime, ¿Qué paso? Escuchamos una explosión. ¿Tu estas… bien?”
-         “Lo… estoy.”
-         “¿Qué sucede? Jason…”
-         “Escúchame, Randolph. Tienes que irte.”
-         “¿Qué? ¿a qué te refieres? Tranquilo, en un segundo iré por ti.”
-         “Tienes que. No tenemos tiempo.”
-         “No, ¿Qué estás haciendo? No te dejare. Casi te pierdo una vez, no quiero volver a sentirme así.”
-         “No lo harás.”
-         “¿a qué te refieres?”
-         “¿confías en mí?” – una larga pausa, en la que  solo se podía escuchar mi propio palpita. Finalmente lo escuche.
-         “Y-Yo… si, confió en ti.”
-         “Entonces confía.”
-         “Jason, tu…
-         “Prometo que volveré junto a ti. Pero ahora tenemos que pensar en la manada.  Ellos van a matarlos sino estas con ellos. Necesitas protegerlos, necesitan a su líder. Entre Charlie y yo nos las apañaremos, pero si vemos que nos superan en número, nos retiraremos. Tranquilo, regresare.”
-         No, no, no, ya se lo que intentas hacer. No lo permitiré. Es suicidio y lo sabes.
-         Por favor.
-         Entonces déjame ayudarte.  
-         ¡No! Te mataran. Lo sé.
-         ¿y qué hay de ti?
-         Por alguna razón ellos me buscan, y muerto no les sirvo. No me harán daño.
-         ¿Cómo lo sabes? No. Ven conmigo. Pensaremos algo.
-         No hay tiempo. Tienes que confiar en mí.
-         … Tsk, eres tan testarudo.
-         Ganare algo de tiempo. Ustedes escapen.
-         Volveré por ti.
-         Lo sé.
-         No quiero dejarte. No quiero.
-         Esta también es mi manada, y si esta es la única forma de protegerla, lo hare. Ustedes huyan. Además, Charlie está conmigo.
-         Más le vale cuidarte, sino te apuesto que le arrancare la cola si te pasa algo.
-         ¿Randolph?
-         Si
-         Nos veremos.
-         Te esperare. Y sino vienes a mí, ten por seguro que te encontrare, aunque deba matar a todas esas sanguijuelas bastardas.
-         Gracias.
-         Te amo.
-         Y-Yo…
-         Está bien si no puedes decirlo aun.
-         No, no es eso. Es que no me parece un buen momento para decirlo, estoy a punto de ir a matar vampiros.
-         Es el momento perfecto. Lo hace sonar más romántico. ¡Dios! Verte cortando cabezas, debería ser un pecado.
-         Ja, ja, ja, ja, ja, tienes una forma muy rara de excitarte.
-         Bueno, considerando que mi pareja disfruta de matar sanguijuelas, debo encontrarle el lado positivo.
-         Uh, ya veo. ¿Randolph?
-         ¿Qué sucede? ¿cambiaste de opinión y quieres venir a mis brazos?
-         Tonto, eso no.
-         ¿Entonces?
-        
-         ¿Jason?
-         Te amo lobo grandulón. – dije, sintiendo mis mejillas arder. Un pequeño resoplido, y seguido de la voz de Randolph.
-         Eres todo un romántico, ¿eh?
-         Bien, me voy.
-         ¿y mi beso?
-         Muérete.
-         Ja, ja, ja, ja. No olvides tu promesa.
-         No lo hare.
Dando por terminada la conversación. Randolph salió de mi cabeza. Dejándome nuevamente en el mismo lugar, viendo aquella pared de piedras bloqueando el túnel. Sin poder evitar una sonrisa.
********************************************

Estábamos Charlie y yo, ambos colocados frente a la entrada colapsada de la Guarida. No pude evitar sonreír. Charlie se atrevió a romper el silencio.
-         Hay una cosa que jamás te pregunte, Jason.
-         ¿Qué cosa? – dije, sin mirarle, a sabiendas que tampoco me miraba, estábamos observando aquella cosa enorme que se movía descontrolada, salvaje, hacia nosotros. Los vampiros habían llegado, cuando mucho teníamos 5 minutos antes de que soltaran aquella cosa que sacaron del vehículo. Era enorme la bestia, y de una piel azulada, caminaba sobre sus patas delanteras, muy parecida a los orangutanes. Apreté mis manos alrededor de la espada.
-         ¿Por qué no escapaste? ¿Ni una vez pasó por tu cabeza?
-         Claro que sí, pero no lo hice. Podía hacerlo, conocía cada una de sus salidas secretas, sus túneles los memorice uno por uno y sobretodo podía vencer  a sus guardianes de juguete. Pero yo… no lo sé. Es extraño, ¿no?
-         No tanto. Sabía que amarías la Guarida tanto que no querrías dejarla.
-         Presumido. – golpeándolo con el hombro.
-         Me alegra que no te fueras. Se habría vuelto solitario sin ti.  – no le veía, pero sabía que estaba sonriendo. Bufe, chasqueando la lengua.
-         Tsk, mira que decir esas cosas cuando vamos a matar a una bestia salvaje. Claro que sabes leer el ambiente.
-         Algunos, como tú y yo, que han sufrido de múltiples maneras son personas que solo necesitan de un amigo, bocón e infantil que les recuerde lo especiales que son.
-         ¿somos amigos?
-         Claro. Si pensabas que no te matare ahora mismo.
-         Solo creí que no querrías serlo después de que dijera que no.
-         Me dijiste que me veías como un amigo.
-         “Casi amigo”
-         Pero para mí esas palabras fueron como “Se mi amigo Charlie, estoy solo”
-         Yo jamás dije eso.
-         Estaba entre líneas.
-         Lo que digas, tonto.
-         Oh, ya tenemos sobrenombres. Creo que me he vuelto a enamorar.
-         Bien, tendrás que luchar contra Randolph por mi mano.
-         ¿eh? Solo bromeaba.
-         Yo no.
-         ¡¡JASON!!
-         Ja, ja, ja, ja. - Un gruñido retumbo, viendo como los vampiros quitaban sus cadenas de la bestia y esta se levantaba del suelo, corriendo hacia nosotros. Habíamos establecido que él se encargaría de los vampiros, no quería un agujero en el pecho solo por estar matando sin cuidado. Yo me encargaría de la bestia, al ser más pequeño, me las ingeniaría para poder deslizarse y matarlo, obviamente no en un solo intento. Esa cosa era una montaña, pero nada es invencible, ¿verdad? Girándome hacia Charlie, alzando el puño - ¿estás listo? – dije, asintiendo, Charlie chocó el puño y salimos fuera, blandiendo la espada, Charlie fue tomando su apariencia entre hombre y lobo, dejando salir sus garras y colmillos, un poco de pelo en sus brazos y la cola en la parte trasera.
*********************************

Randolph termino de evacuar, dejando salir a todos, con cuidado. Contando las cabezas para ver si no faltaba nadie. Sintiendo la presión en su pecho, Alo y Abby le colocaron las manos sobre ambos hombros, indicándole que estaría todo bien.
-         Confía en él, Randolph. – dijo Abby, apretándole un poco.
-         Confió en el. No confió en esos malditos.
-         Jason es duro, se las apañara. Créemelo, pronto veremos a Kadar todo gruñón cuando regrese, así que… volverá.
-         Sino, nosotros iremos por él, ¿verdad, hermano?
-         Es familia.
-         ¿lo dicen en serio?
-         Solo no me hagas ser el padrino. No soportaría ver a Jason en vestido de novia.
-         ¡¡Ja, ja, ja, ja!! No creo que se atreva a usar algo así.
-         Quien sabe, soy muy persistente. – admitió Abby, cruzándose de brazos, con una sonrisa pícara en los labios. Randolp sonrió, atrayendo a los dos hermanos contra su pecho, besando sus frentes. Podían ser medios hermanos, pero ellos eran su familia. Algo extraña. Pero no podía pedir mejor que ellos. Y ahora Jason también formaba parte de ella.
********************************


Dando un salto, girando en el aire, salte encima de la bestia, clavándole la espada en la mitad de la frente. Provocando un gran aullido de dolor. Presione fuerte, hasta que el filo atravesó su cráneo por completo. Muriendo al instante, su cuerpo cayó totalmente tieso al suelo. Sacando la espada, dejando escurrir su sangre de un color oscuro pútrido, la agite, removiendo el líquido contra las piedras, camine hacia donde Charlie se estaba divirtiendo.
Me había tomado más tiempo del necesario matar a la bestia. Se había resistido cuando le corte las piernas y continuo atacándome, aun sin sus garras, tenía esos enormes dientes afilados, tratando de tragarme, pero después de cortarle parte de la nariz y dejándola completamente ciega, solo un ataque directo basto. Obviamente intento  darme un mordisco y por mi estupidez, casi lo logra, de no ser por el terreno lodoso, no me habría herido con su cola. Aunque ahora no sentía el dolor, la herida se había cerrado en un instante.
La lluvia había comenzado, tan típico el clima de las Montañas Humeantes, climas bipolares. A cada rato una lluvia con truenos y el terreno terminaba vuelto una charca de lodo y donde no podías perderte. Muy mal para esos bonitos uniformes de la ciudad Zweilicht.
Los vampiros al verme, bañado en la sangre de la bestia retrocedieron, levantando sus armas hacia mí. La línea frente a mí, de vampiros uniformados, cayó al recibir la tajada de las garras de Charlie. Aprovechando el momento, avance, esquivando sus disparos, cortando cabezas y brazos. Partiéndolos por la mitad, cayendo ante mí. En un segundo un camino hecho con sus partes, pintando todo el lugar con su sangre.
Como extrañaba la sensación de blandir una espada y matar a estos malditos.
Tomando una bocanada de aire, continúe, cortando y cortando hasta que sintiera que mis músculos se cansaban, para tomar 3 segundos de descanso y retomar la tarea. Charlie sin quedarse atrás, en su forma de lobo completamente, partía en pedazos a esos, aplastando sus pequeños cráneos entre sus feroces fauces, mientras sus afiladas garras desgarraban la piel de estos. No por nada era uno de los weres al servicio de Randolph.
Sintiendo un escalofrió en la parte de la nuca, me gire, levantando la espada con mis dos manos. Algo choco contra ella, viendo como una espada era detenida por la mía, en un intento de haberme dado una ajada directa en el hombro. Mis ojos fueron al dueño, que no dejaba de presionar, sin embargo, yo tampoco tenía intención de ceder.
-         Hola, Jason.
-         Tú. ¿otra vez?
-         Bueno, qué puedo decir. Al parecer eres más difícil de matar. Esta vez me asegurare de llevarme tu cabeza. Veamos si eso sirve para matarte.
-         Adelante, si crees poder. No te lo haré fácil, idiota. – empujándole con mi propio peso, haciéndolo retroceder, lance el primer ataque, el sonido metálico de nuestras espadas chocando, bloqueando los ataques. Esquivándole cuando iba a por mí cuello. Di un salto, lanzando una patada contra su rostro, este lo recibió gustoso, siendo empujado hacia el otro lado. Iba ir atrás él, ya que había dejado caer su espada, era más fácil matarlo.
Cuando varios disparos delante mío me lo impidieron. Viendo como un sujeto sostenía una pistola y me apuntaba, esquive por poco el impacto de su disparo. Tenía que encargarme de él. Avance hacia él, dando pasos rápidos, en forma de zigzag, esquivando por poco sus disparos, porque si me llegaron rozar, por suerte no lograban impactar contra mi cuerpo.
Deslizándome debajo de él, haciendo un movimiento en forma de arco, su brazo fue cortado por la mitad, viéndole gritar de dolor, le corte la cabeza desde donde empieza la mandíbula hasta donde termina en la parte superior el centro de la cabeza. Como si se le cayera la máscara del rostro.
Suspire, pero no tuve tiempo de descansar. Algo me tomó de la parte trasera del cuello de mi camisa, antes de poder defenderme, siendo arrastrado. Cuando mi cuerpo fue levantado y al mismo instante estampado contra el suelo, ahogue mi propia voz por el golpe, soltando la espada. Sintiendo como algo se colocaba encima mío, inmovilizando mis piernas y una mano sobre mi garganta. Solo que esta vez, solo fue momentáneo, las manos dejaron mi garganta y tomaron mis cabellos, estampando mi cabeza contra el suelo, la parte trasera de mi nuca sufrió el impacto, apretando los ojos. Un puño golpe mi mejilla, repetidas veces. Alagando las manos, atrape su rostro e impacte mi frente contra la de este, sin saber quién era. Tomando lo primero que pude, que no fue más que un poco de lodo, se lo lance  directamente en el rostro, haciéndole retroceder.
Aproveche para girarme, pero me tomo del tobillo, jalándome, arrastrando mi cuerpo, patalee, golpeando con mi pie su mano. Me libero, pero volvió a lanzarse encima mí, viéndole levantar un puñal en su mano derecha, trató de clavarla sobre mi cuello, pero atravesé mi brazo en su camino, bloqueando su movimiento. El arma estaba enterrada en mi brazo, el policía, Eliot, haciendo más presión para llevar la punta del objeto filoso sobre mi garganta. Sintiendo el leve roce de la filosa punta y como cortaba una pequeña línea, nada profunda, pero igual dolorosa.
-         ¡¡Ahhh… déjame…!! - grite, dándole una patada en la parte genital con la rodilla, quitándomelo de encima, lo arroje hacia el otro lado, dándome el tiempo suficiente como para ponerme de pie y defenderme. El puñal seguía en mi brazo, enterrada profundamente, cuando toque el mango de la misma, un fuerte dolor recorrió todo el musculo hasta llegar  a mi hombro, mis dedos torciéndose por el dolor. Había tocado un nervio y si no lo sacaba el sujeto podría utilizarlo como una desventaja.
Mientras sacaba el arma blanca de mi extremidad, sintiendo el ardor al sacarla lentamente, porque si lo hacía rápido sería peligroso. Cuando por fin pude sacarla, y que mi brazo comenzaba a sanar, aunque más lento de lo habitual, mire al otro lado como Eliot se ponía de pie y se limpiaba la boca con la manga de su chaqueta. No sentía mis dedos, no me respondían para nada, ni siquiera podía hacerlos moverse uno por uno. Podía sentir un leve dolor en cada uno de los tendones, pero no hacía más que recorrer desde la palma hasta la punta de los dedos.
Mi única mano útil era la izquierda y dios sabía que no era zurdo. Solo utilizaba la mano derecha para hacer todo y la izquierda era como el complemento para parecer normal con los demás, como cargar cajas, sostener un bate de baseball (para defenderme) o simplemente nadar. No le daba usos tan grandes.
Levantando el puñal frente a mí, en una señal de defensa. Eliot me intento atacar, alargando su mano, sus garras pasaron por encima de mi cabeza. Aproveche, inclinándome y lanzando un ataque directo a su pecho, atravesando su corazón, con tanta fuerza que tuve que apoyarme sobre mis plantas para aplicar la máxima presión posible.
Viéndolo caer, tras un fuerte gruñido. Su cuerpo quedó inmóvil. Deje salir un suspiro, sin bajar la guardia. Saque el puñal de su pecho, colocándolo en mi cinturón, tome la espada que había dejado tirada y me encamine a ayudar a Charlie.
Lo encontré con otros tres vampiros que le apuntaban, esquivándolos con gran agilidad, me sorprendía un poco puesto que los weres son enormes, el que no le hubieran dado ni siquiera un solo disparo. A lo que agradecía. Saltando, con la espada encima de mí, aun me dolía el brazo, pero soportaría, partí al primer vampiro por la mitad, incluso su arma Paralyse fue cortada.
Los otros dos me apuntaron, pero logre cortarle la cabeza a uno de ellos, la línea de su boca se extendió hasta formar un perfecto corte circular. El otro, no tuve que preocuparme, puesto que Charlie se encargó de él, arrancándole el cráneo con sus dientes,  su cuerpo salió volando lejos cuando este forcejeo.
Rápidamente el grupo de vampiros comenzó a caer, eran menos. Finalmente cuando terminamos con la última horda de vampiros, estábamos bañados en sangre, pero el agua de la lluvia nos ayudaba mucho, removiéndola. Veíamos los ríos de sangre deslizarse por toda la superficie terrosa de la Montaña.
-         Creo que esos eran todos. – dijo Charlie, pasándose el dorso de la mano por encima del labio superior, limpiándose el poco rastro de sangre de vampiro.
-         Eso parece.
-         ¿regresamos? Ya hemos ganado el tiempo suficiente, ¿no?
-         Tienes razón. Bien hecho, Char-… - sintiendo una descarga eléctrica, todo mi cuerpo se dobló, convulsionándome. Apreté la mandíbula para no morderme la lengua, envolviéndome en un ovillo. Charlie trato de socorrerme, pero él también cayó al suelo,
-         ¡¡Ahhhh…!! – grito Charlie,  viendo como unas piernas se acercaban y se inclina sobre Charlie, clavándole un objeto filoso en el hombro. Retorciéndose de dolor, ahogando su gruñido de dolor en una mueca. Trate de alcanzarlo, pero una bota se posiciono encima de mi mano, aplastándola.
Eliot me ignoro por completo, esbozando una sonrisa santurrona. Se colocó encima de Charlie, dándole un golpe con la palma al puñal en el hombro de Charlie. Apretó fuerte, presionándola hasta que los alaridos de Charlie se volvieron más estridentes. Levantando el puñal en el aire, mientras lo dejaba caer sobre cualquier parte de su cuerpo, como si se tratase de un alfiletero. Lo iba a matar, y yo no podía hacer nada.  Todo mi cuerpo seguía entumecido por la descarga.  Tenía que hacer algo. ¡¡Ahora!!
Apretando mi mano, me incorpore, tambaleándome. Me logre incorporar. Sintiendo la rabia de ver a mí amigo herido y al otro sujeto disfrutando de su dolor. Tomando su distracción, con esa mirada desquiciada, mientras observaba a Charlie desangrándose, salte encima de él, aunque oponiendo resistencia se dejó caer al suelo y ambos impactamos fuertemente. El sonido duro y pesado de ambos cuerpos, intento clavarme su arma, pero se lo impedí, tomando su muñeca.
Forcejee, golpeando su mano contra el suelo, hasta que soltó el arma. Sacando el puñal que le había quitado antes, sin pensarlo dos veces, lo incruste por completo en su ojo, provocando que soltara un fuerte alarido, acompañado de los truenos que retumbaban por toda la montaña.
Viéndolo bramar palabras y retorcerse de dolor, me coloque encima de él. Inmovilizando sus brazos con mis piernas, subiendo a su pelvis, usando mis rodillas para retener su movimiento. La sangre seguía manando de su ojo, dándole un aspecto más sucio. 
-         Estoy tan harto de ti.  – sacando mi espada del cinturón, levantándola encima de él, no sabía si me estaba buscando con la mirada, las desventajas de solo tener un ojo, ya que el otro estaba bloqueado por una larga cicatriz, parecida a las garras de un lobo.
-         Es lo mismo para mí. Si no fuera por ti y esos perros, Marko seguiría vivo.
-         Eso les pasa por meterse con la criatura más peligrosa.
-         Esos weres no son tan peligrosos, podría acabarlos yo solo.
-         No me refería a ellos. – hundiendo tan profundamente mi espada en su pecho. Hasta que lo vi escupir sangre, convulsionándose, sus manos tratando de liberarse para remover la espada en su pecho. Negando con la cabeza, comencé a presionar hacia abajo, creando un corte mayor y dejando salir más sangre por la herida.
-         ¡¡Maldito!! ¡¡Maldito!!
-         Calla. – susurre. Sacando la espada, di un giro en el aire y haciendo un movimiento en línea, su cabeza salió volando, desprendida de su cuello. La sangre salpico cuando lo hice.
Notando la presencia de alguien mirándome. Me gire, encontrándome con tres sujetos totalmente aterrados, con la mirada perdida. Esbozando una media sonrisa, estos se crisparon. Casi al borde de las lágrimas. Tomando una decisión inteligente.  Los otros tres vampiros se alejaron, al ver la escena tan aterradora. Aunque algunos de ellos bebían la sangre de sus compañeros en el campo de batalla, este grupo no estaba particularmente interesado en este sujeto. Dando media vuelta corrieron hacia donde estaban las camionetas, llamando a más refuerzos.
Corrí hacia ellos, no sabía por qué, pero no podía dejarlos hacer eso. Necesitaba escapar, y con Charlie lastimado, sangrando, la suerte no estaba de mi lado.
No lo deje tener oportunidad de hablar. Partiéndolos, sus cuerpos siendo destrozados por la cintura y a otro cortándole la parte de arriba de la cabeza, dándome un pequeño vistazo del interior de su cráneo.
Oyendo el gemido de dolor ahogado. Me apresure hacia donde estaba Charlie, inclinándome. Las heridas en su cuerpo no eran profundas, pero si eran varias y había perdido mucha sangre por ellas. Estaban cerrando, pero lento.
Tomándolo de los hombros, comencé a  arrastrarlo hasta llegar a una superficie más firme. Cerca de donde había una corriente de agua, una pequeña desviación del rio original que desembocaba en el Bosque de los Azules. Había muchos como esos por todas estas zonas de las Montañas Humeantes. Lo coloque en el borde, para tener más cerca el agua del pequeño río. Rasgando un pedazo de mi camisa, lo moje con el agua y comencé a limpiar sus heridas, él quejándose del dolor del agua sobre su piel.
-         Charlie, tranquilo, ¿sí? – tratando de pensar qué hacer con sus heridas, pero si me atrevía a tocarlas solo provocaría un daño mayor. Así que lo deje.
-         Vete, Jason. Tienes que decirles.
-         No. Estás loco. Regresaremos juntos y Mason podrá curarte, ¿sí?
-         No, no lo haremos. – negó con la cabeza, pero antes de decir algo más, fui interrumpido.
-         Es cierto. No lo harán. – girándome ante la tercer voz que se escuchaba detrás de nosotros. Un nuevo grupo de vampiros, Fledermaus, apareció, todos apuntando hacia nosotros. Levante mi arma, en un esfuerzo por intimidarlos, pero no funciono. El vampiro estaba cruzado de brazos, con una sonrisa santurrona, negando.  Tragando en seco. Estábamos rodeados.  – ríndete, Jason. Estas atrapado.
Charlie estaba muy herido. Era cuestión de tiempo antes de que lo mataran. No lo salvarían, simplemente matarlo sería más fácil para ellos. No heridos.
Mi cabeza funcionaba a máxima velocidad. Buscando alguna solución. No estaba en posición de hacer ningún trato. O me llevaban por las buenas, o me llevaban por las malas. Apretando mi mano en la empañadura de la espada.
Me gire hacia Charlie, quien aún se quejaba del dolor. Haciendo lo único que podía hacer. Pase la espada por encima de mi mano, produciendo una larga línea de la que mano sangre. Sin pensarlo dos veces, abrí la boca de Charlie con mi mano buena y vertí todo el líquido de mi sangre en su interior.
-         Lo siento, Charlie, esta es la única idea que tengo.
Golpeando su cabeza contra el suelo, viendo como tragaba tras la acción del golpe.
Randolph lo siento. Parece ser que no podré  cumplir nuestra promesa. Por ahora no. Pensé, remordiéndome la conciencia.
Acercándome al rostro de Charlie,  susurrándole en el oído tan bajo que parecía que no estaba diciendo palabra alguna.
“Dale mi mensaje a Randolph; encuéntrame”
Sintiendo la presión en mi pecho. Empuje el cuerpo de Charlie al final del borde, haciéndolo caer dentro del agua del pequeño rio, siendo tragado instantáneamente por la profundidad. Sin ver su cuerpo, pensando lo mejor, deseando que sobreviviera.
El sonido del cargador de las pistolas, mientras un leve carraspeo. Cuando me gire, no lo hice con mucha educación. Alargue la espada, lanzando el primer ataque, no me dejaría llevar tan fácilmente.
Cortando brazos, y golpeando a aquellos que me disparaban con sus pistolas de juguete. Propinándoles fuertes golpes y tajadas feroces.
Una larga cinta blanca se envolvió alrededor de todo mi cuerpo. Como un capullo, adhiriéndose contra mis tobillos, comenzó a presionar hasta quedar completamente sobre mi cuerpo. Un choque recorrió cada parte de mi cuerpo, haciéndome caer al suelo. Tensando todo el cuerpo, mi vista comenzó a fallar, haciéndome sentir cansado. Los parpados se me cerraban. No fue sino hasta que vi un par de botas delante de mí, que perdí el conocimiento. Me tenían.

Randolph.
Encuéntrame.



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Fin…

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